Situación de la educación en Bolivia

Este es el nombre del informe que presentó la Campaña Boliviana por el Derecho a la Educación (CBDE) junto a CEMSE-ACLO a finales del año pasado. El documento revela los desafíos y barreras del sistema educativo en Bolivia, que requieren atención urgente y un enfoque estratégico para garantizar el derecho a una educación de calidad para todos.

A pesar de que se ha logrado un progreso en la cobertura en cuanto a la educación infantil, aproximadamente el 25% de los niños en edad preescolar no están matriculados. Las desigualdades son evidentes: los niños de familias pudientes y de áreas urbanas tienen más probabilidades de acceder a la educación preescolar que aquellos de entornos rurales o de bajos ingresos. Esta falta de acceso temprano a la educación puede tener repercusiones a largo plazo en el desarrollo académico y social de estos niños.

En cuanto a la secundaria, el desafío radica en asegurar que todos los estudiantes completen esta etapa. Se estima que el 20% de los jóvenes no finalizan sus estudios secundarios, con tasas más altas entre grupos vulnerables como indígenas y aquellos que viven en zonas rurales. Además, la crisis del aprendizaje es alarmante; muchos estudiantes no logran alcanzar niveles mínimos de competencia en evaluaciones estandarizadas. Esto resalta la necesidad de mejorar la calidad educativa y abordar las interrupciones en el proceso educativo, particularmente en secundaria.

La educación técnica y vocacional también enfrenta problemas estructurales. La falta de un sistema de gobernanza sólido, mecanismos adecuados de aseguramiento de calidad y conexiones débiles con el mercado laboral limitan su efectividad. Para fortalecer esta área, es esencial establecer una mejor coordinación entre las instituciones formativas y crear un sistema informático que permita un seguimiento efectivo del progreso educativo.

La educación alternativa es fundamental para fomentar oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida. Sin embargo, se debe cambiar su percepción actual como una medida remedial para convertirse en un motor clave para el aprendizaje flexible. Prioridades como la alfabetización para adultos y el desarrollo de habilidades básicas deben ser abordadas con urgencia, así como la integración de tecnologías que faciliten el acceso a estos programas.

En cuanto a la educación inclusiva para estudiantes con discapacidades, estos estudiantes enfrentan barreras importantes como falta de estrategias pedagógicas adecuadas, carencia de material adaptado y escasa infraestructura accesible. Es crucial trabajar para cerrar esta brecha y garantizar que todos los estudiantes tengan acceso equitativo a la educación regular.

La educación superior, aunque aumentó la matrícula universitaria, las mejoras no han beneficiado a todos por igual. Las poblaciones vulnerables, incluyendo indígenas y residentes rurales, siguen teniendo menos oportunidades para acceder a estas instituciones. Además, se requiere una discusión sobre la eficiencia interna del sistema universitario, incluyendo temas como la cogobernanza y los mecanismos de aseguramiento de calidad.

A pesar de que Bolivia destina un porcentaje considerable del PIB a educación, los resultados no reflejan mejoras significativas en calidad educativa. Es esencial replantear cómo se distribuyen y utilizan estos fondos, priorizando inversiones que demuestren un impacto positivo en la calidad educativa, especialmente en educación infantil. Es imperativo abordar estas cuestiones con seriedad para asegurar que todos los bolivianos tengan acceso a una educación relevante y de alta calidad a lo largo de sus vidas.