Desde hace unos meses, tengo el
privilegio de ser parte del comité organizador del 2° Congreso Internacional de
Biotecnología - Bolivia Innova.
El privilegio pasa, por el punto que he podido leer los resúmenes de los investigadores y distribuirlos al comité científico para su valoración. ¡Bolivia tiene mucho potencial!
Este Congreso, tuvo que reprogramarse a un formato virtual, por completo, dada la situación que vamos atravesando. Este empezó el pasado viernes 21, con dos charlas magistrales que nos dejaron bio-alucinando y muy inspirados a no perder la motivación, muy a pesar de los obstáculos que podamos enfrentar.
No es que me haya enfermado, bueno un solo día. Pero en realidad hemos estado sin respiro coordinando la ejecución de este evento. Son 11 días de conferencia, con cuatro científicos internacionales invitados, 16 científicos bolivianos radicados en el exterior, 39 científicos viviendo en Bolivia y alrededor de 500 asistentes.
Esto se ha podido armar, gracias al compromiso de siete colegas, que a pesar de no ser viejos conocidos, nos hemos encontrado muy comprometidos para continuar impulsando el área de la biotecnología. Área que lleva más de 10 años de retraso en el país. Y no es una idea personal. En estas primeras jornadas del Congreso, he podido leer y escuchar la frustración tanto de alumnos como de investigadores.
Bolivia adolece de políticas en muchos campos, como el de producción agrícola (para aplicar mayor tecnología y ciencia) y puntualmente, la biotecnología es un área desconocida por la gran mayoría.
En la charla inaugural, tuvimos el privilegio de contar con el Dr. Drew Endy, un investigador que inició su presentación con la famosa frase de Martin Luther King: Tengo un sueño. En concreto, el Dr. Endy sueña que en un futuro muy cercano, podamos tener biosintetizadores personales. ¿Se imagina que si usted necesita insulina, ya no tenga que depender de una farmacia y pueda hacerlo en casa?
Leer y escribir, se ha vuelto parte fundamental, es un derecho el acceder a la educación primaria. Hoy, el que no sabe manejar computadoras, se halla en aprietos y lo hemos visto, con los profesores que no tenían idea de usar una plataforma en línea o como armar sus clases de manera virtual. Pues vamos tres pasos más adelante.
¿Cuánta gente debería tener la opción de aprender a leer y escribir códigos genéticos? Para Endy, uno de los científicos que inició el Concurso Internacional de Máquinas de Ingeniería Genética - iGEM el 2003, todos deberían tener la opción de aprender a hacer esto. No todos lograrán hacerlo, pero todos deberíamos tener esa posibilidad.
Apenas vamos en dos días completos del Congreso, y me he podido quedar maravillada con lo que hacen investigadores bolivianos: estudian procesos de biorefinerías, descubren enzimas, proteínas y hasta microorganismos nativos con alto potencial para generar desde bioplásticos, hasta degradar hidrocarburos y ayudarnos a limpiar sitios contaminados.
Nuestros investigadores, son capaces ya de poder entender la metagenómica de distintos sitios, como lo hace el Dr. Quillaguamán, con su estudio de la laguna Alalay, donde detectó la presencia de muchos microorganismos patógenos, es decir que nos pueden causar enfermedad, por su resistencia a los antibióticos.
La Dra. Patricia Mollinedo -con dos post doctorados-, nos mostró el potencial que tienen tubérculos como el isaño, para generar jarabe de glucosa, altamente cotizado en la industria.
Y, podría continuar por páginas, pero esto solo empieza. Las bases de investigación son una realidad, muy a pesar de los obstáculos de la burocracia, de los extensos procedimientos para iniciar emprendimientos o que la normativa para impulsar la biotecnología sea inexistente o lo poco que hay, un enredo generado por profesionales, que lamentablemente, no se informaron y solo buscaron poner obstáculos.
Mucho depende de generar una política clara, que no dependa de la agenda de 1 partido, del trabajo coordinado entre academia e inversión privada y de impulsar que nuestros jóvenes investigadores, desarrollen sus propios emprendimientos, en vez de convertirse en futuros desempleados. ¡Bolivia puede hacer biotecnología!
Cecilia González Paredes M.Sc.
Especialista en Agrobiotecnología