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30/01/2022
Filia Dei

Un Chile sin producir hortalizas ni fruta

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

Dentro de las discusiones que lleva adelante la Convención Constitucional, recientemente, ha surgido una que podría afectar la producción agrícola chilena, en aras de una soberanía alimentaria.

El tema inició cuando la comisión de Medio Ambiente presentó su propuesta sobre el tema alimentario, haciendo bandera de la soberanía alimentaria, pero que detrás plasma claramente la falta de preparación y conocimiento técnico de la comisión sobre el agro y producción de alimentos.

Hoy se habla mucho de este tema pero hay que ir un poco atrás en el tiempo. La Vía Campesina (LVC) lanzó la idea de “Soberanía Alimentaria” en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996. Según LVC, esta soberanía consiste en el derecho de los pueblos a alimentos sanos y culturalmente adecuados, producidos mediante métodos sostenibles, así como su derecho a definir sus propios sistemas agrícolas y alimentarios. Ahora bien, cabe aclarar que LVC es de corte socialista confuso del siglo XXI.

Digo confuso, pues si bien pareciera lógico exigir una alimentación segura para los ciudadanos de un país, la manera en como lo proponen o como perfilan sus propuestas, siempre conducen a lo contrario. Hambre, pérdida de cultivos, escasez, subida de precios en los alimentos y más. Para muestra, basta recordar un país que hizo caso a estas propuestas: Sri Lanka.

Chile es uno de los principales proveedores de alimentos a nivel Latinoamérica. En recientes declaraciones, el director ejecutivo de la Asociación Nacional de Productores de Semillas - Anpros, alertó que el proyecto normativo presentado, compromete toda la actividad semillera y en general la producción de alimentos. Observa que la comisión desconoce la actividad y la importancia de los mercados internacionales, que compran diversos alimentos a Chile.

Surge de nuevo el fantasma de que es mejor no exportar, pues los que no manejan temas agrícolas, piensan que ahí está la causa de que muchos no tengan alimento. Entonces ¿hay que matar las exportaciones como viene haciendo Argentina con la carne y con ello incentivar el abandono del agro?

Estas propuestas, generalmente tienden a pensar que la producción de alimentos debería ser un acto de caridad. Que tener una ganancia, aplicar mejor tecnología, crecer, al parecer son amenazas y van en contra de la “soberanía alimentaria”. No podía faltar el fantasma de los transgénicos, la modificación genética y los fitosanitarios. Contrasta mucho esta posición ideológica y negacionista con la decisión que recientemente tomó el Consejo de Estados en Suiza, que hace poco tomaron la decisión de no incluir la herramienta de la edición genética en la moratoria de OGM.

Suiza, se une a los países como Japón, Canadá, Estados Unidos, Argentina, Brasil, Paraguay, Colombia, Israel que optan por realizar la ciencia y tecnología en sus países, gestionando la soberanía científica y generando sus propias soluciones ante distintas necesidades.

Rinat Ratner, nutricionista y directora de la carrera de Nutrición de la Universidad del Desarrollo, declaró que “el Estado debería preocuparse de que el país camine hacia una alimentación saludable que sea diversa y que favorezca la producción nacional con un énfasis de economía circular". Bioeconomía.

Es precisamente este modelo el que busca aprovechar mejor los recursos renovables y no limitar la innovación ante este tipo de propuestas cargadas de ideologías populistas, que solo conducen a situaciones de hambruna y desesperación. Chile no podrá alimentarse solo de cochayuyo, tomate, quinoa, papa, frutillas, y algunas bayas como murta y maqui.

Cecilia González Paredes M.Sc.

Especialista en Agrobiotecnología



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