Ahora que estamos en modo fiestas de fin de
año, viajar por tierra o avión se torna una pesadilla en muchas carreteras y
vías que conducen a los aeropuertos de Bolivia.
No solamente en feriados o días festivos nos topamos con la triste realidad que llegar al aeropuerto internacional de El Alto significa perder más tiempo que el viaje mismo en avión, gracias a los innumerables obstáculos que hay que atravesar.
Primero la trancadera por la avenida principal de la ciudad de La Paz es interminable, segundo llegando a El Alto la autopista que debería ser expedita, tratándose de la vía más importante que conduce a la terminal aérea internacional, es un obstáculo de alcance impredecible. Es intransitable, ya sea por los minibuses que ocupan dos o más carriles parados esperando llenarse de pasajeros para proseguir su camino, y/o por protestas sociales relacionadas a temas locales que impiden que los turistas o pasajeros/as logren llegar a tiempo.
Y lo mismo pasa si el viaje es terrestre, llegar a El Alto para alcanzar la ruta troncal con suerte toma dos horas. Si para un nacional lograr orientarse sin señalización vial de ningún tipo es toda una odisea, pasar por desvíos de derecha e izquierda en plena carretera debe ser imposible para un turista extranjero.
Ir a Yungas, lago Titicaca, Salar de Uyuni, Oruro, Cochabamba o Santa Cruz resulta larguísimo y tedioso por las famosas “trancas” eternas donde en los peajes se juntan los pagos y revisiones de tránsito, aduanas y controles de narcotráfico.
Y ni qué hablar de viajar a países vecinos como Argentina, Brasil, Chile o Perú, se da lo anterior multiplicado por 10. Se deben llenar numerosos formularios, obtener sellos, lograr revisiones, hacer filas, todo lo contrario a lo que llamaríamos incentivo al turismo interno y externo.
No nos quedemos en el análisis sobre la ciudad de La Paz y El Alto más carreteras departamentales, que son de espanto. Vamos a Santa Cruz: de igual manera, el aeropuerto internacional no está exento de ataques y bloqueos que ahuyentan el turismo y ponen en riesgo su estatus internacional. Resulta que en abril de este año en Santa Cruz manifestantes bloquearon el ingreso al aeropuerto de Viru Viru en rechazo a leyes 304, 305 y 280. Los pasajeros que se dirigían al aeropuerto tuvieron que caminar el tramo final con sus equipajes a cuestas para pasar los puntos de bloqueo.
La ciudad oriental también estuvo 36 días en paro para exigir un censo de población que el Gobierno fijó para abril de 2024. Los viajeros que tenían vuelos programados hicieron malabares para llegar a Viru Viru. En la terminal de buses la gente dormía afuera de sus instalaciones porque la misma estaba también cerrada.
Bueno, ya no hablemos de turismo, sino de personas que necesitan trasladarse de manera urgente a otra ciudad o país, no puede ser que nuestro sistema de transporte sea tan bizarro que no permita llegar a tiempo a un aeropuerto, cita o lugar de trabajo, es urgente que se tomen medidas a nivel nacional, departamental y municipal con una visión de modernidad.
Se deben construir rotondas elevadas y rosetones nodales para el descongestionamiento vial, avanzar hacia la coordinación de las instancias que están en los peajes, dar multas a los conductores que no respetan las reglas de tránsito, entre otros, para lograr destrancar el país.
En Bolivia utilizamos la palabra tranca literalmente, cuando en realidad deberían llamarse alcabalas de control. El problema de la palabra tranca es que verdaderamente estamos trancando el desempeño y desarrollo económico del país.