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Cuestión de Ideas | 23/07/2020

El MAS nos acecha, sus oponentes se dividen, los votantes tenemos la palabra

Wálter Guevara Anaya
Wálter Guevara Anaya

No parece posible que Carlos Mesa y Jeanine Añez conformen un frente único. Ninguno de los dos está en disposición de declinar su candidatura y apoyar a la otra. El resultado es la división del voto que se opone al retorno de Evo bajo la careta de Luis Arce.

¿Qué podemos hacer los votantes que queremos sacar adelante una verdadera democracia? No es tan complicado. Despejemos primero lo que NO nos ayuda. Después veamos lo que SÍ podemos hacer para desbloquear este pernicioso atasco.

Lo que NO nos ayuda

Es inútil quejarse de la falta de carácter y de idoneidad de los políticos en general y de Mesa y Añez en particular. Eso solo sirve para darnos aires de superioridad moral. Tampoco vale la pena lamentar la falta de cultura política de las elites y sus líderes, sean del sector de Evo o de sus contrarios, o de la población en general. Es muy satisfactorio decir “¡al diablo con todos ellos!” Esa maldición nos endulza la boca por un momento, pero no sirve de nada.

Los mejores analistas, comentaristas y editorialistas del país no se cansan de implorar a Jeanine Añez que decline su candidatura, como si con eso los problemas que enfrenta el país se disolvieran. Esas críticas desportillan su vulnerable campaña electoral y obstaculizan su ardua gestión de gobierno. Pero ¿qué pasa si ella se cansa y declina?

Pues no podremos comparar las virtudes y defectos de los dos principales candidatos. No habrá un debate que valga la pena entre el indiscutible campeón de la palabra que es Carlos Mesa y la indiscutible heroína de una acción que logró organizar un gobierno en 48 horas con los materiales a mano, que han probado no ser los más idóneos o confiables.

El debate obligará a los candidatos a presentar sus mejores ideas sobre cómo se puede reconciliar un país tan dividido como el nuestro. Urge saber si Añez desconocerá o despreciará al tercio de votantes que irán a la tumba jurando que Evo es Dios. También urge saber si Mesa los sobará en un intento de ganar su favor y terminará fagocitado por ellos. Ninguna de estas actitudes es sensata. Las chispas generadas por el debate pueden señalar un mejor camino.

Jeanine tiene que justificar ante sus oponentes y ante nosotros las medidas de su gobierno. Tiene que explicarnos y defender lo que ha hecho para controlar la pandemia, para frenar el desempleo y la caída de nuestros ingresos, para estimular la recuperación económica y para encaminar una transición pacífica hacia un gobierno electo con plena legitimidad. Los otros candidatos tienen que demostrar qué hubieran hecho en su lugar y cómo lo harían mejor.

La disputa contra varios robustos oponentes nos dará la talla de Jeanine. Por sus resultados la conoceremos. La pertinencia y sensatez de la crítica que sus contrincantes hagan a esos resultados nos dará asimismo su talla como futuros gerentes públicos. No vale la pena gastar más saliva o más tinta lamentando la candidatura de Añez o implorándole que la retire.

Todo lo contrario. Hay que aprovechar el hecho de que es una candidata que ha adquirido una sólida experiencia de gobierno bajo condiciones excepcionalmente difíciles. La defensa de su gestión en el debate obligará a Mesa y los otros candidatos a mostrarnos de qué madera están hechos. Deberán decirnos cómo materializarán sus propuestas en circunstancias todavía más difíciles como las que se vienen en los próximos años.

 Los candidatos que mejor se perfilan en este momento son Carlos y Jeanine. Otros pueden surgir y dar la talla. Su participación en los debates será igualmente benéfica. La esencia de la democracia es la libre competencia de ideas y propuestas ante un electorado bien informado y dotado de un mínimo de discernimiento.

Lo que SÍ podemos hacer

Unos debates bien llevados influirán decisivamente sobre las encuestas de julio y agosto. Al que salga en tercer lugar en esas encuestas debemos decirle que le propinaremos un voto castigo si no declina a favor del que esté segundo. Si no declina basta con que nos unamos para votar por el segundo, lo que asegura que gane en primera o segunda vuelta.

Si Carlos Mesa sale segundo en las encuestas y Jeanine Añez tercera, votaremos por Mesa y castigaremos a Añez. Si por el contrario Jeanine sale segunda y Carlos tercero, castigaremos a Mesa y votaremos por Añez. Lo mismo si los que ocupan el segundo y tercer lugar son otros candidatos.

Esto no es un juego. Evo sueña con forzar la renuncia de Jeanine, montar la sucesión de Eva Copa, copar el organismo electoral y volver al fraude. Si eso le falla cuenta con una estrategia paralela, apenas disimulada bajo sus habituales taparrabos: el falso indigenismo, el falso socialismo y la falsa democracia. Le sobran fondos para financiar el caos en este y el próximo gobierno. Lo único verdadero de su campaña es su descomunal hambre de volver al poder.

 Urge enfrentar la cizaña que siembra Evo con una sólida alianza. No ayuda que los candidatos anti Evo clamen por la unidad solo si es en torno a su propia fórmula. Ningún integrante de una lista parlamentaria está dispuesto a renunciar por ningún motivo. Si algún binomio se retira, se caen todas sus listas. Hasta el binomio más débil prefiere meter al menos unos pocos peones a la Asamblea. Los opositores a Evo saben que su angurria le hace el juego al MAS.

Nos toca a los votantes destaponar esta alcantarilla. Por suerte hay una manera infalible de hacerlo. La concentración de nuestro voto en un solo binomio le otorgará al próximo gobierno una respetable mayoría parlamentaria. Eso es indispensable para que pueda resistir las embestidas de Evo y sus secuaces a lo largo de todo su mandato.

Sabemos que Evo y su equipo estratégico están planificando una tormenta perfecta para ahogar a todos los que nos damos cuenta de lo que ofrece. Si no nos ponemos de acuerdo en votar por un gobierno fuerte que los tenga a raya no tendremos ningún derecho a quejarnos por merecer ese triste destino.

Wálter Guevara es un inficionado a la filosofía.



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