Nueva York es justo lo que dicen: una ciudad ruidosa, imponente como pocas, con todo el caos y desorden de una metrópoli casi hostil. Pero también es un lugar sorprendentemente silencioso. Nadie te conoce; eres uno más entre millones y puedes desaparecer en el murmullo constante, aunque de una forma curiosamente acogedora, en el corazón de la Gran Manzana.
Esta ciudad es un crisol único de posibilidades cosmopolitas. Si te interesan las finanzas, aquí están los centros financieros más importantes del mundo. Si la moda te atrae, es un epicentro de tendencias. Si prefieres el arte, Nueva York exuda capital cultural. Y si tu interés está en resolver los problemas del mundo, aquí están las Naciones Unidas. Di lo que quieras, y es probable que aquí lo encuentres, si no estaba ya.
Hablemos de las Naciones Unidas. A mediados del siglo pasado, donde ahora se encuentra el Queens Museum, operaban sus oficinas. Allí se tomaron decisiones cruciales, como las relativas al conflicto entre Palestina e Israel. Un espacio histórico para entender los conflictos de ayer y hoy, que ahora, como museo, se convierte también en un sitio de memoria para los bolivianos.
Aquí en Nueva York, me enteré de que la artista boliviana Sharoll Fernandez Siñani presentará su obra en el Queens Museum a partir del 3 de marzo de 2025. Esta serie de eventos comenzó el 9 de noviembre, cuando ella compartió algunas pinturas y fragmentos de su libro con la comunidad de Queens, en un encuentro directo y personal. Luego, el 6 de febrero del año que viene, se organizará un encuentro en honor a nuestros muertos como preludio de la presentación de su libro To Senkata and My Dead y la inauguración de su muestra de arte el 3 de marzo. El libro esta simultáneamente escrito en español, inglés y aymara, y será de seguro un evento íntimo y plural que conectará profundamente con el público.
El tema de su obra es Senkata, ese capítulo oscuro en la historia de la violencia en Bolivia. Su trabajo reúne imágenes del pasado cercano y lejano, que también miran hacia el futuro. Es un juego de memorias, como menciona Silvia Rivera, una memoria larga y corta a la vez, aunque aquí con algo más: una memoria eterna, la de los muertos y las muertas. Ellos también miran hacia adelante, como esas memorias y sueños que parecen anticipar un futuro, aunque no siempre podamos despertar de ellos.
Maurice Halbwachs, el sociólogo pionero y discípulo de Durkheim, nos enseñaba que la memoria es una huella colectiva y selectiva, que necesita un contexto y varía entre diferentes grupos. La propuesta de Sharoll confronta precisamente esa memoria colectiva en Bolivia, marcando una huella en el recuerdo y el olvido.
Así que ahí, en el Queens Museum, estará Senkata. Será en medio del estruendoso ruido y el monumental silencio de Nueva York.
Daniel Mollericona cursa un doctorado en Yale.
@brjula.digital.bo