El descalabro económico del país no es un desastre natural. Es el resultado de las decisiones de los ganadores en las elecciones generales de 2005, cuando Bolivia tenía un sistema electoral confiable, independiente del poder político y con autoridades y funcionarios idóneos.
La culpa es de ellos, maestros de la mentira y de la violencia entrenados en bloqueos al país en defensa de la materia prima de la única industria floreciente hasta ahora. Bloqueos muy caros dado su modo de ejecución, tirando decenas de troncos de árboles de gran tamaño sobre las carreteras para obstruir el tráfico vehicular en ellas.
Pusieron a cargo de las instituciones del estado a elementos con escasa calificación o sin ella, sobre la base del nepotismo. La incompetencia y la improvisación se transversalizaron en la gestión pública. En general, “le metieron nomás”, como su máximo representante. Dirigieron al país al déficit fiscal y la inflación, el desabastecimiento de combustibles y de dólares.
¿No saben los masistas que se necesita cumplir un perfil para desempeñar funciones públicas? Claro que lo saben. Si hasta para remendar zapatos se necesita a un zapatero: “zapatero a tus zapatos”, y para saberlo no es necesario siquiera haber sido alfabetizado, ¿no? Viviendo se aprende.
El patrimonio público acumulado como resultado de los años de aplicación sacrificada e ineludible de políticas de alto costo social fue dilapidado. Construyeron infraestructuras sobredimensionadas, no sólo ajenas sino ofensivas a las necesidades reales de la gente, con costos que superan los tres mil millones de dólares.
El caso de Tarija es ilustrativo. La publicación de Connectas disponible en la red, “Elefantes blancos en la tierra del gas”, anota: “estadios, invernaderos, complejos deportivos, fábricas de cítricos, guarderías y hasta una planta petroquímica anunciada con la promesa de un gran complejo industrial están comidos por la maleza, el deterioro y el olvido”. Insumos para la propaganda impostora sobre supuestos “éxitos” de la gestión.
¿No saben los presidentes, vicepresidentes, ministros, senadores y diputados del MAS que se debe gastar con mesura? Claro que lo saben. Si hasta en las compras familiares en el mercado se busca lo que se necesita, al mejor precio posible para que el dinero alcance y mejor, sobre. Para saberlo solo se requiere algo de entendimiento.
Lo mismo sucede con las “plantas industriales”. En agosto de 2024 y con 32.000 millones de bolivianos, la Agencia Boliviana de Información –de “Propaganda”, en realidad– informa de la construcción de 170 plantas. Basta el caso de la de transformación, acopio y almacenamiento de papa, en el Distrito 14 de El Alto, para entender el fraude. Con la crisis ya desatada abren más empresas deficitarias.
¿No saben los dueños del poder que para invertir capital hay que asegurarse la ganancia? Claro que lo saben. Si hasta las vendedoras de caramelos en las calles así lo hacen, y si les va mal, cambian de negocio o lo cierran.
El gas certificado, resultado de la política hidrocarburífera de los gobiernos anteriores al masista, se hizo gas por los malos negocios pluri con las empresas extranjeras, a nombre de “nacionalización”. El MAS las eximió de su obligación de explorar nuevos yacimientos y YPFB no lo hizo.
¿No saben los fundadores del pluriestado que la exploración es la única manera de garantizar alternativas para continuar generando ingresos por recursos naturales no renovables? Claro que lo saben. Los entendidos en la materia lo dijeron y repitieron temprano.
Los pluri representantes derrocharon más de mil millones de dólares en la promesa del litio, sin resultado alguno. Acabaron firmando contratos con Rusia y China, plagados de tales observaciones según hacen notar profesionales informados que en este caso no se trata de vender sino de regalar la patria.
¿No saben hacer negocios los masistas? Claro que lo saben. Era cuestión de aplicar su experiencia de amaso de riqueza de los últimos veinte años.
Con semejante poder en sus manos, el MAS pudo terminar con la subvención a los combustibles. No lo hizo. En 2024 gastó 2.381 millones de dólares en ella y recibió 1.6 por la venta del gas. A la par, fomentó el contrabando de autos chutos que, según la Red UNO son más de un millón.
¿No saben los militantes del IPSP en cargos jerárquicos ejecutivos y legislativos que los gastos no deben superar a los ingresos? Claro que lo saben. Los niños aprenden en sus compras pequeñas. Basta restar, así sea con los dedos, granos de maíz o con hojas sagradas.
Los culpables mancomunados y solidarios de la ruina de Bolivia son ellos, decisores y ejecutores de la larga cadena de desatinos intencionales, a sabiendas; estrategia encaminada a provocar miseria para oprimir. Así que no es admisible alegación alguna acerca de variables ajenas a ellos en su favor. Ni calentamiento global ni guerras, ni pandemias, ni el Apocalipsis, now o no. No existe argumento que funde elusión de su responsabilidad por sus hechos.
No tienen siquiera derecho al perdón pues ellos sí saben lo que hacen.
Gisela Derpic es abogada.