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Filia Dei | 02/01/2022

Nuevos proyectos y propósitos

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

Comúnmente llega el 1 de enero y se escucha la plétora de compromisos que muchos dicen adquirir o los buenos propósitos que se realizan para un año que inicia. ¿Es meramente una ilusión o son necesarios para motivarnos?

Este pasado 31 de diciembre, cerró con el fallecimiento de un señor, cuya vida fue trastornada en menos de un año. Una infidelidad, que condujo a un divorcio, donde las hijas quedaron con la madre y el señor se fue a otro país temporalmente. Al cabo de unos ocho meses, retornó debido a que la hija mayor se suicidó, y la exesposa fue detenida por negligencia relacionada con la muerte de la hija.

La menor fue a parar a un orfanato y él decidió recuperar la custodia de esta hija. Había retornado los primeros días de diciembre, encontró un lugar donde poder vivir con la hija. Durante las fiestas, en una aglomeración fue golpeado por un automóvil y a los cinco días falleció. El relato es más complejo, pero me recuerda mucho al desorden con el que se vive hoy en día, sobre todo en nuestro país.

Diario se escuchan las noticias sobre secuestros, asesinatos, violaciones, corrupción y más. En muchos casos, la corrupción es aplaudida y alentada. Casi parece increíble que haya gente cuyo propósito de año nuevo sea robar de manera ejecutiva dinero al país o declarar en una entrevista laboral que es un profesional responsable, cuando en la realidad apenas si puede escribir sin errores ortográficos.

El fatal desenlace del señor que mencioné al inicio, no es fruto de casualidades ni de “mala suerte”. Al momento que me enteré de su fallecimiento tan abrupto, solo se me vino un versículo a la cabeza: Pues el salario del pecado es la muerte; pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Rom, 6, 23.

Contrario a la vida moderna, que cifra sus esperanzas en el poder económico y exclusivamente en las comodidades y banales alegrías, en casa se termina el año agradeciendo a Dios y se inicia el nuevo de la misma manera. No quedamos en el agradecimiento, pero es un periodo también para recapacitar en la sumisión que debemos a Dios y cumplir los mandatos que ordenan nuestra vida.

El 2 de enero se celebra precisamente el Santísimo Nombre de Jesús. En una reflexión al respecto, San Bernardino de Siena menciona: “No pienses en un nombre de poder, menos en uno de venganza, sino de salvación. Su nombre es misericordia, es perdón. Que el nombre de Jesús resuene en mis oídos, porque su voz es dulce y su rostro bello”.

Muchas personas, toman los mandamientos de Dios como reglas muy duras e imposibles de cumplir y por lo mismo hay una tendencia, cada vez más fuerte a rechazarlas e incluso, hacer lo contrario. Quien haya experimentado el desorden de no regirse por estos 10 mandatos y con el tiempo haya retomado un camino de conversión, sabe que es mejor vivir bajo ese orden, pues las Gracias de este Dios, que nos ama tanto al extremo de hacerse tan pequeño y sencillo en un establo, no son una carga ni yugo que no podamos soportar.

Al contrario, son guías que ordenan nuestra tentación a obrar mal, nuestra debilidad y su cumplimiento nos libra de muchos males. Pero como todo esto suena muy complejo para los que pregonan “libertades”... debemos soportar familias quebradas por el adulterio y fornicación, en nombre de “haz tu felicidad”.

Estos desórdenes traen consigo muchos más males, que ya este año han sobrepasado la ficción y han generado hasta decapitaciones, cual si estuviéramos ya en tierras donde los carteles del narco se dedican a ejercer tal violencia.

Ante tanta violencia y corrupción, solo queda hacer el propósito de seguir una vida bajo el orden divino de Aquel que nos amó primero y hasta dio su vida por rescatarnos. El proyecto de cambiar para mejorar continua y solo resta desear que muchas más familias vayan encontrando este camino, para contrarrestar todo el mal que nos acecha.

Felix Anno Domini MMXXII.

Cecilia González Paredes M.Sc.

Especialista en Agrobiotecnología



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