He votado en las elecciones nacionales, subnacionales y referendos, aun cuando a mi edad ya no es obligatorio. En 1979 y en 1980 voté por Marcelo Quiroga Santa Cruz (PS1), en 1985 me negué a elegir (entre 18 opciones en la papeleta, una grosería) porque estaba en contra del acortamiento forzoso del mandato de Hernán Siles Zuazo (UDP), incluso publiqué (en Presencia, creo), un artículo titulado “Yo no voto” En 1989, voté por Antonio Araníbar (Izquierda Unida).
No voté en 1993 ni en 1997 porque estaba trabajando en Nigeria, y luego en Haití, con Unicef. En 2002 voté por la dupla Sánchez de Lozada y Carlos Mesa (MNR). No voté en 2005 porque estaba viviendo en Brasil, ni en 2009 porque vivía en Guatemala. En 2014 voté por Samuel Doria Medina (UN), en el referendo de #21F de 2016 voté por el NO, y voté nulo en las elecciones judiciales de 2017. En 2019 y en 2020 voté por Carlos Mesa (CC). En la primera vuelta de las elecciones de 2025 voté por la plancha (diputados y senadores) de Samuel Doria Medina y Javier Lupo, por razones que he explicado ampliamente en artículos anteriores. Por primera vez, en esta segunda vuelta, llegaré al ánfora como quien llega a un sepelio.
Jamás voté por Evo Morales, lo cual me hace sentir bien frente a tantos amigos y conocidos que fueron engañados por ese impostor, y que ahora caminan arrepentidos y frustrados (aunque unos pocos se aferran en sepulcral silencio a la idolatría del cacique del Chapare).
Ahora en 2025, analizo las dos opciones que quedan en la papeleta de la segunda vuelta electoral (la primera experiencia de balotaje de Bolivia), pero ninguna me convence y no soy de los que usa su voto de manera oportunista. No quiero referirme a los discursos de los candidatos, porque las palabras sólo sirven para confundir. Prefiero abordar sus trayectorias, que dicen más sobre sus respectivas personalidades. Creo que uno debería confiar su voto siempre en un candidato o proyecto político en los que cree honestamente.
Por una parte, a la derecha de la papeleta electoral, está Tuto Quiroga, cuyas volteretas me han desconcertado siempre. Incursionó en la política, a los 32 años de edad, como ministro de Finanzas en el gobierno de Jaime Paz Zamora. Luego, fue vicepresidente prohijado por Banzer (a quien sucedió constitucionalmente durante un año). En las siguientes décadas ha intentado regresar a la presidencia por voto popular haciendo alianzas con unos y otros, y mostrando poca disposición para formar parte de un bloque. Ha vivido mucho tiempo en Estados Unidos (supongo que por matrimonio tiene la nacionalidad estadounidense), pero ha tenido la habilidad de aterrizar en Bolivia cada vez que se ha producido algún evento político importante, y en todas las elecciones en las que ha participado con diferentes siglas y alianzas. En este proceso electoral le “birló” sin empacho a Comunidad Ciudadana la alianza con el FRI (frente que tenía un remoto pasado de izquierda maoísta) y jugó doble con el bloque de oposición.
En todas las elecciones durante el reinado del MAS, Tuto Quiroga ha preferido competir como llanero solitario, haciendo caso omiso de las invitaciones a formar parte de un bloque opositor, debilitando con ello las posibilidades de sacar al MAS del gobierno. En las elecciones pandémicas de 2020 renunció a su candidatura apenas una semana antes, cuando las papeletas ya estaban impresas, al constatar que no tenía ninguna posibilidad frente a la candidatura de Carlos Mesa. Sus excolegas de ADN dicen que los traicionó y traicionó a Banzer.
En la recta final actual, me preocupa en particular su alianza con la Cámara Agropecuaria del Oriente (CAO), que reúne a los mayores exponentes del agronegocio en Bolivia, beneficiarios de los gobiernos del MAS y responsables de la depredación de los bosques y la extensión de la frontera agrícola mediante avasallamientos e incendios cuya gravedad no se había visto antes en la historia de Bolivia.
Esa alianza se manifiesta, por ejemplo, con la elección como senador de Branko Marinkovic, sobre el que pesan acusaciones de haberse apropiado de 33 mil hectáreas de tierra en Santa Cruz, aprovechando su condición de ministro en el gobierno de transición de la presidenta Jeanine Añez. (Ella sigue presa, pero él está libre). En una “barricada” con María Galindo, confesó que sus asesores políticos vienen del entorno de Javier Milei, lo cual dice mucho de su orientación ideológica, que no comparto en absoluto, y dice también del sesgo preponderante de la candidatura de Tuto Quiroga, que para mayor preocupación ha recibido el apoyo envenenado de algunos “libertarios” (ultraconservadores, no anarquistas).
Estas y otras razones me hacen desconfiar de un posible triunfo de Tuto Quiroga, que representa todo contra lo que he luchado a lo largo de mi vida, aunque desde la perspectiva exclusivamente economicista parece que estaría en mejores condiciones que su contrincante para conseguir créditos internacionales y sacar del pozo en que se encuentra actualmente la economía boliviana como resultado de 20 años de desgobierno delincuencial del MAS.
