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De media cancha | 30/03/2024

¿Dónde está Santa Cruz hoy?

Diego Ayo
Diego Ayo

Las disputas entre los principales dirigentes cruceños son de un degradado paladar mediático. ¿Qué es lo que sucede más allá de las ambiciones de poder que enervan a las partes? Conviene hacer un rastreo histórico que responda a la pregunta.

Considero que de 1985 a 2005 vivimos una primera fase de hegemonía política. Los cruceños, al menos los que pertenecen a élites empresariales, eran parte del bloque en el poder. Fantástica frase: el bloque en el poder. ¿Qué significa? En un país hay aquellos que dominan y aquellos que obedecen, para ponerlo en versión caricaturesca. Las diferentes instituciones del departamento pertenecían al primer alineamiento: a aquellos que dominan. Es cierto que en esta franja están los que dominan mucho y los que dominan menos, para seguir con el lenguaje más digerible. Los empresarios del departamento y su respectivo Comité Cívico no pertenecían a esta primera franja, sino a la segunda. Eran pues dominadores, pero no tanto. Ya tendré oportunidad de aclarar más este concepto. Por de pronto, baste con saber que, en nombre del departamento, la Cainco y la Cao formaron parte de este bloque dominante. Esto duró hasta el año 2005.

En aquel momento, a finales de 2005, una vez que Evo Morales obtuvo la presidencia, se inició un segundo momento: aquel del enfrentamiento entre los nuevos detentadores del poder, los masistas, y los cruceños como los actores contrahegemónicos. Vale decir, los cruceños ya casi como únicos representantes del viejo bloque en el poder, enfrentados a los masistas como el nuevo bloque en el poder, compuesto de una ampliada red de actores, sindicatos agrarios, cocaleros, gremialistas, transportistas, artesanos. He ahí los nuevos poseedores del poder. ¿Qué sucedió? Los viejos se pelearon con los nuevos.

Tan simple como eso, dando a luz un periodo conflictivo e inestable que duró de 2006 a 2009. Tengamos en cuenta que el viejo bloque en el poder, aun con respiración, ofrecía un modelo ya conocido: economía de mercado, democracia representativa y multiculturalismo, mientras que el nuevo bloque anhelaba otro: economía estatal, democracia étnica-comunitaria/directa (con referendos) y plurinacionalidad. El ring estaba armado, sólo había que pelear. La pelea duró hasta el inventado caso del terrorismo del hotel Las Américas. Se aplastó a esa oposición y se la acalló.

Un tercer momento duró de 2009 a 2019: el globo grandote no se pudo tragar al globito viejo volando en el vacío. Lo pegó a su vuelo. Lo anexó sin fusionarse. Imaginemos un globo grande –el nuevo bloque en el poder–llevando de la mano a un globito chiquito– el viejo bloque en el poder o lo que sobraba de él– conviviendo en relativa armonía. ¿Cómo lo lograron? Con un trueque: “ustedes ganan plata haciendo sus negocios de exportación de soya (y demás), pero pierden la posibilidad de bregar por su autonomía”. Plata si, política, no, ¿aceptan? ¡Aceptamos! Nunca se exportó tanta soya a pesar de los candados jurídicos que puso el Gobierno.

Hoy vivimos el cuarto momento. Y no es simple. Ya no hay dos bloques en pugna ni Santa Cruz es el anexo del Gobierno. Ya no. Los tres escenarios han quedado cancelados. Es cierto que esta coyuntura se parece a la de 2006 a 2009 en el sentido de estar divorciados, pero no es igual por una simple razón: el Gobierno ya no haría pacto alguno, a lo sumo, agradecería su autosometimiento. Vale decir, vivimos en este estado de trance. Esa es la situación actual y mientras no se consolide “algo”, las disputas personalizadas van a seguir.

¿Qué se puede hacer? Tres escenarios se vislumbran: uno, se someten a lo Johnny Fernández y ya; dos, vuelven a pactar, pero de modo precario y en función a intereses inmediatos (teniendo en cuenta que el MAS de Arce no tiene mayoría); y, tres, desarrollan una propuesta de descentralización audaz, retomando las autonomías o el mentado federalismo. Esto suena lejano aun, pero en mi concepto esta es la solución. Más temprano que tarde esto va a suceder y Santa Cruz va a consolidar una situación de “doble hegemonía”: aquella alteña ligada al Pacífico, ésta cruceña ligada al Atlántico.

Mientras esta luz no se prenda, las peleítas seguirán su curso. Sepámoslo: esta no es una pelea de Camachito contra el Pepito o el Luchito. Es de Santa Cruz –ese todo– por tener un verdadero proyecto (y respiro).

Diego Ayo es cientista político.



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