¡Feliz Pascua! El acontecimiento
que marca el triunfo del Hijo de Dios sobre la muerte y abre el camino para que
todo aquel que deje su vida de pecado, se arrepienta y siga a Jesús, pueda al
final de los tiempos alcanzar también esta vida eterna.
Actualmente, y bajo la influencia de un mundo más ocupado de lo material, la Pascua se ha reducido a simplemente el domingo luego del Triduo Pascual. El afán por comprar y comer chocolate en forma de huevos o conejos, ha reemplazado la reflexión sobre lo que significa este triunfo del Dios encarnado.
Más aún, la mayor parte piensa que la Pascua se reduce a un solo día. Pues no, semejante celebración merece un tiempo especial de gozo. Son cincuenta días de Pascua, que culminan con la fiesta de Pentecostés, día que recordamos el envío del Espíritu Santo, para que los discípulos fueran fortalecidos y pudieran llevar el Evangelio a todas las naciones.
La Pascua no tiene sentido, si durante la Cuaresma no hubo el recogimiento, tiempo de penitencia y peor, si a diario no se acepta la cruz que se nos asigna. Hoy, suma que la epidemia, restringe muchas de las celebraciones que permiten a un fiel ir recorriendo el tiempo previo a este tiempo de celebración.
Hasta el inicio de la cuarentena, estuve durante 4 años, descubriendo lo impactante de una Semana Santa completa. ¿Alguna vez pudo estar en el rezo del Oficio de Tinieblas? Esta tradición y muchas otras, fueron para mi totalmente nueva, ya que en Bolivia se ha perdido por completo estas celebraciones de la Semana Santa.
Para la mayoría, incluso muchos católicos, la Semana Santa es un feriado más, en el que hay que viajar. En varios países, es el tiempo de la playa. Este año, sin cuarentena, la aglomeración de los que fueron de vacaciones, probablemente concrete la tercera ola.
Esta semana, que inicia el domingo de ramos, no el jueves santo, debería ser el periodo, donde los fieles, más que pensar en vacaciones, piensen en la salvación de sus almas. Este año, fue evidente que no podría concretar mi escape a una verdadera Semana Santa. Las transmisiones en vivo por internet, son al menos es un pequeño consuelo que ayudan a contemplar la vía dolorosa que aceptó Jesús, manso y humilde.
Es así, que uno puede entrar a comprender esto que a muchos siempre es incómodo. El tema del sufrimiento y las pruebas. Cierto es que este virus, nos deja ante más pruebas a muchos, ante la pérdida del trabajo o carestía que tendremos que afrontar en nuestras familias.
Y entonces, a muchos les costará aceptar el gozo de un tiempo de Pascua. Pero para el que medita el misterio de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, se abre el camino de la esperanza. Esta es la virtud del cristiano, que no se desmorona ante las vicisitudes y dolores que atravesamos en este valle de lágrimas.
Ya lo había mencionado, pero esta esperanza es la que nos alimenta un gozo que el mundo apegado a sus pasiones, no comprende. El tiempo de Pascua, es propicio para alimentar esta esperanza en nuestros corazones y dar testimonio de que Jesús ya venció sobre el mal.
Como Cristo resucitó de muerte a vida por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida (Rom 6, 4). Debe advertirse que la vida vieja es la vida terrestre, consumida por la vejez de los pecados, según aquello de Jeremías: Hizo envejecida mi piel y mi carne (Lam 3, 4). A lo que dice la Glosa: De ahí que gima el alma, cuando es envejecida exteriormente como la piel, y la conciencia interiormente hermosa se consume como la carne, corrompida por el pus del pecado. Pero la nueva vida es vida celestial, que debe ser renovada de día en día por la gracia, según aquello: Renovaos, pues, en el espíritu de vuestro entendimiento (Ef 4, 23). Santo Tomás de Aquino - Meditaciones.
Cecilia González Paredes M.Sc.
Especialista en Agrobiotecnología