Ahora, veamos lo que significa Rodrigo Paz Pereira como posibilidad de llegar a la presidencia de Bolivia. Para empezar, me decepcionó su actitud como senador electo por las listas de Comunidad Ciudadana, porque nunca cumplió sus deberes en el Senado. Por el contrario, se ausentaba con frecuencia, incluso cuando había votaciones importantes, y durante los dos años anteriores a las elecciones se dedicó a hacer campaña electoral, probablemente pagando sus viajes al interior del país con dinero del Senado, a cargo de los viajes “de trabajo” a que tienen derecho los parlamentarios (algo que habría que cortar de raíz por el abuso generalizado que se hace de ese privilegio).
Tampoco puedo pasar por alto que en el referendo del #21F, Rodrigo apoyó a Evo Morales. Hay un video que no deja lugar a dudas, su declaración no está manipulada como él afirma. Su apoyo es claro, aparece junto a Evo Morales y detrás de ambos hay una pancarta llamando a votar por el Sí. No me parece honesto que intente negarlo y marear la perdiz años más tarde.
Conservo un recuerdo aún más antiguo: cuando Rodrigo y su hermano Jaime eran candidatos a diputados (creo que en las elecciones de 1989 o de 1993), cada uno hizo su declaración jurada de bienes ante la Contraloría del Estado, por un millón de dólares… Sin embargo, eran recién veinteañeros, sin experiencia de trabajo. En 2020 (aparentemente descapitalizado…) declaró activos por 360.200 Bs. No sé cuánto habrá declarado ahora, esa información debiera ser de dominio público.
Hay más: cuando uno visita Tarija se da cuenta de que Rodrigo no es querido en su propia tierra. Obtuvo un porcentaje de votos de 19.30% por detrás de la Alianza Unidad de Doria Medina (37.71%) y de Libre de Tuto Quiroga (21.94%). Hay información en los medios, sobre juicios derivados de su gestión como alcalde la ciudad. En particular, se menciona la inutilidad y el sobreprecio del llamado “puente millonario”, donde sin duda hay gato encerrado.
Alguna gente está asustada por su acompañante, un excapitán de Policía con la boca más grande que el cerebro, y con una enfermedad crónica: incontinencia verbal. Tiene dos cuentas oficiales de TikTok, una de ellas con más de 203 mil seguidores (con el lema “el candidato de mayor influencia de Bolivia”, y la otra, “binomio del pueblo”), donde vuelca opiniones que influyen en un sector de la población pese a las temeridades que emite sin ningún filtro. Se dice que Lara contribuyó en el sorpresivo triunfo de Rodrigo Paz, pero en esta segunda vuelta podría ser también quien contribuya a su derrota, como un búmeran.
Lara es una suerte de distracción en la campaña. No me preocupa tanto como que en las filas de Rodrigo Paz haya masistas reciclados. No estoy afirmando algo falso: tanto Bolivia Verifica como Chequea Bolivia (de cuya seriedad no se puede dudar) han demostrado que entre los diputados y suplentes electos en la plancha del PDC (la sigla que esta vez se vendió a Rodrigo Paz como antes a Tuto Quiroga), hay 11 masistas que todavía figuran registrados en ese partido en el padrón electoral. Esos son los visibles, pero en la campaña se han manifestado otros masistas que ofrecen apoyar a Rodrigo Paz. Las evasivas de Rodrigo cuando se le pregunta sobre Evo Morales son preocupantes, por decir lo menos. De alguna manera, el propio Evo Morales está orientando el voto del MAS hacia Rodrigo, al declarar: “parece que muchos compañeros van a votar por el capitán Lara”.
Una de las promesas alentadoras de Rodrigo Paz es que no irá a la reelección en 2030… Pero ya sabemos que una vez en el gobierno, cambiar de opinión es muy fácil. Recordemos que Evo prometió retirarse a su chaco “con una quinceañera” si perdía el referendo del #21F, pero luego quiso perpetuarse en el poder “porque el pueblo me lo pide”.
Hay un dato duro incontestable: Tuto Quiroga no se benefició de los votos que perdió el bloque opositor de Samuel Doria Medina. La diferencia en porcentaje (si creemos en las encuestas) benefició directamente a Rodrigo Paz. Los llamados “movimientos sociales” creados por el MAS (que ya no les sirve) tienden a votar por quien les garantizará una continuidad en su relación prebendal con el Estado.
De todas maneras, todo lo que tenemos son discursos, y ya sabemos que los candidatos pueden endulzar los oídos de sus potenciales votantes con promesas y mentiras, lo cual hace más difícil ubicarlos en el espectro ideológico. Queda claro que ambos siguen apostando al extractivismo que tanto daño le ha hecho al país a lo largo de su historia. Ninguno de los dos se plantea seriamente soluciones creativas como el turismo, los cultivos de productos con valor agregado, o la promoción de la agricultura familiar para que dejemos de importar de los países vecinos lo que comemos.
Ambos son demagogos, no cabe la menor duda. No creo en ninguno de los dos. Eran más claros los tiempos de finales del siglo pasado, cuando sabíamos muy bien cuales eran las diferencias entre Víctor Paz Estenssoro, Hernán Siles Zuazo, Marcelo Quiroga Santa Cruz, Jaime Paz Zamora o Carlos Palenque. Los discursos de campaña solían coincidir con la ideología de cada candidato.
Yo ya voté a conciencia en la primera vuelta. No soy Groucho Marx y mis principios no han cambiado para la segunda. Me parece que, tal como están las cosas, que gane Tuto Quiroga o Rodrigo Paz, tendremos problemas similares. Entre el hambre y las ganas de comer, es muy difícil elegir. Por primera vez, llegaré a mi mesa de votación absolutamente desalentado.
@AlfonsoGumucio es escritor y cineasta