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Es el momentum de Rodrigo Paz Pereira. El momento preciso del impulso, de la alineación de los astros, de las cartas del Tarot que auguran mejores tiempos, el tiempo de la oportunidad de un verdadero cambio y no el engaño y la impostura que padecimos durante 20 años con el MAS.

No será, evidentemente, un momentum como el que la providencia deparó a Evo Morales. Eso no se da más que una vez en la historia, y se desperdicia una sola vez de la manera grosera en que lo hicieron los gobiernos masistas y todos los que creyeron en ese engaño y ahora no quieren acordarse (ni tienen el valor civil de reconocer públicamente que se equivocaron).

Morales llegó a la presidencia no solamente con el apoyo mayoritario de los votantes y de la población boliviana, sino que su elección coincidió con el inicio de la mayor bonanza económica que haya conocido nuestro país en toda su historia republicana.

Entre 2005 y 2015 el país nadaba en gas (aunque no había en el subsuelo el “mar de gas” prometido), y recibió por ese concepto más de 65 mil millones de US$ dólares, además de los 10 a 15 mil millones de US$ que entraron al país por otros rubros de exportación: minerales (oro que sale todavía de contrabando), soya en torta y aceites, carne vacuna, quinua, madera, etc.

Además del apoyo nacional y de la bonanza económica sin precedentes, el apoyo internacional que recibió el cacique del Chapare, no lo había recibido antes ningún presidente de Bolivia. Los asesores de Evo Morales, que no era más que un dirigente cocalero local, supieron vender con mucho éxito la imagen del indígena representante de todos los indígenas de América Latina, que reivindicaba los 500 años de opresión y exigía compensaciones. A las recepciones de la embajada de España por el 12 de octubre llegaban invitados nuestros torpes cancilleres que creían que era su deber insultar a los anfitriones.

La culpabilidad de los europeos se tradujo en mimos y ayudas económicas adicionales, y por supuesto, tanto gringos de Estados Unidos como de Europa condonaron las deudas que tenía pendientes el país, de manera que el nuevo presidente tuviera la posibilidad de partir de cero, de la primera casilla de la rayuela, con pies firmes para saltar al cielo.

Los españoles también se rindieron a los pies del nuevo monarca de Tiwanaku (donde hizo su aparatosa ceremonia de ascensión al poder). Los entusiastas muchachos de Podemos (y algunos del PSOE, como Rodríguez Zapatero), venían con frecuencia a Bolivia para sobar el lomo del presidente indígena, y con el tiempo se fueron haciendo asiduos y ya no venían solamente para eso sino para llevarse dinero por ficticias consultorías bien pagadas. El “coletas” Iglesias, el Orejón y el Monedero no se perdían ni una oportunidad. (Hacían lo mismo con Venezuela, pero un poco menos con Nicaragua, porque ahí no había tanto dinero).

En el plano geopolítico Morales entró como llave maestra en la chapa del “Socialismo del Siglo XX”, y el presidente Hugo Chávez de Venezuela, que había ganado con legitimidad su puesto (no como Maduro), le enviaba cheques desde Caracas para repartir en los pueblos más arrinconados de Bolivia, donde ahora Morales podía llegar ya sea en el jet de lujo que compró al Manchester United, o en los helicópteros presidenciales que se usaban hasta para volar de San Jorge a la torre fálica que hizo construir para sus travesuras y las de su sucesor.

Popularidad nacional e internacional, recursos económicos descomunales y el montaje de la impostura indígena mezclada con la falsa “izquierda” de Chávez, Ortega o Correa, le permitieron al “gran jefe indio del sur” (como lo llamó Maduro), quedarse 15 años, aunque ya le habíamos dicho que NO en el Referendo Constitucional del #21F de 2016. Torció no solamente la justicia nacional, sino la internacional (CIDH) para atornillarse en el poder, y nunca le faltaron voluntarios para amarrarle los cordones de los zapatos y lamer sus suelas. Muchos de los que hoy lo repudian, le sirvieron felices durante sus primeros años en el poder.

Todo lo anterior, para decir que Rodrigo Paz no llega en las mismas condiciones, pero igual, este es su momentum y no debe desperdiciarlo.

Para empezar, encontrará las arcas del Estado más vacías de lo que le han dicho los masistas, porque han vendido hasta el oro que por ley no se podía vender. Tendrá que ver cómo reponer los “préstamos” que los gobiernos del MAS se hicieron de la Gestora de pensiones, para garantizar un mínimo para la vejez de los bolivianos (confiados en que vivirán 109 años, porque sobre esa edad se han calculado sus pensiones tramposamente). Además, encontrará una deuda externa que se eleva actualmente a más de 13 mil millones de dólares.

A pesar del panorama económico desolador y las pocas o nulas perspectivas de continuar con una política económica extractivista, tiene en su favor la confianza que han decidido otorgarle los bolivianos de todos los sectores políticos, una confianza que se ha reflejado no solamente en las urnas, sino en las declaraciones de todos los dirigentes políticos democráticos, y de los que representan a la opinión pública. Nosotros, los opinadores, creemos que es una oportunidad para sacar al país del agujero profundo en que se encuentra.

