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07/01/2024
Con la boca abierta

Arce, suerte sin blanca

Sonia Montaño Virreira
Sonia Montaño Virreira

Hace muchos años, cuando Michelle Bachelet fue nombrada ministra de Defensa del Gobierno de Ricardo Lagos, hizo una muestra de convicción democrática y sentido del humor. En esta ocasión quiero recordar que cuando le preguntaron cómo hacía para mandar a los militares considerando que era mujer y que su padre, su familia y ella misma habían sufrido la represión en tiempos de dictadura, sin perder la compostura respondió: “yo hago como que mando, y ellos hacen como que obedecen”.

Viene al caso ese recuerdo luego del descaro de las autoridades judiciales de autoprorrogarse y de una larga trayectoria de violación a la Constitución, las leyes, los reglamentos, la ética y la moral. Lo que es llamativo es que una vez más se ha puesto en evidencia que los magistrados y jueces hacen como que imparten justicia y los políticos hacen como que les creen. No sólo eso, es tan extendida la conducta de rebaño que nos ha invadido que el escaso debate se limita a ver a quien favorece la sentencia emitida y de qué lado nos situamos.

Como lo ha explicado meridianamente la jurista independiente Katya Saucedo en una entrevista imperdible, estamos ante una encrucijada que es el resultado de varios hechos, todos de larga data y agravados por las políticas del MAS, que ha operado sistemáticamente para destruir la justicia. La autoprórroga es parte de una maquinación del Gobierno para mantener a los jueces bajo su control hasta las nuevas elecciones. Es por eso que el listillo de Iván Lima, que al principio quiso presentarse como paladín de la reforma judicial, ha preferido hacer política desde la oscuridad de los pasillos de su Ministerio asegurando que funcione bien el plan de sumisión. En su tránsito de ministro a operador, él también aseguró su permanencia en el poder.

La sentencia constitucional ha sido una especie de “suerte sin blanca”. A todos los que tenían boleto les ha tocado algo: a  Evo Morales, porque le permite jugar el papel de víctima y hermanarse con sus amigos dictadores o aspirantes a serlo. Pronto escucharemos a Alberto Fernández, AMLO y Rafael Correa, para no hablar de Daniel Ortega y Nicolás Maduro hablar de “lawfare” contra Evo. Puede que se sumen a ellos los Insulza, Zapatero y otros próceres del populismo

El presidente Arce ha sacado el premio marcado de la tómbola; los magistrados que renunciaron avergonzados al finalizar su mandato oficial no dejaron de cumplir primero con las instrucciones del oficialismo: primero se autoprorrogaron, luego incluyeron en un fallo una mención edulcorada para que Morales no sea candidato; y después renunciaron, como quien dice para que todo esoo no pareciera tan feo.

Hacen como que defienden la Constitución, pero en realidad obedecen al Gobierno para sacar a Morales del juego.

A mucha gente ya se le ha olvidado que Evo Morales y Luis Arce como su ministro contribuyeron durante años a envilecer la justicia; ahora enfrentados quieren tapar el Sol con un dedo dando largas al asunto y dejarnos sin justicia hasta nuevo aviso. En este desmadre la mayoría de la gente no tiene boleto, lo que es otra señal del grave deterioro democrático. Con gran esfuerzo y bajo el liderazgo de los juristas independientes, el año pasado se recogieron más de 800.000 firmas demandando la reforma judicial, venciendo todo tipo de obstáculos generados desde el Gobierno principalmente, pero también desde la oposición política que aplaudió la iniciativa desde palco, pero no se remangó ni ayudó en nada.

Ante la gravedad de la crisis institucional pareciera que la única forma de agarrar el toro por las astas es convocando a un referéndum como la única instancia (el soberano) que podría iniciar un cambio de rumbo en la justicia. No hay razones para el optimismo, la severidad de la crisis económica, el profundo deterioro de la democracia, la debilidad de las regiones, el arraigo de la cultura del “no me importa”, la fragmentación, el miedo y la desconfianza me llevan a creer que deberemos seguir simulando que ellos mandan y nosotras obedecemos.

Sonia Montaño Virreira es socióloga jubilada y feminista por convicción.



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