Si al utilizar un cuchillo para pelar un
sabroso durazno descuidadamente hiero mi dedo índice, insensatamente puedo
culpar al cuchillo por semejante corte. También puedo darme cuenta que mi
descuido fue tan solo mío. Si no hay herida alguna saborearé el delicioso
durazno que tengo en mis manos y concluiré que el cuchillo fue un medio eficaz
para alcanzar mi propósito. Igual acontece con el déficit fiscal, que es un
medio para lograr un resultado que puede contribuir al bienestar colectivo o
perjudicarlo. Pero, no puedo echarle la culpa de todos los males causados por
gobernantes que utilizan los déficit fiscales discrecional y demagógicamente.
Desde hace algunos años, una ola de gran influencia se ha desatado en América Latina con un carácter altamente conservador. En distintos ámbitos, públicos y privados, profesionales, iniciados o no, vierten opiniones en el árido terreno de la economía, despotricando contra el déficit fiscal. Inmediatamente saltan a conclusiones en favor de severos cortes de la planilla salarial de los empleados públicos. De pronto todo el aparato estatal espera la sagrada misión de un ungido salvador para eliminarlo en un 50%. Particularmente, la presencia de Javier Milei en Argentina, como uno de los más altos exponentes de esta línea de pensamiento, crea opinión e inspiración para políticas económicas de “motosierra” que cercene un gordo y satisfecho aparato estatal.
La gente repite lo que oye en los medios, las redes o de sus vecinos o compañeros de trabajo. También la mayor Información puede ser algún columnista opinador que, con buenas o malas intenciones o inclinaciones políticas particulares, comenta acerca del “elevado” déficit del Estado. Después, muchos dirán que es elevado y consecuentemente se repetirá que es malo.
De aquí se sacan otras conclusiones como la que el Estado es siempre, y ante todo, un mal administrador. O que las fallas del mercado no son tales sino que son consecuencia de las fallas del Estado. Así se evita hablar de empresas estatales de gran éxito internacional como es el Fondo Noruego de Pensiones. También, entre otras, se puede mencionar a la empresa estatal de vivienda de Singapur. En Bolivia, la Empresa Nacional de Electricidad fue un relevante ejemplo de empresa estatal eficiente.
Esta forma de repetir lo que se califica como uno de los grandes males de la economía nacional coloca al déficit fiscal como el causante de todos los males de la economía. Es cierto que los gobiernos del MAS han hecho un pésimo uso del gasto fiscal, han dilapidado los recursos en proyectos inútiles o que ellos mismos abandonaron. Esto habla de malos gobernantes y no de las cualidades o defectos que tenga el déficit fiscal. Hay que darse cuenta que este es un instrumento en manos de un Gobierno, el cual orientado racional y sabiamente pueda ayudar notablemente a países como Bolivia a salir de su pobreza. No es el déficit fiscal como tal el causante de los serios problemas que la economía boliviana enfrenta y que coloca a todo ciudadano frente a una crisis que, día adía, empeora.
Se trata, entonces, de ver al déficit fiscal desde todos los diferentes ángulos que tiene su ejecución por seres humanos que están encaramados en el uso del poder político. Puede destinarse a financiar gastos superfluos de los gobernantes o incluso gastos denominados productivos en empresas que no sirven para nada. Tal vez crean algún empleo, pero, en los hechos, nada significativo. Lo peor que hacen gobernantes corruptos en búsqueda de enriquecerse a costa del Estado es crear o impulsar una dispendiosa cantidad de recursos en industrias nada rentables, sin futuro y que más de una de ellas, ha costado cantidades frioleras de dólares.
Se puede concluir que el déficit, si es que se hubiera gastado bien, esto es, se lo utiliza como una herramienta para crear industrias que efectivamente son rentables, elaboran productos destinados a la exportación, por lo tanto, son generadoras de divisas, serán un factor positivo que aporta al desarrollo. Estas empresas estarán a favor de la creación de empleo, aumento del producto interno bruto y a la vez otorgarán más recursos al Estado. Si, por otra parte, viven a costa de créditos del Banco Central con tasas de interés risibles por lo bajas, no rinden lo que cualquier empresa debe rendir para sobrevivir sobre la base de eficiencia, competitividad y generación de empleo digno, harán del déficit fiscal un arma mortal para el presente y futuro de la economía.