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Mirada multidimensional | 06/08/2024

Venezuela, un país donde lo imposible es posible

Rolando Morales
Rolando Morales

En los años 60, el Gobierno de Venezuela otorgaba becas fabulosas a algunos jóvenes para que estudien en Europa; el monto de éstas llegaba a triplicar los de otras becas. En la facultad de economía en la Universidad de Ginebra tenía unos 10 compañeros venezolanos becados. Con sus becas, lograban comprarse automóviles deportivos Lancia que entonces estaban de moda. Ninguno de ellos logró vencer el primer año. Todos ellos hacían parte de lo que hoy Milei llama la “casta” y que Chávez los bautizo de “escuálidos”, eran hijos o amistades de las elites económicas y políticas que gobernaban Venezuela.

Entre 1973 y 1993, dos partidos en Venezuela, igual de corruptos, se turnaban en el poder: Acción democrática, de tendencia socialdemócrata (sus miembros eran conocidos como adecos) y COPEI, de tendencia socialcristiana. Eran años en que a la economía venezolana le iba bien debido a sus millonarias exportaciones de petróleo; sin embargo de ello, acumuló una importante deuda externa. A los miembros de la casta se los veía hacer comprar millonarias en los supermercados de Miami. El pueblo se debatía en situaciones económicas precarias mientras que la casta se llenaba los bolsillos haciendo negociados con y en el sector público. A uno de los presidentes de la casta se le acusó de haber robado 5.000 millones de dólares con la ayuda de su amante que era la que administraba los dólares.

En los años 90, Venezuela era conocida como uno de los países más corruptos de la orbe y con más desigualdad de ingresos y oportunidades. Frente a esa situación, emergió con gran apoyo Hugo Chávez, que no hacía parte ni representaba a la casta; ganó las elecciones en 1998 y gobernó, inicialmente, entre 1999 y 2001 y posteriormente hasta 2013. Su discurso estuvo centrado en el combate a la corrupción y al imperialismo que presuntamente apoyaba a la casta. Las personas en medios populares y la clase media le dieron su apoyo entusiasta.

Chávez centró sus políticas en implementar una serie de reformas sociales. Su Gobierno nacionalizó industrias estratégicas, creó los consejos comunales de participación democrática e implementó las misiones bolivarianas para ampliar el acceso de la población a la alimentación, la vivienda, la sanidad y la educación. Recibiendo grandes beneficios por la venta de petróleo y con la caída de los índices de pobreza y las mejoras en la alfabetización y la igualdad de ingresos, la calidad de vida mejoró entre 2003 y 2007. Empero, al final de la presidencia de Chávez, la economía empezó a tambalear, aumentó la pobreza, la inflación, la escasez de alimentos y la crisis energética, todo ello debido a las equivocadas acciones económicas de su Gobierno y, sobre todo, por el boicot que Estados Unidos propició. El país experimentó un aumento significativo de la criminalidad, de la tasa de homicidios y de la corrupción

En la buena tradición latinoamericana, Chávez y sus seguidores hacían discursos furibundos contra Estados Unidos, lo que a su vez provocó la reacción desmedida del país del norte plasmada en el boicot económico mencionado, secundado por la Unión Europea y algunos países latinoamericanos, lo que llevó a Venezuela a alinearse con China, Rusia y los países del continente que le mostraron simpatía: Argentina, Cuba, Nicaragua, Brasil, Perú y Bolivia. Tuvo un papel decisivo en la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, el Banco del Sur y la red de televisión regional TeleSUR.

En 1913 falleció, dejando el gobierno en manos de Nicolás Maduro y de la élite chavista. El nuevo Gobierno fue una continuación del anterior. Cometió los mismos errores en economía, pero continuó con el apoyo a los sectores populares, presuntamente se agravó la corrupción y fue víctima del endurecimiento de las sanciones gringas y europeas.

El año 2019, se dio un fenómeno rocambolesco. Un señor de nombre Juan Guaidó, que terminaba de concluir su mandato de presidente de la Asamblea Nacional, se proclamó presidente de la república; en solitario andaba por las calles de Caracas vociferando contra el chavismo. Sorprendentemente, Estados Unidos y otros 30 países decidieron reconocerlo como presidente sin ninguna base legal o constitucional.

El año 2018, Maduro llamó a elecciones en las que no quiso participar la oposición. Obviamente las ganó, pero mucha gente en Venezuela y en el mundo las objetó pues se observó que no había las condiciones institucionales suficientes para el juego democrático.

Todo hace presumir que en las últimas elecciones hubo un fraude descarado a fin de permitir que Maduro ejerza la presidencia por un periodo más. Incluso gobernantes que eran conocidos por su simpatía con el régimen venezolano, como Lula, López Obrador y Petro, manifestaron su preocupación por la falta de transparencia de este proceso. El nuevo contexto internacional al que se enfrentará Maduro, si insiste en que fue el ganador de los comicios electores, no le será favorable. Al interior, también le será difícil gobernar. Todo ello puede plasmarse en mayor aislamiento y pobreza para Venezuela. En caso de que a la oposición se le reconozca su triunfo, ¿los nuevos gobernantes apoyaran a la casta para volver al poder?

Rolando Morales es PhD en economía.




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