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02/03/2023
Cañón de Futuro

Uno de los siete misterios del universo

Ilya Fortún
Ilya Fortún

Imagine, querido lector, un dialogo con un extraño que le pregunta cuales son sus ingresos familiares, y usted le responde con absoluta sinceridad que usted gana cien al mes, que su mujer gana también 100 todos los meses, que entre los dos ganan 200, pero que sus egresos mensuales desde hace años (sin recurrir a préstamos), son de 300.  Imagine que, lógicamente, esta persona le preguntará de dónde salen los 100 extras que usted gasta todos los meses, y usted le responde (también con absoluta sinceridad) que usted no lo sabe; que no tiene la más mínima idea, pero que en la realidad, usted hace muchísimos años que gana 200, pero gasta 300, y de verdad no sabe explicar de dónde salen los otros cien, todos los meses de Dios.

¿Parece una locura, no es cierto? Pues bien, parece que la economía boliviana funciona un poco así, y por eso es uno de los siete misterios del universo para expertos y para opinólogos que hace diez años vaticinan sagradamente todos los trimestres, que se avecina de manera inminente un colapso económico porque los indicadores económicos así lo indican.

Las razones que esgrimen economistas serios y bien intencionados para vaticinar el inminente debacle son válidas y están sustentadas no solamente en la teoría, sino en la práctica y realidad de la mayoría de los países en los que los resortes de la economía son identificables y medibles.

No parece ser el caso de nuestro extraño país, en el que al margen de la economía medible y regulable, existen otros mundos económicos alternos que desfiguran los resultados de los métodos convencionales, y que hacen muy difícil explicar el verdadero funcionamiento económico.

Ojo, no soy de esos que afirman que la coca y el narcotráfico lo explican todo y que en realidad vivimos de la pichicata y de sus actividades conexas; la mayoría de los economistas, incluido los más pesimistas, estiman cifras relacionadas al narco, que en ningún caso superan el 5% de nuestro PIB.

Lo que creo que ocurre es que, además del narco, existen un montón de economías subterráneas e informales, que no siempre alcanzan a ser medidas y reflejadas en las cuentas nacionales. No solamente estamos hablando entonces del narcotráfico y el contrabando (que explica la vida económica de millones de ciudadanos bolivianos), sino de una colección de sub mundos económicos que responden a una manera de vivir y de coexistir distinta a la de otros países y culturas, y que, pese a ser profundamente capitalistas, no se comportan obligatoriamente de manera clásica.

Dicho de otra manera, somos un país atípico en el más profundo sentido de la palabra, en el que la economía se mueve de manera no completamente mensurable y en el que los indicadores económicos formales no reflejan la totalidad de la foto. Por eso que el anunciado lobo nunca llega.

¿Quiere decir entonces que la economía está bien, que nuestros problemas son pasajeros, que estamos blindados y toda la sarta de falacias que hicieron celebre a Arce en coyunturas internacionales de vacas gordas son ciertas? De ninguna manera; los problemas económicos que tenemos son graves y son producto de la irresponsabilidad y de la demagogia populista de Morales y Arce durante tres lustros, pero creo que los masistas saben que, independientemente de los que dicen las cifras, hay unos márgenes invisibles que permiten que la máquina siga funcionando y tarde más en fundirse (probablemente mucho más de lo que se piensa).

Quienes están pensando que el gobierno va a tomar medidas como la devaluación, la reducción de subsidios o la contracción del gasto público para evitar que el motor se funda, están para variar en la estratósfera. Nuestro presidente/cajero no devaluará ni hará un gasolinazo, porque sabe que si lo hace su gobierno se caerá (y el primero en la fila para tumbarlo será el huido). Antes de de hacer eso el gobierno venderá a precio de remate no solo las joyas de la casa, sino hasta las macetas, y terminará de destruir la economía si es necesario.

Todo lo que digo es relativo y está sujeto a discusión, pero de lo que no tengo duda es que no serán rumores sobre una corrida bancaría los que obligarán al gobierno a tomar medidas que lo conduzcan a su caída. Los ingenuos que creen que eso podría suceder, no hacen otra cosa que reforzar el mito de que Arce es un genio de la economía, pues la gente asume que, cómo nuevamente no ha ocurrido el descalabro de la economía, eso quiere decir que es gracias a que el presidente es un capo. 



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