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Filia Dei | 16/03/2024

El gen supresor de tumores

Cecilia González Paredes
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El gen TP53 da origen a una proteína que se encuentra en el núcleo de las células y cumple una función importante en el control de la división y destrucción de las células. La proteína p53, también conocida como “el guardián del genoma”, es una proteína supresora de tumores que desempeña un papel importante en la interrupción de la división celular cuando ocurre un daño en el material genético o ADN.

Este gen es un gen supresor de tumores que se encuentra en el brazo corto del cromosoma 17. Este cromosoma es rico en genes codificadores de proteínas y tiene la segunda mayor densidad génica en el genoma humano, con alrededor de 1300-1400 genes que desempeñan roles cruciales en el desarrollo del cuerpo.

Los genes que contiene el cromosoma 17, desempeñan un papel muy importante  en diversos mecanismos biológicos, como la regulación del ciclo celular, la reparación del ADN, la apoptosis y la síntesis de proteínas. Las alteraciones en estos genes, como mutaciones o aneuploidías (pérdida o ganancia de cromosomas), pueden aumentar el riesgo de desarrollar diversos tipos de cáncer, especialmente en órganos como el seno, el sistema gastrointestinal, la vejiga, la próstata, los riñones, la cabeza y el cuello.

Cuando se detecta daño en el ADN, la proteína p53 se activa y ayuda a controlar el ciclo celular mediante la activación de la transcripción de múltiples genes, entre ellos el p21, que detiene el ciclo celular para permitir la reparación del ADN. Además, la proteína p53 participa en la replicación del ADN y en el proceso de muerte celular programada que ayuda a eliminar células anormales o dañadas.

Este interesante mecanismo genético fue descubierto por un equipo de investigadores liderado por David Lane y Lionel Crawford en 1979. Este descubrimiento ha sido fundamental para comprender los mecanismos que regulan la proliferación celular, la reparación del ADN y la apoptosis, lo que ha llevado a importantes avances en el campo de la oncología y el desarrollo de terapias dirigidas contra el cáncer.

Entendiendo cuál es la función de este mecanismo de reparación y combate que tenemos dentro de nuestros propios genes contra posibles alteraciones, que pudieran derivar en la generación de un tumor o cáncer, es importante entender cómo podemos mantener la salud integral de nuestros genes y células.

Se debe reducir la exposición a agentes mutagénicos como la radiación ionizante y los carcinógenos ambientales. La radiación ionizante proviene de fuentes naturales, como el radón y los rayos cósmicos, y de aparatos de imaginología médica, como las máquinas de radiografía, de tomografía computarizada o de tomografía por emisión de positrones. Cabe aclarar una vez más que el microondas NO emite radiación ionizante, como muchos piensan.

Mantener una dieta equilibrada, realizar ejercicio regularmente y evitar el consumo de tabaco y alcohol en exceso, son hábitos que favorecen la salud celular y pueden contribuir a preservar la estabilidad genómica del cromosoma 17. El estrés crónico puede afectar negativamente la salud celular, por lo que es importante gestionar el estrés de manera adecuada para mantener un ambiente propicio para la salud en general.

Si bien se manejó por muchos años la idea de que cualquier alimento que contenga antioxidantes era excelente para combatir el cáncer, hoy se conoce que no todos son la panacea. El té negro, el chocolate y las bayas pueden favorecer un tipo de cáncer intestinal. El té verde, al contrario, sí favorece una actividad del gen TP53. Por ello es importante mantener un estilo de vida saludable y una alimentación variada.  



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