El anterior fin de semana Bolivia vivió uno más de los conflictos a los que ya estamos acostumbrados, con un alto nivel de resiliencia e iniciativas ciudadanas para combatir los incendios, porque la atención de quienes gobiernan está en la pelea del expresidente y el Gobierno actual, mientras tanto se pierden flora y fauna y las pérdidas son las de ahora y las de los años venideros.
El presidente de Bolivia, Luis Arce Catacora, y varios de sus ministros se han llenado la boca, como suelen hacerlo, con las palabras “pueblo”, “madre tierra” y otras, también con la palabra “democracia”, alegando que la marcha liderada por Evo Morales era una provocación y aunque no están tan lejos de la realidad; el punto en cuestión es que el Gobierno habla de defender la democracia, pero apoya a un dictador, al señor Nicolás Maduro, por tanto tenemos otra vez, dentro de la sumatoria de contradicciones, el hecho antagónico de defender la democracia y defender un ejemplo de autoritarismo secante.
Es de conocimiento de todos que la pelea entre Luis Arce y Evo Morales es una cuestión interna del MAS, que luchan por la sigla y por la candidatura y que probablemente termine en un abrazo “porque pide el pueblo” y la designación de algún candidato títere; lo malo es que esas diferencias las han convertido en un asunto de Estado, craso error de Gobierno o cortina de humo, para no tener que enfrentar algo que realmente le preocupa a la gente: la subida de precios de productos, la ausencia de dólares, el asunto del combustible y la desinstitucionalización en todas sus aristas.
Solamente considerando los países vecinos, excepto Brasil, nadie ha reconocido el resultado electoral publicado por el Gobierno venezolano; Brasil se ha mantenido neutro en su posición, y vergonzosamente. el gobierno de Bolivia, que dice que defiende la democracia, ha manifestado felicitaciones al que es presidente de Venezuela desde 2013.
Resulta casi cotidiano hablar de proteger a la madre tierra, pero quemar sus bosques; hablar de medioambiente, pero contaminar el agua y el aire; hablar de la importancia de los pueblos originarios, pero quitarles su presente y futuro; hablar de los indígenas, pero ejecutar grandes desfalcos a nombre de ellos; decir que gobiernan para el pueblo, pero hacer y deshacer en función a intereses específicos de algunos sectores como el asunto de la ley de pensiones y el favorecimiento de los aportes para personas del sector minero. En fin, la lista es larga.
La canciller Sosa pidió ante la Asamblea de las Naciones Unidas el acompañamiento de los países miembros para fortalecer la democracia boliviana. ¿Será posible ese acompañamiento considerando que somos de los pocos que ha socapado al gobierno antidemocrático de Maduro?
La canciller también pidió el acompañamiento para mantener y fortalecer la institucionalidad; olvida que comenzando por el manejo de la política exterior y terminando por ítems para salud y educación, el gobierno ha perdido toda institucionalidad. Hasta ahora todo se ha estado manejando sin considerar méritos ni habilidades técnicas, sino la conveniencia, el castigo, y la relación y acciones convergentes al MAS.
Cecilia Vargas es médica y catedrática universitaria.