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Intensamente | 12/07/2024

Zúñiga, el hijo de mis entrañas

Carlos Hugo Laruta
Carlos Hugo Laruta

En la etapa democrática que hoy viven América Latina y Bolivia, y en el afán de entender el nuevo rol de las Fuerzas Armadas (con énfasis en la acción individual de algunos de sus miembros), se ha hecho un primer ejercicio sobre el papel desempeñado por el general Willams Kaliman en la crisis política de noviembre 2019 y por el general Juan José Zúñiga en la reciente crisis de junio de 2024 (ver en Brújula Digital: Kaliman y Zúñiga: falsos conejos del menú populista).

Para continuar con el análisis y tratar de entender lo ocurrido el 26 de junio y sus posibles perspectivas de evolución, trataremos ahora de responder a la pregunta ¿cuál es la matriz o las entrañas que dan origen a la identidad básica de la figura de Zúñiga como cabeza de la asonada militar?

1. La matriz populista que forma caudillos militares

Hay ciertas constantes de la relación entre momentos populistas y caudillos populistas en nuestra historia boliviana. Si pensamos en el general Manuel Isidoro Belzu como el primer caudillo populista de la naciente república en el siglo XIX, veremos que su contexto de aparición fue el incipiente cholaje mestizo que ingresaba en la vida política nacional, propiciando el surgimiento de caudillos militares que una vez en el poder (1848-1855) se embarcó en acciones de lucha contra lo “señorial” que estaba vigente y duró casi hasta la revolución del 52.

No había aun partidos organizados e ideológicos sino facciones militar-civiles con reivindicaciones sociales. Y, el partido belcista, por ejemplo, logró diputaciones en la Convención de 1851 y a través de ellas logró la ratificación del artículo constitucional que brindaba libertad a los últimos y poco numerosos esclavos negros sobre todo de las haciendas yungueñas. El actor, Belzu, fue un militar carismático con masas de seguidores civiles y militares. La momentánea debilidad de las elites tradicionales, posibilitó el surgimiento de una matriz militar-civil chola y mestiza que fue la matriz populista de la que emergió el tata Belzu.

Otro tanto, con diferencias de tiempo y contexto desde luego, fue el caso del general René Barrientos, quien desde el fuerte corporativismo –intencional, desde luego– que marcó la vida de la revolución de 1952 (corporativismo minero, campesino y también militar), pudo ser electo como candidato a vicepresidente en la Convención del MNR a inicios de 1964 y aprovechar sus dotes de buen orador y quechua hablante para seducir sobre todo a las masas rurales cochabambinas.

Hasta aquí, todo marchó bien. Pero el entorno de la Guerra Fría, la ingobernabilidad política interna y la intromisión de la ex URSS a través de Cuba y el Che Guevara, terminaron de retirar el cariz populista de Barrientos y convertirlo en el duro militar que murió en un accidente de helicóptero, dando espacio al surgimiento de la crisis posterior de Ovando, Torres y Banzer. Sin embargo, es claro que Barrientos como caudillo militar nació de las entrañas populistas del MNR-COB, que fueron las que dieron origen al “general del pueblo”.

En resumen, ciertos circunstancias populistas o regímenes populistas fueron las entrañas desde las cuales surgieron caudillos mesiánico-militares en Bolivia. Es decir, los militares populistas no caen del cielo, surgen muchas veces intencionalmente de unas matrices que, más o menos sistemáticas o más o menos organizadas, les dan origen e identidad.

2. Zúñiga, o el hijo de las entrañas del populismo masista

¿Quién fue el general Zúñiga durante los gobiernos de Evo Morales y Luis Arce?

Con la llegada de Evo Morales al poder en 2006 se produjeron segmentaciones y fracturas en varios sectores sociales urbanos, incluyendo la clase media tradicional a la cual pertenecía la mayoría de los oficiales de las Fuerzas Armadas bolivianas. Esta ruptura empezó a visibilizar a quienes eran proclives al seductor discurso populista que reivindicaba al “verdadero pueblo” (contrario al concepto de pueblo como ciudadanía total que es propio de la democracia) y puso bajo la influencia de la ideología marxista-indigenista-popular a algunos niveles de la estructura de mando de las Fuerzas Armadas.

Desde esta segmentación interna a los oficiales de alta graduación pertenecientes a las Fuerzas Armadas, dos generales destacaron por su relación carnal con el mismísimo caudillo populista los generales Kaliman y Zúñiga. Ambos fueron parte de la otorgación de tareas especiales que Evo primero y Arce después asignaron a las Fuerzas Armadas en busca de su lealtad y cooptación política. En ese marco, en 2013, cuando Zúñiga era comandante de un regimiento en Viacha, fue acusado de haber desviado dineros públicos y la sanción fue un irrisorio arresto por una semana.

Mientras ocurría todo esto, en el marco de un detallado plan de la inteligencia cubana, Zúñiga, como parte de un grupo de oficiales de nivel alto (capitanes, mayores, coroneles con mando de tropa y por lo tanto con capacidad de incidencia en decisiones políticas), grupo conocido bajo el nombre informal de “pachajchos” en apelación a los camiones de alto tonelaje), al parecer ya estaba actuando como si fuera el jefe de la célula militar del MAS (al estilo de Barrientos). Es posible que haya empezado –como también lo hizo Barrientos– a relacionarse políticamente con algunos dirigentes de organizaciones sindicales del Pacto de Unidad, lo que incluso llevó a algunos medios de comunicación le llamen “el general del pueblo” (también igual que a Barrientos).

En resumen, Belzu y Barrientos nacieron de sus matrices populistas respectivas. En este siglo XXI, producida la segmentación/fractura de las Fuerzas Armadas entre los institucionalistas y los “leales al proceso de cambio”, los generales Kaliman y Zúñiga fueron criaturas político-militares formadas intencionalmente en las entrañas mismas del régimen populista del MAS-IPSP. Su relación corrupta, prebendal, clientelar, su sumisión ante el discurso de que el MAS es el único y verdadero representante del “pueblo” (el eje de la ideología populista), son la sangre que alimentó y aun alimenta a estas criaturas.

Pero su función, y Zúñiga no es un individuo aislado en este plan, al igual que el de los pachajchos, es precisamente ser piezas de sustitución momentánea de la civilidad populista frente a algún tipo de crisis para mantener –sin embargo– viva la línea del “proceso de cambio”. Zúñiga es criatura intencional que emerge de las entrañas del régimen populista. Pero no es el único que está en plena formación. Habrá que estar atentos.

Carlos Hugo Laruta es sociólogo y docente investigador de la UMSA.




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