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04/03/2024
Economía de papel

Si la palabra mueve, el ejemplo arrastra

Alberto Bonadona
Alberto Bonadona

Los bonos en dólares emitidos por el Banco Central, resultado de un convenio entre el Gobierno y los máximos representantes de la empresa privada, debieron venderse como pan caliente desde el día que se inició su emisión. Al menos eso creo que debió suceder si los firmantes y sus representados creyeran en los que sus respectivos jerarcas hacen. Claro que se están vendiendo, pero ciertamente no como los firmantes del convenio, supongo, esperaban. Si mantuviesen un ritmo de un millón de dólares diario en ventas, que ni siquiera está sucediendo, se requerirán cien días para alcanzar los modestos 100 millones que pronosticaron los gobernantes.

Al observar este acontecimiento, recuerdo bien una frase que nos repetían a los alumnos del colegio San Calixto en mi época escolar. Se refería a que cualquiera podía hablar mucho acerca de hacer algo y esperar que otros lo siguieran. O se puede decir una infinidad de cosas tratando de persuadir a que alguna gente se vea movida a asumir una conducta. Sin embargo, la enseñanza que se quería inculcar iba más lejos. No era suficiente la palabra, si bien era necesaria: la gran trascendencia debe venir del ejemplo. La verdadera convicción recae en la acción, esto es realizar lo que se pregona: mostrar, en los hechos, de manera personal y comprometida, lo que se quiere que otros también realicen.

Se puede esperar que mucha gente siga comprando los bonos emitidos por el Gobierno. Aunque las tasas de interés no son precisamente las más atractivas, se puede razonar que frente a la alternativa de mantener dólares guardados bajo el colchón sin ninguna rentabilidad, es más conveniente invertirlos en bonos nominados en dólares con algún rédito. No obstante, el factor más relevante, cuando de dinero se trata, es el de la confianza que se tiene  en el deudor. Hoy por hoy, frente a un Gobierno desprestigiado por el lado que se vea, el público tenedor de dólares no está, precisamente, con el gran deseo de confiarle sus preciados billetes verdes.

Los 100 millones de dólares esperados se obtendrán en largo tiempo y eso pese a que es una cifra poco ambiciosa dada las necesidades de divisas. No se vaya a pensar que los bonos emitidos por el Banco Central constituyen la gran solución para abastecer de dólares a las necesidades de importaciones legales e ilegales. Es un pequeña medida paliativa que, a la hora de la verdad, ni los mismos gobernantes parecen creer en ella. En los dos primeros días el BCB apenas colocó 428.000 dólares. Al 1 de marzo, esto es, al cuarto día de emisión, llegó a un poco más de un millón. Hay gente que compra bonos de 1.000, 2.000 y 3.000 dólares, pero a un plazo de tres meses (con la más baja tasa de interés).

Lo más conveniente es comprar los bonos con el mayor valor (50.000 dólares o más) y al más largo plazo (tres años). De esta manera pasará el tiempo suficiente para que el Gobierno, ojalá, encuentre el medio, la política y la producción exportable para alcanzar una fuente relativamente permanente de dólares. También podría ser que se produzca un milagro originado en China o Irán sobre la base de la pignoración de algún recurso natural que logre el ingreso de los miles de millones que no sólo solucionen la encrucijada actual sino que garanticen la reelección del presidente.

Tampoco a la oposición parece interesarle lo importante, que hoy es la economía que se hunde aceleradamente. No se dan alternativas realistas que puedan mostrar una salida a una crisis que día a día se ahonda más. Los discursos de los opositores, bañados de generalidades, hablando de aspectos domésticos y de anécdotas particulares, no logran ni atisbar una mínima alternativa de salida a la crisis económica y, por lo tanto, tampoco a la escasez de dólares.

En este momento ni los gobernantes que hicieron plata gracias a las prebendas, coimas, negociados y otras formas de enriquecimiento, ni los empresarios que firmaron el convenio, están dispuestos a jugarse por la compra de bonos en dólares. A todos ellos les correspondería mostrar que pueden apoyar con dólares en efectivo la solución a una crisis que cada vez se torna más oscura. Es la hora de mostrarse convencidos de la medida que salió de su convenio. Tal vez así la población que resguarda su poder adquisitivo en esa moneda, siga masivamente el ejemplo.



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