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Intensamente | 18/12/2025

Fondioc: la captura clientelista y corrupta de los indios

Carlos Hugo Laruta
Carlos Hugo Laruta
El populismo en América Latina es conceptualizado como un régimen político que se sostiene en la visión maniquea (dualizada, polarizada) de la sociedad –el "pueblo puro" versus la "élite corrupta"–, donde el líder mesiánico se erige como el único depositario de la voluntad popular, destruyendo las instituciones de la democracia.

El escándalo del Fondo de Desarrollo Indígena Originario Campesino (Fondioc) en Bolivia ofrece una demostración empírica y devastadora de cómo esta arquitectura populista se materializa y se sostuvo a través de las estructuras de clientelismo y prebenda que organizó el gobierno del MAS-IPSP.Fondioc, prototipo del populismo MASista

Identifiquemos a los actores que participaron del modelo de articulación entre el gobierno y una parte importante de la sociedad civil boliviana. 

Primero, quienes fueron los capturadores: la élite política compuesta por gente del partido comunista, socialista, García Linera y sus amigos, indianistas radicales, algunos exguerrilleristas, y otros grupos menores; es decir, la crema y nata de la izquierda boliviana que bajo la sigla del MAS-IPSP gobernó en Bolivia desde 2006 hasta el 2025, gestando un modelo “especial” de relación del Estado con las organizaciones sociales sobre todo rurales.

Segundo, los capturados. Los cientos de miles de campesinos indios, sobre todo del occidente boliviano que están afiliados a las grandes organizaciones del mundo rural y provincial, las enormes Csutcb, Bartolinas, colonizadores y Conamaq en los valles y altiplano, y la Cidob en las tierras bajas de Bolivia.

Tercero, los intermediarios clave de la captura. Los dirigentes sindicales de esas organizaciones sociales, en muchos casos cooptados por los partidos comunista, socialista e indianista. 

Desde el Fondioc, estos tres actores (Estado–dirigentes–bases campesinas) fueron parte del prototipo organizativo del populismo MASista, y como modelo  de articulación entre Estado y sociedad fue replicado luego en varios ministerios del Poder Ejecutivo. Asi estructurado, fue parte del bloque de poder durante dos décadas.

El caudillo y la captura estilo p'aqpaku
El populismo MASista encarnó la personalización del poder como una característica central, donde la legitimidad recae en la figura del líder. El caso del Fondioc ejemplifica esta tesis: el gobierno de Evo Morales no solo utilizó el Fondo, sino que lo convirtió en la "maquinaria perfecta" para consolidar un régimen cuyo caudillo "creía que encarnaba la voluntad de Dios y de la historia".

El Fondioc, en esta lógica, fue la "obra maestra" para la "restitución del honor indio", una narrativa mentirosa que glorificaba al "sujeto histórico transformador de la sociedad". Esto concuerda perfectamente con la tesis del líder populista que utilizó un discurso de reivindicación histórica del indio para cimentar su conexión directa con las masas, haciendo que el apoyo estatal se reciba como un favor particularizado del líder, y no como un mecanismo técnico de desarrollo rural sujeto a controles y auditorias, como debió ser el Fondioc si hubiera sido un mecanismo democrático de atención al desarrollo rural del occidente.

Estructura de prebenda y clientelismo del Fondioc
La base de apoyo del populismo es el clientelismo político y la prebenda económica, mecanismos que utilizan los recursos del Estado para beneficiar a grupos selectos a cambio de lealtad política en las calles y apoyo electoral en las urnas. El Fondioc operó precisamente así. 

La prebenda fue el uso discrecional de la plata del Estado. El Fondioc, con su "montón de dinero", se convirtió en un "botín" del gobierno. Los burócratas y, sobre todo, los dirigentes de la Csutcb, Bartolinas, colonizadores, Conamaq y Cidob, fueron cooptados y puestos en el directorio. 

Al ver "brillar el dinero", estos dirigentes se volvieron "cogobernantes" y "ponedores de los técnicos", transformando su rol de entidades de control a decisores–ejecutores–beneficiarios del Fondioc; es decir, los dirigentes de modo antidemocrático (en democracia se separan estos roles) fueron Estado y sociedad al mismo tiempo.

El clientelismo se vio cuando la platita estatal, que estaba destinada a miles de pequeños proyectos ("la proyectitis") de las comunidades, fue apropiada por los dirigentes sindicales, parcial o totalmente, bajo distintas formas; mientras sus bases ofrecían a cambio –sin controlar y sin pedir garantías técnicas– su "apoyo político" al gobierno.

Consecuencias: daño a los indios y a la democracia
Así, la forma en que funcionó el Fondioc generó una "corrupción estructural". Su modelo de relación gobierno–dirigentes sindicales, que no diferenció lo que era Estado de lo que era sociedad, fue un plan perverso. El MAS-IPSP ajustó la ley de su funcionamiento a su interés partidario.

No le interesó la garantía técnica de los proyectos aprobados, ni quiso ejercer el control legal sobre el uso del dinero púbico que manejaba. Al MAS-IPSP solo le interesó capturar a los indios para convertirlos en aliados que los defiendan en las calles y que voten por ese partido en las elecciones. 

El MAS-IPSP utilizó la necesidad de atención estatal de las comunidades indígenas, originarias y campesinas para subordinarlas a su “maquinaria perfecta” de clientelismo y prebenda, que fue el Fondioc, y el desarrollo rural programático se desvió hacia la ineficiente "proyectitis" técnicamente insolvente y corrupta. 

Pero el mayor daño fue que introdujo la desconfianza al interior de dichas comunidades y, con esto, ocasionó el profundo desprestigio de todo lo referido a su identidad india (organización, reivindicaciones, etcétera). 

Costará mucho que este actor salga de los lazos corruptos de captura que le tendió el MAS-IPSP para presentarse, quizá, algunos años más adelante, con un rostro renovado y propositivo ante el resto de la nación boliviana, a la que pertenece con legítimo derecho. Pero el daño ya está hecho. Y sabemos quién es el responsable.

Carlos Hugo Laruta es sociólogo.


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