El descontento popular que se vive en varios países de la región se ha generado por el retroceso en el bienestar y la calidad de vida que se ven reflejados en la pérdida de poder adquisitivo, el desempleo y el deterioro de los beneficios sociales, económicos y culturales. Según algunos economistas, esta situación se ha dado por la reducción del auge de las materias primas y las limitaciones de los indicadores de la desigualdad.
El estancamiento económico y social está dando como resultado un retroceso de la izquierda en algunos países de Latinoamérica. El desplome de las materias primas se ha traducido en una caída de la tasa de crecimiento del ingreso por habitante. El descontento se viene manifestando en movimientos de protesta y el voto popular en contra de los partidos en el gobierno, a veces independientemente de su tendencia ideológica. Son votos de protesta más que un giro hacia las políticas económicas de la derecha, son un rechazo a una serie de déficits económicos, sociales y deficiencia en los servicios públicos.
Entre la gente que rechaza a tendencias políticas de izquierda, están l@s que votaron durante años por estos partidos que se afincaron en el poder y no están dando respuestas reales a los problemas y necesidades de la gente. La corrupción e ineficiencia administrativa son otros problemas que impiden que los progresismos estén a la altura de las necesidades de la gente.
En Latinoamérica la ciudadanía cada vez cree menos en el sistema político, en los partidos, en los políticos, sean de izquierda o de derecha, que en la práctica desarrollan políticas cada vez más lejanas a los fundamentos ideológicos y principios democráticos. Lo que busca la gente es que representen los intereses del país y que el crecimiento económico se vea reflejado en sus vidas.
Esta situación es un caldo de cultivo para la aparición de “falsos profetas” como Javier Milei en Argentina que aparece como un aire fresco que irrumpió como una alternativa, algo nuevo que viene con fuerza para destruir todo lo avanzado que lastimosamente se estancó y no está respondiendo a las necesidades de la gran mayoría de la población. La consigna principal de Milei es que el Estado que en estos años se ha agrandado en burocracia, hay que achicarlo, se deben privatizar escuelas y hospitales para ahorrar plata. Todo tiene que ser privado y acabar con la “casta política”.
Sin embargo, “much@s olvidan que lo que ofrece Milei son viejos defensores de la dictadura y ministros de economía que enviaron a millones de trabajadores a la calle durante el menemismo”, según el periodista Luis Bruschtein.
Ya en los países desarrollados han surgido con fuerza movimientos antisistema. En este contexto los gobiernos de la región necesitan mostrar resultados a sus ciudadanos, porque de lo contrario, además del surgimiento de “pajpakus” (vendedores de ilusiones), el escenario político y económico se volverá muy complejo e inestable.
“Milei integra el pelotón de alocados personajes que auspician los poderosos para canalizar el descontento con los gobiernos inoperantes. Derrocha demagogia para capturar el enojo de la clase media y la desesperación de los empobrecidos. Pero su efectiva prioridad es la erosión de las conquistas democráticas logradas al cabo de muchos años de lucha”, acota Claudio Katz.
Es de esperar que los gobiernos progresistas recuperen las reivindicaciones populares, fortalezcan la democracia, cumplan y hagan cumplir las Constituciones, las leyes y las políticas públicas favorables a los avances sociales, medioambientales y culturales.
Elizabeth Salguero es comunicadora social.