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Oveja Negra | 16/02/2024

Reproche a los tibios

Eduardo Leaño
Eduardo Leaño

El escritor estadounidense Dan Brown, en su novela Infierno, advierte que: “los lugares más oscuros del infierno están reservados para aquellos que se mantuvieron tibios en épocas de crisis moral”. Esta sentencia, inspirada en la Divina Comedia de Dante Alighieri, hace referencia al lugar que les corresponde ocupar a quienes, en momentos en que es un imperativo moral tomar partido, se abstienen de hacerlo.

La crisis moral en el campo político se advierte cuando las instituciones y los actores políticos son percibidos por la sociedad como carentes de integridad y ética. Esta crisis, entre otras características, se manifiesta en la corrupción, la falta de transparencia, el nepotismo, el patrimonialismo, la violación de los derechos humanos y la polarización. En tal situación, la conducta de los tibios se distingue por la traición: traición a los principios y los valores, traición a uno mismo, traición al prójimo y traición al pueblo.

En Bolivia, en los últimos años, la oposición política se caracterizó por la tibieza de sus posturas frente a determinadas coyunturas. Esta columna no pretende cuestionar éticamente esta conducta que socava principios fundamentales como la integridad, la confianza y la responsabilidad (el remordimiento hará ese trabajo). Aquí se intenta describir algunos rasgos de aquel comportamiento que, entre otros factores, ha condenado a la oposición al infierno electoral del que no puede emerger y constituirse en una real alternativa política.

Falta de coherencia política: Los tibios carecen de una postura política clara que oriente su conducta. Este hecho hace que nuestros irresolutos opositores, cambien permanentemente su posición respecto del oficialismo. Carlos Mesa, principal opositor, en reiteradas ocasiones elogió al gobierno del MAS; dijo, por ejemplo: “El ministro Arce demostró un manejo adecuado de la macroeconomía en todos sus ámbitos, manejo acompañado por la exhibición de unas cifras simplemente impresionantes. Tamaño del PIB nacional, crecimiento anual de ese PIB, inflación controlada, reservas internacionales, superávit fiscal, son contundentes” (La Razón, 24 abril 2019). Estratégicamente resulta inadmisible que un líder opositor pondere los logros del Gobierno, eso es una traición; su verdadera función consiste en controlar, fiscalizar y cuestionar la gestión del partido oficialista. Quizá, estas y otras similares incoherencias políticas explican el motivo por el cual la preferencia electoral por este candidato disminuyó notablemente de 36,51% el año 2019 a 28,83% de respaldo en las elecciones de 2020.

Oportunismo político: Los tibios opositores, al carecer de principios fundamentales coherentes, actúan de manera oportunista. Cuando perciben que pueden lograr avances sustanciales en su “lucha” política, adaptan sus discursos y acciones para celebrar acuerdos insólitos con el oficialismo que, en contra de lo esperado, terminan beneficiando al partido de Gobierno.

El 7 de noviembre del 2023, los opositores (CC y Creemos) decidieron colaborar con el ala “evista” del MAS y firmaron un curioso pacto de nueve puntos a fin de viabilizar la reelección de Andrónico Rodríguez como presidente de la Cámara de Senadores. Justificaron esta reprochable conducta con el pseudoargumento de que el contenido del acuerdo incluye los grandes temas políticos y jurídicos para recuperar la democracia, la institucionalidad y la justicia. No sospecharon que los “evistas”, luego de conseguir su cometido, negarían dicho pacto: “Lo que se ha hecho en el pleno –dijo, Andrónico Rodríguez– es aceptar un documento, más claro una propuesta que no es ningún convenio o acuerdo, una propuesta de trabajo de nueve puntos o una agenda legislativa” (Erbol, 7 noviembre 2023). Así, al parecer, el pacto quedará solo en papeles, lo que evidencia que el oportunismo ingenuo de la oposición ha permitido la oxigenación de la corriente “evista” del MAS en desmedro de sus propias aspiraciones políticas. Esto, en términos de maniobras políticas, fue otro error imperdonable de los políticos tibios.

Apatía ante problemas importantes. Los políticos vacilantes se caracterizan también por su indiferencia o apatía frente a problemas políticos o sociales cruciales. Carlos Mesa, recientemente, reprobó la “autoprórroga” de magistrados y exigió llevar a cabo las elecciones judiciales. En realidad, esta demanda no considera el desastre de las dos experiencias anteriores: los votos blancos y nulos superaron a los válidos y las autoridades electas gozaron de un porcentaje mínimo de apoyo electoral (menos de 8% de votos). En tales condiciones adversas, exigir este tipo de elecciones es un completo desacierto, como desacierto fue la apatía e indiferencia de la tibia oposición frente a la iniciativa, liderada por Juan del Granado, de recolectar de firmas para llevar a cabo un referéndum orientado a reformar la justicia que, posiblemente, nos habría permitido elegir en mejores condiciones a estas autoridades.

Finalmente, aunque destacamos la conducta tibia de los opositores, debemos admitir que en realidad no hay tibios, como dice Desmond Tutu (Premio Nobel de la Paz 1984): “Quien se declara neutral (tibio) ante situaciones de injusticia, en realidad ha elegido el bando del opresor”.

Eduardo Leaño es sociólogo.



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