Soñar no cuesta nada

Desde El Deber me llegó un mensaje por WhatsApp con una poética introducción: “…septiembre se caracteriza por el entusiasmo de celebrar el aniversario de Santa Cruz. La alegría de las tamboritas anima las calles teñidas del verde/blanco/verde que ondea al viento. Y en ese escenario, queremos contarle a Santa Cruz, a Bolivia y a todos los lectores el anhelo que tenemos de días mejores para todos”. Lo que venía después, era una pregunta que debía responder en un video –no más de 30 segundos–, para difundirlo a través de sus redes sociales.

La pregunta, simple y concreta, rezaba: “¿Cuál es mi sueño para Santa Cruz?”. Medio minuto para describir mi sueño me pareció muy corto. Como pude, grabé el video, pero escribí también esta columna para responder a la provocación. Algunas partes de mi sueño involucran al departamento, Santa Cruz; pero la gran mayoría, a la ciudad en la que duermo, Santa Cruz de la Sierra, mi Sucupira.

Sueño con una Santa Cruz que, más allá del eslogan, sea una verdadera tierra de oportunidades para todos. Que en este departamento de gente emprendedora, solidaria, trabajadora, optimista, hospitalaria, cosmopolita y con una visión universal emerja el nuevo boliviano: sin complejos ni resentimientos.

Sueño que la región nunca se contagie de la incompetencia e ineptitud del centralismo que, en casi 200 años, tiene al país al borde del abismo. Sueño que los que llegan sepan asimilar que aquí, lejos de las dádivas del Estado central, la gente busca y encuentra sus propias respuestas y soluciones para sus problemas.

Sueño que no haya privilegios en función de estatus social, ascendencias u organizaciones secretas. Sueño que quien persevera en el trabajo diario pueda mejorar su calidad de vida con relación a su situación social anterior o lugar de origen.

Sueño que las autoridades departamentales y municipales estén a la altura de los desafíos. Los que tenemos ahora son una pesadilla. Sueño con que los electores no se vuelvan a equivocar al elegirlos.

Sueño con una tierra que sepa aprovechar la fertilidad de su suelo logrando mantener un equilibrio ecológico. Sueño con la posibilidad, cada vez más próxima, que la agroindustria cruceña alcance la soberanía alimentaria para todo el país. Sueño con agostos y septiembres “bajo el cielo más puro de América”.

Sueño con una Santa Cruz de la Sierra de espacios urbanos abiertos, limpios, seguros y accesibles para todos. Sueño con un tráfico vehicular ordenado y un transporte público decente. Sueño con ciclovías y calles peatonales que, como una gran telaraña, atraviesen la ciudad anillada y la hagan más amigable. Sueño con una Policía a la que no hay que temer, tanto como a los delincuentes.

Sueño con proyectos que preserven el patrimonio y el centro histórico de Sucupira. Sueño con calles frescas y arboladas, sin cables, sin contaminación visual, con aceras parejas y caminables. Sueño con diseños arquitectónicos de calidad y armonía con el entorno. Sueño con espacios dignos para ser habitados.

Sueño con muchas áreas verdes para compartir en familia. Sueño con obras artísticas que inunden calles y avenidas. Sueño con mercados populares limpios y visitables. Sueño con unidades educativas bien equipadas y con el mejor talento humano. Sueño que los enfermos no duerman en las aceras de los hospitales soñando que se sanan.

Sueño con una ciudad que sea tan atractiva de vivir, que quienes se tuvieron que ir, ¡vuelvan!