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Filia Dei | 10/01/2022

Usura, desorden y vacunas

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

Un clásico en Bolivia es hacer todo a último momento. Estos días ya tocaba tercera dosis para algunos en casa y estaba planificado el día. Olvidamos como corderos que el resto no planifica.

Ante la decidía de la población a vacunarse, y cuando quemaban las papas, así empezó otra aventura en nuestro oh bello país.

Lo primero que molesta es la usura de algunos locales que a río revuelto de tener que presentar fotocopia del carnet, ellos hacen ganancia segura. Fotocopia de una cara a 50 centavos. No, no era de carnet. Era una sola hoja. A ver si al final del día hacen un mea culpa de su usura.

Claro que este "avivamiento" no sucedería si Bolivia dejara de ser el país de la fotocopia, fotocopia legalizada y la carpeta amarilla.

Acá viene el detalle de no contar con sistemas digitales eficientes y oportunos. Nunca entendí porque había que presentar fotocopia de la primera dosis. Y estos días muchas personas apuntando que la aplicación para celular no siempre funciona.

Por si fuera poco, los que se vacunaron fuera del país, primero debían emprender otro trámite para obtener una traducción legalizada del carnet emitido fuera de Bolivia. Y luego llega la contra orden. No dudo que hubo gente que de buena fe logró hacer la traducción oficial.

El otro drama inicia en las filas de espera, donde a pesar de que ya son varios meses de administrar vacunas, sigue imperando el caos, más ahora que hasta niños ya pueden vacunarse.

Así que el plato está servido. Primeras, segundas, terceras dosis, para adultos, jóvenes y niños. No se pensó designar algunos horarios solo para niños y jóvenes, un día para los que solo buscan la tercera… o cualquier otra planificación.

Eso, a veces olvido que en el país imperando la improvisación y planificar es cosa de locos. Acá surge el otro problema. Los coladores de fila. Un clásico que no podía faltar.

En algunos puntos desde el equipo que vacuna hay una manera de organizar. En el punto que fuimos, los mismos ciudadanos empezaron a organizar por lista con nombre. Pero no falta la gente que sin preguntar, hacen fila.

Resulta que algunos lugares tienen vacunas limitadas. Y no en todo recinto hay para jóvenes o niños. Entonces no hay muchas dosis en todo centro de salud. Por ello parece que resulta fácil decir: "aquí deje mi fila" o "estaba desde temprano, un rato no más me fui".

Por aún, hay centros municipales que empiezan 11:30 a vacunar y luego paran para el cambio de turno y la gente haciendo fila desde las 8 o más temprano tiene que esperar la pausa del almuerzo. ¡Qué bonito!

Y no faltan los que venden un espacio en la fila. Hay de todo en este caos. Aún con todo el afán de los primeros días, aún no llegamos ni a la mitad de población con la primera dosis.

Podría ser frustrante esta realidad. Lo cierto es que no solo Bolivia tiene una parte de la población opuesta a las vacunas. Comentaba con un conocido que vive en Alemania y allá la situación en algunos estados es similar en cuanto a los antivacunas.

En este aspecto, el problema es contar con una baja cultura científica. Hoy cualquiera puede ser "experto". Sólo basta ver unos videos o hacer caso al tsunami de cadenas de bulos que corren en las redes sociales.

Toda esta experiencia, reafirma el trabajar en cultivar la honestidad desde casa y con los jóvenes, alentar el gusto por la ciencia, el orden y la planificación, para que luego no anden citando un video como fuente absoluta de información. Que la imprudencia o ideologías no ganen esta batalla y a cuidarse.

Cecilia González Paredes M.Sc.

Especialista en Agrobiotecnología



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