Hace cuatro años, el 11 de julio de 2021, en San Antonio de los Baños, provincia Artemisa de Cuba, comenzó una protesta que se extendió rápidamente hasta 62 pueblos y ciudades. Fueron miles quienes tomaron las calles para manifestar su descontento con el modelo totalitario impuesto desde enero de 1959 y que ha convertido a la isla en una cárcel con más de 200 prisiones, una población penitenciaria común estimada en más de 100.000 y más de 900 presos políticos y de conciencia a esa fecha.
En paralelo a ello protestaron hartos de la desigualdad material que revela una estructura de injusticia inadmisible descrita en el estudio que publiqué en 2024 (disponible en amazon.com) Cuba, ¡no hay Derecho, en los siguientes términos:
“(…) el nivel capitalista integrando a la cúpula del poder formada por la familia Castro y sus allegados, más el núcleo superior de mandos militares, gozando de privilegios exclusivos a raíz de su poder sobre el patrimonio que se supone es público, y en su condición de socios de las empresas extranjeras afincadas en la isla. Por debajo, el nivel feudal de los cuentapropistas y los productores agropecuarios, luchando para no asfixiarse con los requisitos, las condiciones y las restricciones, la burocracia, los impuestos y el control. Descendiendo, los ‘cuadros, profesionales y atleta’ (…) esclavizados en un sistema de trabajos forzados aniquilador de la libertad vía el terror”.
En otras palabras: la promesa de igualdad material a cambio de la cancelación de la libertad y la igualdad ante la ley –la única igualdad posible– instauró un régimen oprobioso, negador de la dignidad humana para privilegiar sobre él a una minoría abusiva que, a nombre de los trabajadores, se enriquece de todas las maneras posibles, incluyendo las más reprochables, desde la moral hasta aquellas que constituyen componentes de la cadena del crimen.
La consigna proclamada una y otra vez por los manifestantes a lo largo de su recorrido pacífico por las vías públicas fue “¡Patria y vida!”, título de esa hermosa canción, ganadora de dos premios Grammy, compuesta por Yotuel Romero, Beatriz Luengo, Maykel Osorbo, Eliecer Márquez Duany (El Funky), Descemer Bueno y Alexander Delgado y Randy Malcom de Gente de Zona, cuyo video clip, dirigido por el director creativo Asiel Babastro tiene millones de vistas en YouTube.
De esa explosión social dieron cuenta decenas de transmisiones en vivo que los manifestantes realizaron desde sus teléfonos celulares hasta que el régimen mandó cortar la conexión a la red Internet. Después, las organizaciones de derechos humanos cumplieron la tarea de documentar la movilización, alimentando el registro de la memoria histórica de la resistencia a la dictadura familiar militar comunista que, es necesario destacar, comenzó tan pronto como las señales de la traición castrista a los postulados y objetivos democráticos del Movimiento 26 de julio se hicieron visibles, prolongándose hasta ahora mismo.
Demostración de que la llama de la libertad se ha mantenido viva, pese a la propaganda y al terror derivado de la encarnizada represión aplicada por el régimen.
La cronista galardonada Carla Gloria Colomé, en una publicación de la revista El Estornudo, del 15 de julio de 2021, relata cómo el designado a dedo por Raúl Castro como su sucesor, Miguel Díaz Canel, dio “orden de combate” a la estructura represiva bajo su mando para que salga a las calles, obedeciendo armada hasta los dientes para cumplir su sangrienta tarea. Combinaron elementos uniformados y paramilitares en centenares de vehículos dispuestos para sofocar la gesta ciudadana por la libertad.
A cuatro años, la institución humanista Prisoners Defenders, “cuya misión es la relatoría de derechos humanos, la acción jurídica y la defensa pro-democrática”, según reza la presentación en su página web, informa que hay 1.159 presos políticos y de conciencia en la isla caribeña, de los cuales el 125 son mujeres y 32 menores de edad.
Detalla los delitos por los cuales se les imputa: desórdenes públicos, desacato, atentado, sedición, sabotaje (de jurisdicción militar), resistencia, propaganda, desobediencia y peligrosidad social predelictiva.
Entre estos presos se encuentran José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica Cubana; Félix Navarro, militante del Partido por la Democracia Pedro Luis Boitel; Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Osorbo, artistas del Movimiento San Isidro.
¿Ha avanzado la lucha por la libertad? Sí. Se ha desmantelado la impostura acerca del modelo cubano con la denuncia fundamentada de la situación por instituciones como Prisoners Defenders, la difusión digital desde dentro y en el exilio, rompiendo el encanto de la dictadura, derivando esto en el debilitamiento del sistema de enriquecimiento ilícito de la cúpula con el trabajo forzado de los médicos y otros profesionales cubanos en el extranjero.
A la lucha de los cubanos le debemos nuestra consciencia acerca de la urgencia de derrotar a los aliados de la dictadura del Caribe en nuestro país. ¡Estamos conectados! ¡Patria y vida!
Gisela Derpic es abogada.