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Cuestión de Ideas | 04/11/2020

Democracia a pasos de cangrejo

Wálter Guevara Anaya
Wálter Guevara Anaya

Saldremos ganando si Evo Morales es capaz de esperar cinco años para volver a postularse a la Presidencia. Si eso sucede, el país dará el próximo salto hacia la consolidación de una democracia representativa. De momento se podrán dar los primeros pasos hacia una necesaria reconciliación.

El salto más reciente y más notable en esa dirección ha sido el cumplimiento de unas elecciones ejemplares. Hemos sido capaces de zanjar nuestras diferencias de manera pacífica mediante un resultado electoral claro y contundente, aceptado por los perdedores y por la mayor parte de la población.

Tal como lo hace el cangrejo, acabamos de dar dos pasos atrás en este proceso.

Hay grupos de la sociedad incivil que no aceptan el resultado electoral. Piden que una junta militar tome el poder; que esta elección se anule por un fraude no comprobado; que Salvador Romero renuncie al organismo electoral por no haber anulado la sigla del MAS. Son reacciones tan anti-democráticas como las del entorno más radical del MAS. Son pasos de cangrejo.

Por su parte la Asamblea saliente modificó el reglamento que requiere 2/3 para impedir el diálogo y concertación con la oposición. Demostró una voluntad de continuar imponiendo su voluntad y de ignorar a las bancadas opositoras. En su idea de democracia no hay lugar para adversarios, solo para enemigos. No hay lugar para decencia y confianza, solo para guerra sucia y rencor. Fue otro gran paso hacia atrás.

Seamos optimistas por un instante. Si Evo es capaz de aguantarse cinco años, sobrevendrá una etapa de paz. Serán cinco años durante los cuales el gobierno tratará a la oposición como a un leal adversario con el cual se puede discrepar civilizadamente, y no como un enemigo al que se debe anular o perseguir.

Serán cinco años durante los cuales los opositores al MAS tendrán una nueva oportunidad de organizarse en partidos políticos de alcance nacional. El partido de gobierno no necesitará desplegar su conocido arsenal de trampas legislativas, judiciales y políticas.

La oposición no tratará de obstaculizar la gestión del gobierno ni intentará tumbarlo para defenderse. Las pititas no tendrán por qué salir a las calles. Los medios de comunicación podrán denunciar abusos y corruptelas sin ser amenazados ni comprados por el gobierno.

Ahora seamos realistas. Evo y su entorno radical tienen otro plan. Proclaman que Morales ganó las elecciones presidenciales de 2019 en la primera vuelta. Niegan todas las pruebas de fraude. Repiten el estribillo de que Evo fue derrocado por un golpe de estado de la derecha y los militares. 

Evo pide que “se siente la mano” a Luis Almagro, Secretario General de la OEA, por haber aprobado los informes que demostraron las irregularidades de la elección anulada de 2019. El Presidente electo Luis Arce Catacora se ha visto obligado a repetir estas consignas tramposas.

Son declaraciones que pulverizan la legitimidad de su propia elección. Apuntan a reponer a Evo como Presidente lo antes posible. Esto a pesar de que la votación del pasado 18 de octubre no fue un cheque en blanco para orquestar el inmediato regreso de Evo a la Presidencia.

Evo sabe cómo dividir, no sabe cómo reconciliar. Un Evo repuesto en la Presidencia se podría sostener solamente con una violencia desmedida. En caso de imponerse ese plan, el país regresaría a la guerra total. La población urbana se volvería a alzar. 

Si Evo logra desplazar al binomio ganador podrá cumplir su sueño de instalarse de por vida como Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia. Dará la estocada final a la democracia representativa. Por suerte nuestro país sigue siendo tumba de tiranos y cuna de la libertad. 

Tampoco es alentadora la idea de que Evo se convierta en el poder detrás de la Presidencia durante los próximos cinco años. Eso sería dos pasos para adelante y cinco para atrás. Debemos apoyar al Presidente Electo para que ejerza su mandato con total independencia y sepa defender una democracia que se basa en confianza, lealtad y tolerancia. 

No podemos aceptar que se vuelva a usar la palabra democracia como un taparrabo para la autocracia.

Walter Guevara es un inficionado a la filosofía.



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