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Filia Dei | 31/08/2024

¿Bajo el cielo más puro de América?

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

Hace muchos años esta era una frase que buscaba promocionar más turismo hacia Bolivia. Pero en los últimos años, además de los cambios económicos que toca atravesar, se suman los cambios e indiferencia al aspecto del ambiente, que irónicamente sirve muchas veces de excusa internacional, con la supuesta promoción y cuidado que se debería dar en el país.

“A nivel nacional se encontraron 32.210 focos de calor en las últimas 24 horas”  es la lectura de actualización el 29 de agosto que reporta el Sistema de Monitoreo y Alerta Temprana de Incendios Forestales – SATRIFO. Los departamentos más afectados por ahora son Santa Cruz y Beni. También, Radio San Miguel en Riberalta, diario comparte en su red social de Facebook fotografías de la intensa humareda en las comunidades cercanas.

Al norte de La Paz también hay puntos que son preocupantes y lamentablemente coinciden con denuncias que surgen sobre la clara intención de provocar estas quemas descontroladas, a fin de tomar propiedad de alguna área forestal para convertirla en agrícola. Y en la misma ciudad de La Paz, la cantidad de humo que se aprecia, afecta a personas sensibles y normales.

Solo en la región oriental de Santa Cruz, el motor económico de Bolivia, el fuego ha consumido 1,9 millones de hectáreas. “Con lo que estamos superando al año 2023 y 2022”, informó Jhonny Rojas, coordinador del Centro Operativo de Emergencias Departamentales (COED),

En Bolivia los campesinos y agricultores realizan quemas de barbechos y pastizales en tiempo seco para renovar pastizales y cultivos, pero con frecuencia los incendios salen de control, lo que es una mala práctica que deja ver la ignorancia y la falta de voluntad por revertir esta situación.

Resulta irónico, que las quemas para San Juan (23 de junio) sean prohibidas y altamente controladas, pero agosto es el mes donde este tipo de quemas inicia y al parecer hay 0 voluntad a todo nivel gubernamental, de concientizar y capacitar a productores, así como cero control y sanción a los pirómanos que dan inicio a estos focos de calor.

Según datos de la Gobernación de Santa Cruz, en los últimos dos meses se han quemado dos millones de hectáreas solo en el departamento de Santa Cruz, Bolivia. La amenaza de estos incendios ha llegado a áreas protegidas. A pesar de que las autoridades han declarado emergencia departamental, las condiciones climáticas dificultan las labores de extinción.

A esto se suma la escasez de lluvias. El fenómeno La Niña, anunciado desde principios de año por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés), aún no llega y de manera complementaria un meteorólogo estadounidense, de la empresa DTN, advirtió que la sequía se instalará en algunos países de manera temprana, incluso sin La Niña, provocando estragos en las cosechas. Una noticia publicada en el periódico La Tercera de Chile la pasada semana, hace énfasis en el efecto negativo que este pronóstico implica para la producción de soja, algodón y maíz en países como Argentina, Brasil, Paraguay y Chile.

Mencioné en otras ocasiones que varios productores dejarían esta actividad debido a las constantes pérdidas por sequía, sumado a la escasez de combustible, incremento del precio de agroinsumos y otros. A todo este panorama, sumemos el daño que provocan estos incendios en el suelo y el resto del ecosistema. El panorama no se ve alentador.

La falta de políticas agrícolas integrales, sumado al fomento de quemas ante la falta de medidas de control y prevención, nuevamente nos dejan ante días llenos de humo e incertidumbre ante la cercanía de otro pronóstico de sequías. ¿Estamos listos para afrontarlo?




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