En un alarde de ingenio democrático, en su reciente mensaje presidencial del 6 de agosto, Luis Arce ha sugerido una serie de preguntas para el referéndum del 1 de diciembre orientado a resolver los enormes problemas que afectan la frágil estructura del país: subvención de los hidrocarburos, para solucionar la aguda crisis económica; distribución de escaños, para remediar los complicados riesgos de la representación desigual en el país (después retirada por el Ejecutivo); y, la consulta acerca de la reelección presidencial, para enmendar los difíciles problemas de gobernabilidad. ¿Tienen sentido realmente este laberinto de votos? ¿Con un “sí” o un “no” en una papeleta se podrá mágicamente transformar la realidad del país? En este artículo se intenta demostrar las debilidades de cada una de estas consultas como ejercicio de democracia directa y participativa.
Subvención de los hidrocarburos. Las dos preguntas para suspender la subvención de los hidrocarburos (diésel y gasolina) podrían considerarse innecesarias por varias razones: primero, la suspensión de las subvenciones podría tener un impacto negativo inmediato en la economía y en la calidad de vida de los ciudadanos, especialmente para las clases más vulnerables.
Esto podría generar descontento social, manifestaciones y disturbios, como se ha visto en el pasado con decisiones similares en Bolivia y otros países; segundo, se podría argumentar que el Gobierno y el Legislativo ya están facultados para tomar decisiones de política económica sin necesidad de referendos, ya que los ciudadanos han delegado esa responsabilidad a sus representantes a través de elecciones democráticas; tercero, la decisión sobre la suspensión de subsidios es una cuestión compleja que implica consideraciones técnicas y económicas profundas, que pueden no ser fácilmente comprendidas por la población general; cuarto, convocar un referéndum para cada decisión de política pública importante podría establecer un precedente que comprometa la capacidad del gobierno para tomar decisiones rápidas y efectivas en el futuro.
En síntesis, estas preguntas resultan innecesarias debido a los potenciales riesgos económicos y sociales y la complejidad técnica de la decisión.
Distribución de escaños. Una pregunta sobre la distribución de escaños, como la anunciado por el presidente Luis Arce, aunque después retirada, puede ser vista como innecesaria por varios motivos. Por un lado, la distribución de escaños suele ser un asunto técnico que requiere un profundo entendimiento de demografía, geografía y política; los expertos en estas áreas están capacitados para realizar cálculos precisos y justos; consultar a la población en general sobre un tema tan especializado podría resultar en decisiones mal informadas que no necesariamente reflejan la mejor solución técnica.
Por otro lado, una pregunta de referéndum sobre un tema técnico puede ser susceptible a la politización; las campañas a favor o en contra pueden centrarse en aspectos superficiales o manipular la percepción pública, en lugar de fomentar un debate informado sobre la equidad y la representación; esto podría llevar a resultados que no necesariamente reflejan la solución más justa. Finalmente, si la población toma una decisión sobre la distribución de escaños sin una comprensión completa, esto puede resultar en una configuración que afecte negativamente la gobernabilidad y la estabilidad política; una redistribución mal gestionada podría tener consecuencias adversas para la representación y la eficacia del gobierno.
Reelección presidencial. Esta pregunta puede considerarse ociosa por varias razones. Primero, Bolivia ya tiene un marco constitucional y legal que regula la reelección presidencial; la Constitución de 2009 y las reformas posteriores establecen claramente las reglas sobre la reelección, incluyendo la limitación de mandatos; cualquier cambio en estas reglas requeriría una reforma constitucional, un proceso que ya está definido y que involucra un debate y consenso legislativo más profundo que un simple referéndum.
Segundo, la reelección es un tema altamente politizado y un referéndum podría ser manipulado para beneficiar a ciertos intereses políticos; las campañas a favor o en contra podrían centrarse en temas emocionales o políticos, en lugar de proporcionar un debate informado y equilibrado sobre la cuestión de la reelección.
Tercero, en un contexto donde el país debe enfrentar desafíos económicos, sociales o políticos urgentes, centrar la atención en un tema sobre la reelección puede desviar el foco de problemas más acuciantes; priorizar el debate sobre la reelección sobre otros temas importantes podría percibirse como una falta de enfoque en cuestiones que afectan directamente a la vida de los ciudadanos.
De esta manera, si estas preguntas son llevadas a cabo, con seguridad no conseguirán los resultados esperados; y, si no se realizan, no pasarán de ser una intrascendente cortina de humo.
Eduardo Leaño es sociólogo.