“Delincuencia Organizada”, es el cargo imputado a 31
científicos por parte de la Fiscalía General de la República en México, con el
pleno consentimiento y venia de López Obrador, en un país donde los carteles
del narcotráfico y trata de personas continúan operando con total normalidad.
Una denuncia del 2019 por parte del Consejo Nacional para la Ciencia y la Tecnología - Conacyt, a través de su directora, María Elena Álvarez-Buylla (sí, la misma que asegura que la llegada a la luna fue un hecho inútil en la ciencia y que es parte de un sistema neoliberal, ¿le suena?), que declara “posibles irregularidades" en el financiamiento que recibió el Foro Consultivo Científico y Tecnológico (FCCyT).
Algo que llama más la atención es que el caso ya fue rechazado en dos ocasiones por el juez asignado tras revisar las pruebas presentadas en contra de los acusados. Ese es uno de los puntos a favor que aún tiene México, que aún hay independencia del poder judicial. De lo contrario, estos 31 acusados estarían ya retenidos en la prisión de máxima seguridad, donde estuvo el Chapo hace algunos años.
Las similitudes con el caso de Lysenko contra Nikolai Vavilov, el botánico soviético que ambicionó alimentar al mundo y murió por inanición en algún gulag en Siberia, tras ser acusado de espionaje, sabotaje y destrucción.
El caso de las acusaciones en contra de Vavilov es una lección de cómo la política y las ideologías, pueden lograr pervertir el desarrollo científico y frenar el avance tecnológico. Vavilov, reconocía que en la diversidad genética de los cultivos, estaba la respuesta para obtener variedades que resistan las sequías, las bajas temperaturas y otros.
Si bien Stalin lo apoyó en un principio, luego se desesperó al no ver resultados inmediatos. El proyecto de Vavilov no iba a ser resuelto en un tiempo corto. Dado que el investigador no era obtuso en su trabajo, no tenía problemas de colaborar y conversar con investigadores de otros países, Stalin y sus camaradas percibían esto como algo peligroso y no dudaron en considerar algo demasiado burgués aquello de que las plantas podían heredar y transferir genes.
La colectivización de granjas, produjo una terrible hambruna al tener una baja producción, y como ya no sorprende, había que buscar un chivo expiatorio. En este caso, un ayudante de Vavilov entró en la trama y por querer lucirse, tomó posición de acusar al científico de todo y proponiendo absurdos que hoy no pasan de ser considerados pseudociencia.
Hoy México se enfrenta a una corriente sin sustento de que eliminar el herbicida glifosato y los OGM serán la solución a su producción. Como resultados iniciales, el precio de la tortilla ya ha subido y no tiene buen pronóstico en adelante. Aclarar que no cualquier maíz nativo llega a la producción necesaria para la producción necesaria de tortillas.
Por otro lado, se podrá intentar suplir la demanda, haciendo peripecias, con maíz criollo. El grave problema es que este es más propenso a generar micotoxinas. ¡Sí! Allí es donde la biotecnología es una aliada, ya que en campo, hay menos probabilidad que un maíz sin ataque de insecto, quede expuesto a la contaminación con micotoxinas. Estas toxinas sí son cancerígenas.
La eliminación de un herbicida muy funcional y el de menor grado contaminante entre los fitosanitarios, ha sido criticada por productores y empresas alimentarias. ¿La producción en México sufrirá lo que los productores en Sri Lanka están atravesando?
Los sueños de “agricultura orgánica”, no son más que hipótesis platónicas. “La agricultura orgánica por sí sola difícilmente puede alimentar a la creciente población mundial por una simple razón: los rendimientos de los agricultores orgánicos son en promedio entre un 20 y un 25% más bajos que los de sus colegas convencionales”. Declaración de Urs Niggli, científico suizo agrícola que desde 1990 hasta 2020 fue Director del Instituto de Investigación de Agricultura Orgánica (FiBL), un importante centro de investigación en agroecología. Menos mal que es suizo, porque si fuera mexicano, quizás estaría acusado de “crimen organizado” por tales declaraciones.
Cecilia González Paredes M.Sc.
Especialista en Agrobiotecnología