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Economía | 19/12/2025   06:16

ANÁLISIS|El Decreto por la Patria, ecos del 85|Jodie Bautista|

El 21060 no fue solo un decreto; fue una demostración de autoridad y liderazgo histórico. Y esa, quizás, sea la vara más alta con la que hoy medimos el presente.

El expresidente Víctor Paz Estenssoro, en 1985. Foto RRSS. Archivo.
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Brújula Digital|19|12|2025|

Jodie Bautista 

Hace poco, el presidente Rodrigo Paz anunció el Decreto por la Patria, cuyo objetivo es marcar un nuevo rumbo para la política económica del país. En su mensaje a la nación apeló a un tono grave, severo, pero calmado, sencillo y con tono de reproche: 

"Esta noche me dirijo a ustedes con la responsabilidad histórica de conducir a Bolivia en uno de los momentos más difíciles desde el retorno a nuestra democracia" ; "Bolivia está enferma, la arrasaron como en la guerra".

Las palabras, que en el ámbito político nunca son una casualidad, remiten casi de manera directa a otro momento límite en nuestra historia: 1985.

Recordemos, Bolivia atravesaba entonces un período caótico en lo económico, político y social. La dimensión de la crisis era de tal proporción que exigía medidas duras, coherentes, impopulares, incluso para los mismos integrantes del MNR.

Entonces, el Estado debía demostrar fortaleza para encarar lo que sería una verdadera odisea. En ese contexto se pronunció una frase que, hasta el día de hoy, hace eco, resuena por su crudeza y cruenta lucidez. Víctor Paz Estenssoro, un hombre que supo leer el mundo y el tiempo que le tocó vivir, sentenció: "O tenemos el valor moral, con su secuela de sacrificios para plantear de modo radical una nueva política o, sencillamente, con gran dolor para todos, Bolivia se nos muere".

40 años después, las nuevas generaciones viven una crisis que muchos comparan con los tiempos de la UDP –las crisis de esa magnitud devastadora dejan cicatrices en la memoria, siempre–. 

Las diferencias son evidentes, es cierto, pero la sensación de ser tan frágiles como en esos años es tan similar, que es imposible evitar preguntarse ¿otra vez?¿esto es lo que vivieron mis padres, mis abuelos? 

La comparación es odiosa –lo sé–, pero es casi inevitable cuando se busca un punto de referencia para medir expectativas y esperar resultados. Hoy, como en ese entonces, se espera que un decreto logre lo que en ese momento consiguió el 21060: detener la hemorragia y devolverle al país el oxígeno que necesitaba urgentemente y, con ello, regresar la estabilidad, la institucionalidad y, por ende, la seguridad.

No será fácil ¿Cuándo es fácil? Basta recordar que, apenas entró en vigor el decreto del 85,  la reacción social fue inmediata. Bloqueos, protestas y un clima de tensión permanente obligaron al gobierno a decretar el Estado de sitio; pero el inconformismo no se disipó. 

La COB, al frente de los sindicatos, presionó para lograr la abrogación del decreto o, al menos, cambiar algunos artículos y con eso recuperar espacios de poder perdidos; recuperar esa presencia que había tenido durante el gobierno de Siles Zuazo.

Finalmente, La marcha por la vida, en 1986, cuando cientos de mineros se dirigían a La Paz, Estenssoro dio la orden a los militares y los mineros solo llegaron hasta Calamarca. El movimiento minero fue derrotado, el 21060 prevalecería.  

En la actualidad, el anuncio del nuevo decreto provocó reacciones previsibles. Críticas al mantenimiento de los bonos –y a la creación de uno nuevo–, largas filas en las estaciones de servicio ante los ajustes en los precios de los hidrocarburos –por el nuevo precio de los combustible– y una avalancha de opiniones en redes sociales. Estas últimas, convertidas en el nuevo canal de información, cumplen su tarea a tal velocidad que a veces roza lo irresponsable y lo insultante. 

El impacto mediático está en marcha; el impacto real, físico, se medirá en las horas y días siguientes. Nuevamente las calles de La Paz serán testigos de otro hito histórico. ¿O no?

Las preguntas son inevitables: ¿será esto como en 1985? ¿Rodrigo Paz cuenta con la fuerza política necesaria para sostener el rumbo? ¿Él y los demás actores políticos cuentan con el respaldo –y las espaldas- suficientes para enfrentar lo que sea que venga? 

El panorama no es sencillo. El gobierno aún arrastra presencias masistas indeseadas, activas o pasivas -basta mencionar a la actual directora ejecutiva Interina de la ANH y la percepción que generó debido a sus últimas declaraciones y que, nuevamente, las redes se encargaron de difundir-. Esto además de un pequeño epicentro de resistencia en el Chapare. 

Al igual que Estenssoro en su momento, Paz enfrenta resistencias, tanto fuera como dentro de su propio círculo de poder.

En los próximos días, analistas, políticos, periodistas y opinadores de todo tipo volcarán críticas y reproches sin filtro alguno, a favor y en contra. Es parte del ritual.  Es lo que se ve venir. 

Pero lo verdaderamente importante será evaluar el impacto concreto del nuevo decreto. Una vez más –y con disculpas– la comparación resulta odiosa, pero muchos esperan que esta medida otorgue el respiro que Bolivia consiguió en 1985 y que costó tanto alcanzar y mantener.

Si el nuevo decreto fracasa en generar las condiciones necesarias para salir del estancamiento, entonces tendremos claro, y sin lugar a dudas, que las medidas de shock de Paz Estenssoro fueron efectivas no solo por su diseño, sino porque logró sostener la concentración de poder y la decisión política. 

El 21060 no fue solo un decreto; fue una demostración de autoridad y liderazgo histórico. Y esa, quizás, sea la vara más alta con la que hoy medimos el presente y veamos que es muy difícil de superar.

Jodie Bautista es ingeniera industrial y  politóloga.





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