Momentum, palabra del latín, significa impulso, ímpetu, ventaja, oportunidad… Su adaptación al inglés es también ilustrativa, pues significa “la fuerza que algo gana con el movimiento” y también “la capacidad de crecimiento y desarrollo”, que no sólo se aplica a la economía sino a las personas: el impulso para crecer y el momento para actuar. Es “un estado dinámico intenso, generado internamente por un individuo o colectivo y que marca una velocidad de movimiento, ímpetu y éxito elevados…”

En otras palabras, es un impulso para aprovechar, no un momento para frenar.

Por ello, desde el primer día, Rodrigo Paz y su equipo de colaboradores debe tener claro que su llegada a la presidencia significa esperanza de paz y convivencia, pero también la oportunidad de demostrar que para sacar a Bolivia del pantano se deben tomar medidas radicales inmediatas y no graduales.

Si el nuevo gobierno se equivoca y toma medidas graduales, el deterioro del apoyo político con el que cuenta será igualmente gradual. Si toma las medidas como lo hizo el Dr. Víctor Paz Estenssoro en 1985, dolerá al principio, pero el país sobrevivirá y años después todos agradecerán el coraje de un estadista para dar la cara y poner su firma en decisiones que no son fáciles de tomar, pero son necesarias.

Hay consenso entre la gente que cree en Bolivia y que le apuesta al país, en que las principales medidas económicas deben ser inmediatas. Hay tres medidas que todos esperamos que sean anunciadas en el discurso de posesión del nuevo presidente.

En primer lugar, dejar de subvencionar los combustibles para que la oferta y la demanda establezcan su precio real en un monto equiparable a los países vecinos. De esa manera se evitará el contrabando hacia o desde Argentina, Chile y Perú.

En segundo lugar, y con el mismo objetivo anterior, dejar que el precio del dólar sea fijado de manera natural por la oferta y la demanda, de modo que no sigan llevando clandestinamente a países vecinos millones de dólares subvencionados por un boliviano raquítico que ha perdido peso y valor.

En tercer lugar, y no menos importante, un control radical de la producción de oro para que beneficie al país y no solamente a “cooperativistas” que no son sino patrones que explotan a indígenas y mineros pobres, y causan un daño irreversible a la naturaleza y a las comunidades. Todas las zonas de producción aurífera deben ser controladas por el Estado y todas las concesiones a empresarios privados (“cooperativistas”) deben ajustarse a las normas de seguridad laboral y cuidado ambiental. No se necesita inventar la pólvora porque esas normas ya existen internacionalmente. No hay nada que “negociar”. Lo que sí se necesita es recobrar para el país lo que ahora está en manos de bribones expoliadores de recursos y depredadores de la naturaleza.

Otras medidas políticas y económicas pueden ser graduales (el primer año). Entre estas está una profunda reforma de la Justicia (con plazos bien establecidos), el control y erradicación del narcotráfico y de los narcotraficantes, mecanismos implacables de sanción contra el enriquecimiento ilícito (estatal o privado), programas de gobierno y planificación para favorecer el crecimiento del turismo y de los cultivos no tradicionales, de manera que el país pueda tener ingresos que sustituyan los del gas, y pueda alimentarse dignamente desarrollando la pequeña agricultura con una mentalidad no extractivista y gamonal. No es la CAO la que debe tomar las decisiones sobre la producción agrícola, mejor sería contar con el asesoramiento de la FAO (y hacerle caso).

Hay otros desafíos fundamentales que llevarán tiempo, pero que deben empezar cuanto antes: una reforma educativa no politizada, cuyo principal objetivo sea la calidad de la educación, por ahora tan mediocre y precarizada por los gobiernos del MAS, que nos pone detrás de todos los países de nuestra región. Los pésimos administradores de la educación pública y privada en las dos décadas recientes no han querido siquiera que seamos evaluados según estándares internacionales, como PISA, pero cualquier boliviano con un mínimo de educación se da cuenta de que nuestro sistema educativo está en ruinas, y nuestros niños en manos de profesores que apenas saben escribir sin errores. Las excepciones son honrosas.

Un país sin educación de calidad no puede prosperar. Nuestros gobiernos (los del MAS y también los anteriores), no se dan cuenta de la estrecha relación que existe entre la educación y la economía, de la educación con la política, con la organización de la sociedad, con la cultura, el turismo y todos los campos de la actividad creativa y productiva. Es precisamente esa falta de educación de calidad que hace que los líderes políticos no lo entiendan y prioricen otras cosas.

En el plano internacional, ya anunció el nuevo presidente algo que es fundamental: mantendremos relaciones diplomáticas con todos los países democráticos, y por ello volveremos después de veinte años a ser parte del concierto internacional, aunque al principio nos toque solamente hacer vibrar el triángulo.

@AlfonsoGumucio es escritor y cineasta 



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