La situación argentina preocupa por cuatro razones: la política exterior de su Gobierno, los resultados preliminares de su política económica, la duda que genera su pertinencia y los poderes extraordinarios otorgados al presidente.
1.- Javier Milei es un presidente disruptivo en política exterior, mantiene malas relaciones con las primeras autoridades de España, Brasil, Chile, México, Colombia, Bolivia y ni qué decir, con los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua. Con un lenguaje agresivo, trató a la primera dama de España de corrupta y a Lula da Silva de “gran idiota, comunista y corrupto”. Esta situación es susceptible de generar problemas en el comercio exterior de la región; en particular, puede llegar a desestructurar el Mercosur debido a su insistente agresividad con su mejor socio, Brasil, y contribuye a aumentar obstáculos a las difíciles negociaciones de este ente regional y la Unión Europea. Contrastando con su actitud inamistosa con sus vecinos de Latinoamérica, busca consolidar lazos de amistad con Israel, país con el que Argentina tiene pocas relaciones comerciales.
2.- En el plano interior, Milei se muestra igualmente disruptivo. Ha propuesto el desguace del Estado para salir de la crisis. Su objetivo fundamental es el de lograr un déficit cero en el presupuesto del sector público, sin planteamientos explícitos en materia de desarrollo económico, empleo o mejoramiento de las condiciones de vida de los argentinos. Las áreas de derechos humanos, desarrollo social, educación y salud están entre las más afectadas, así como la disminución/eliminación de los presupuestos a los comedores populares. Contradictoriamente, ha aumentado el presupuesto militar.
Hasta mediados de julio, sus logros han sido decepcionantes, pero arguye que hasta fines de año la situación se mejorará. Según proyecciones oficiales, el Producto Interior Bruto caerá este año 3,5%, el consumo privado, un 6,6% y la inversión, otro 17,2%. En los primeros tres meses del año, el PIB se desplomó un 5,1% respecto del mismo periodo de 2023. La inversión disminuyó un 23,4% interanual y un 12,6% respecto del trimestre previo.
La clase media porteña, otrora la más acomodada de Argentina, se contrajo del 49,2% al 37,4% entre el primer trimestre de 2023 y el de 2024. Las personas indigentes, es decir, con ingresos insuficientes para comprar alimentos, casi se duplicaron, hasta representar el 15,3% de la población.
Milei despidió a 30.000 empleados públicos y amenaza despedir a 40.000 más. Para disminuir el déficit cerró importantes instituciones que tienen que ver con la calidad de vida de los argentinos y eliminó muchos subsidios. Ha recortado 150 millones de dólares al presupuesto de salud. El presupuesto para gastos de funcionamiento asignado a las universidades ha sufrido un recorte en términos reales del 80%. Las tarifas de los servicios de gas y de electricidad aumentaron entre 150% y el 400%. La inflación ha disminuido, pero sigue en niveles preocupantes y tiene tendencia a crecer; continua la presión sobre el precio del dólar norteamericano. La brecha entre la cotización oficial del dólar y la informal supera el 60%, poniendo de manifiesto las expectativas de devaluación del mercado.
3.- Preocupa el enfoque del ajuste que hasta ahora se basa solo en el control de la inflación mediante un torniquete al gasto a pesar que el déficit del Gobierno federal argentino es relativamente pequeño pues ha estado en los últimos años fluctuando entre el 2% y el 5% del PIB y su financiamiento por parte del Banco Central cubría apenas un cuarto de este monto.
Luego, no parece ser que el incremento de la cantidad de dinero, que explicaría la inflación, se origina en ese déficit. Una hipótesis, aun no explorada, es que el dinero que estira la demanda de bienes y servicios hacia arriba, provocando inflación, se origine en la gran cantidad de dinero ingresada a Argentina vía endeudamiento externo que llega a la fabulosa cifra de 400 mil millones de dólares (88,4 % del PIB) además de los interesantes saldos positivos en la balanza comercial. Si esta hipótesis es correcta, los sacrificios pedidos a los argentinos para reducir el déficit fiscal no incidirán en la inflación, pero provocarán recesión, desempleo, más pobreza y sufrimiento.
Por otra parte, el excesivo énfasis en la reducción del gasto público tiene efectos negativos en el sector privado. La construcción y la industria se desplomaron. El Indicador sintético de la actividad de la construcción (ISAC) hasta marzo mostró una baja de 42,2% con respecto al mismo mes de 2023. El índice de producción industrial (IPI) retrocedió 21,2% comparado con marzo del año pasado.
En la convención anual de la Cámara Argentina de la Construcción realizada a comienzos de julio, uno de sus dirigentes, Gerardo Martínez, lamentó la pérdida de 130.000 puestos de trabajo en la construcción y la paralización de 3.500 obras públicas en todo el país. Entre diciembre 2023 y marzo 2024 se declararon en quiebra 4.171 empresas privadas. Entre el sector público y el privado, desde diciembre, se perdieron 130.000 puestos de trabajo.
El desguace del Estado propuesto por Milei busca, implícitamente, dar al sector privado un mayor protagonismo en la economía, pero al no tener en cuenta su interrelación con el sector público, el proyecto podría frustrarse. Por su parte, los inversores nacionales no están contentos con el desenvolvimiento de la economía y así se lo hicieron saber al Gobierno. Preocupa también la tendencia de Milei a fortalecer a las Fuerzas Armadas.
4.- Finalmente, cabe manifestar preocupación por que la ley de Bases, recién aprobada, otorga facultades extraordinarias al presidente por un año por encima del control parlamentario y judicial en un contexto donde hay dudas sobre su salud mental.
Rolando Morales es PhD en economía.