Las baterías de iones de sodio se perfilan como una alternativa prometedora a las baterías de iones de litio, que actualmente son las más utilizadas. Aunque aún se encuentran en una etapa temprana de desarrollo, estas baterías presentan una serie de ventajas y desafíos que vale la pena analizar.
Una de las principales ventajas es la abundancia de recursos, ya que el sodio es el sexto elemento más abundante en la corteza terrestre, lo que lo convierte en una materia prima más asequible y sostenible que el litio. Debido a la mayor disponibilidad del sodio, las baterías que lo utilizan pueden ser más económicas de producir en comparación con las de iones de litio.
Otra ventaja significativa es la mayor seguridad que ofrecen. Las baterías de iones de sodio son menos propensas a incendios y explosiones, ya que no utilizan materiales inflamables. Esto es importante en aplicaciones donde la seguridad es crucial, como en sistemas de almacenamiento de energía estacionarios. Además, estas baterías pueden operar en un rango más amplio de temperaturas, desde -20°C hasta 60°C, en comparación con las baterías de iones de litio.
Las baterías de iones de sodio tienen una densidad energética más baja que las de iones de litio, lo que significa que pueden almacenar menos energía por unidad de peso. Esto puede ser un obstáculo significativo en aplicaciones donde la densidad energética es crucial, como en vehículos eléctricos con largos recorridos.
A pesar de estos desafíos, las baterías de iones de sodio presentan un gran potencial y podrían encontrar aplicaciones en áreas donde la sostenibilidad, la seguridad y el costo sean factores clave. Con el avance de la investigación y el desarrollo, es posible que estas baterías puedan mejorar su rendimiento y superar algunas de sus limitaciones actuales, convirtiéndose en una alternativa viable a las baterías de iones de litio en el futuro.
Los pioneros en estar utilizando este tipo de baterías están en China, donde son usadas en carros pequeños. Al menos otros 7 países están cerca de sacar al mercado sus propuestas de este tipo de baterías y destacan su potencial para objetos más pequeños que un automóvil, donde el obstáculo por ahora es reducir su tamaño y peso para que puedan usarse en otros dispositivos.
Al ser el sodio un elemento más abundante en la corteza terrestre que el litio, lo convierte en una materia prima más sostenible y asequible. Además, el proceso de extracción y procesamiento del sodio tiene un menor impacto ambiental, ya que requiere menos energía y agua, y genera menos residuos y emisiones. Por otro lado, las baterías de iones de sodio son más seguras y menos propensas a incendios, lo que reduce los riesgos ambientales asociados a su uso.
Esta tecnología responde a una necesidad, mediante la cual, algunos países podrían obtener energía limpia de una fuente menos costosa, considerando que la distribución de litio es más limitada. Para ello, los países invierten en programas de desarrollo científico y tecnológico, que responden a políticas con metas claras en cuanto al tema energético.
Si las políticas energéticas en Bolivia fueran coherentes, se hubiera impulsado también el estudio de este elemento como posible alternativa. No sólo ignoramos las cláusulas de cómo quedaron los contratos con China o Rusia para explotar el litio, pero también se omite el hecho de que sin apoyo a la ciencia para el desarrollo de tecnología, siempre estaremos llegando tarde para cualquier avance que pudiera ser de provecho para nuestro crecimiento como país.