Mientras escribo este texto están pasando muchas cosas. A punto de ver a Rodrigo Paz como el nuevo Presidente de Bolivia, reina un clima de alivio, semejante al del fin de una tormenta, cuando las víctimas comienzan a recoger aquellas cosas que quedaron: camas, ollitas, la ropa del bebé, el carnet del seguro. Todo embarrado, pero útiles en el futuro.
Los gobiernos del MAS levantaron caminos, fábricas, palacios y encumbraron una nueva élite que dice que somos Suiza. Todavía sabemos poco sobre los nidos de corrupción en las empresas estatales y sabemos poco sobre las fortunas personales acumuladas. Tampoco tenemos conciencia del grado en que el masismo, como cultura, se ha metido en el comportamiento colectivo. Provista de la imprescindible paciencia –aún no gobiernan– he decidido estar atenta a las señales que el nuevo gobierno y otros actores emiten.
En ese contexto, la liberación de Jeanine Añez es un consuelo, pero falta mucho. Lo que ya resulta impresentable es la invitación a Evo Morales y su respuesta: “Voy si me garantizan impunidad” ¿Si no invitaron a Maduro, por qué invitan a Morales? El panorama se está tiñendo de amarillo bilis gracias la aparición, simultánea y agresiva, de exfuncionarios que mientras gobernaron no escucharon a la oposición ni a la ciudadanía.
Hablando de amarillos destaca el exvocero presidencial, aparecido como comentarista que, sin ruborizarse, dice que el problema del nuevo gobierno es el continuismo al modelo del MAS, del que él era vocero, y agrega que buscar préstamos “es pan para hoy hambre para mañana”.
No todas las ratas huyen y algunas pretenden mimetizarse sin mucha dificultad. Pero, sin duda no son las únicas señales de asedio: sigue el excapitán Lara, su esposa y varios asambleístas nuevos que están protagonizando las primeras escaramuzas por acceder a las presidencias de Diputados y Senadores.
Ahora que el Estado laico está a punto de fenecer, ruego a Dios que se les aparezca a todos los creyentes del nuevo gobierno y los ilumine. Rostros de mujeres han surgido en las directivas y, aunque un cuerpo de mujer no cambia mucho, hay que darles el beneficio de la duda y esperar que ellas frenen las pulsiones autoritarias, especialmente con relación a los derechos de las mujeres y de las minorías.
Estuvo bien Paz cuando decidió abrirse al mundo, ya que, sin el apoyo de nuestros vecinos, incluidos los gringos, no podremos salir adelante. Un desafío que, además de evaluar las condiciones de las entidades financieras internacionales, deberá enfrentar las amenazas de los gremios ligados a la explotación del oro, transporte, soya, tierra, contrabando y el crimen organizado.
Vendrán muchos representantes de gobiernos, algunos de los cuales no son ejemplos de democracia. Es lo que hay. La llegada del Presidente Boric es, sin duda, una buena noticia que pondrá a prueba la política exterior, tan venida a menos durante las últimas décadas. Tener buenas relaciones con los vecinos es un imperativo.
Es la probable visita de Bukele la que preocupa. La publicidad otorgada a su combate contra las maras ha llamado la atención de mucha gente mal informada. Bolivia tiene una gran sobrepoblación carcelaria y los reclusos sufren, como observó Diego García Sayán, relator de Naciones Unidas. La lentitud en la administración de justicia es lo que resulta en una gran cantidad de personas en prisión preventiva, sin sentencia.
Sin embargo, no se puede comparar Bolivia con El Salvador, cuyo sistema carcelario ha sido criticado por todos los organismos internacionales. Es una brutal respuesta a la brutalidad de las maras, que en Bolivia no existen.
Según Amnistía Internacional desde el comienzo del estado de excepción, en 2022 hasta el final de 2024, se había registrado 83.900 detenciones. La mayoría de las personas recluidas habían sido acusadas de “agrupaciones ilícitas” y otros delitos relacionados con las pandillas.
Según las organizaciones salvadoreñas de derechos humanos, un tercio de las personas que habían sido privadas de libertad bajo el estado de excepción no pertenecían a pandillas ni tenían antecedentes penales de ningún tipo, lo que reflejaba la aplicación indiscriminada de tales medidas a toda la población.” Un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ratificó lo dicho.
Una lectura de El Faro da cuenta del horror que allí se vive. Bolivia no tiene nada que copiar de Bukele, ni sus cárceles ni su reelección forzada, ni la persecución de periodistas. Es un remedo del trumpismo con respecto a los derechos de las mujeres, el cambio climático y otros males.
El Salvador es lo menos parecido a una democracia. Cuidado con que algún tiktokero se emocione y lo abrace más de la cuenta. Es hora de recordar a la mamá que nos enseñó a tener cuidado.
Sonia Montaño Virreira es feminista.
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