Hace poco
Brasil presentó su propuesta para hacer frente a las sequías y el cultivo de
soja a través de una edición genética. La Unión Europea recapacita en cuanto a
dar luz verde a esta nueva herramienta de la biotecnología.
Las herramientas de la edición genética, permiten democratizar el acceso al uso de la biotecnología, además de que cada país logra generar soluciones a problemáticas locales. Contrario a lo que imaginan hasta en los sectores más conservadores, esta es una manera de dar respuesta a distintos escenarios que seguiremos atravesando durante el 2023.
Si bien en varios países, las nuevas generaciones van dejando de lado una serie de bulos y leyendas urbanas, en nuestro medio predomina aún estas falsas percepciones, fruto de una deficiente educación básica y superior. Esto nos lleva a seguir dependiendo de lo que hacen otros fuera del país.
En septiembre de este año, Brasil dio luz verde para que la empresa estatal Embrapa, utilizando la herramienta CRISPR, pueda desactivar algunos factores antinutricionales de la soja. Estos factores antinutricionales dificultan la digestión y absorción de los nutrientes, especialmente en animales monogástricos, que tienen un estómago con capacidad de almacenamiento reducida, como los cerdos y pollos.
Hace menos de 10 días, la empresa GDM de Argentina, dio a conocer que la soja editada genéticamente para tolerar la sequía, ya obtuvo la aprobación para su uso tanto en su país como en Brasil. Si bien Bioceres, otra empresa Argentina lanzó la variedad HB4 con el mismo rasgo, la diferencia es que esta última es un transgénico y la nueva propuesta emplea una técnica similar a la que utilizarían en el mejoramiento convencional, simplemente acortando el tiempo de 10-12 años a 6-8 meses. La producción con esta tecnología se prevé suceda entre el 2025 y 2026, haciendo pruebas de campo el próximo 2023 no solo en Argentina, sino también en Estados Unidos.
Y a pesar de que la Unión Europea, ha mostrado hasta hoy un repudio sin fundamento hacia los organismos genéticamente modificados, hoy se conoce que durante el 2023, la Comisión Europea presentará una propuesta de renovación de la directiva respecto al uso de la edición genética, sobre todo para la producción de alimentos. Las limitaciones hasta hoy vigentes, no han permitido que los agricultores en Europa se encuentren preparados para sequías o maneras menos contaminantes para combatir las plagas.
Por otro lado, el mercado de la biotecnología valía alrededor de mil millones de dólares a partir de 2021, y se espera que experimente una tasa de crecimiento anual compuesto de alrededor del 14% durante los próximos ocho años. Si bien acá he comentado algunos aspectos más relacionados a la producción de alimentos, podría dedicar hasta dos columnas a comentarles las perspectivas en cuanto al área médica, industrial y ambiental.
Países como Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, Inglaterra, Brasil, Argentina, Paraguay, Nigeria, Kenia o Sudáfrica, han modernizado el marco regulatorio, mejorado los procesos de aprobación e impulsado empresas nacionales con soluciones adaptadas a sus propias necesidades, logrando atraer a más inversores tanto extranjeros como locales. ¿Qué nos depara a Bolivia el 2023 con esta amplia disciplina? Probablemente más estancamiento e importación de tecnología desarrollada en otros países. Sin voluntad de políticas favorables a la soberanía científica e inversión, seguiremos exportando cerebros y genes, mientras acá se fomenta el contrabando y el empleo informal.
Cecilia González Paredes M.Sc.
Especialista en Agrobiotecnología