No somos lo que creíamos ser y no son los otros los que creíamos que eran. Las elecciones del 17 de agosto han puesto al desnudo carencias de conocimiento de nuestra patria, la dificultad de muchos de aceptar sus errores de percepción y de lógica y la inverosimilitud de muchas creencias basadas en la propaganda política.
Con la excepción del astrólogo Ramsés, nadie predijo que la dupla Paz-Lara ganaría las elecciones en primera vuelta. Para explicar su equivoco, mucha gente dice que las encuestas de opinión les indujeron en error. Esto es parcialmente cierto, pues esas encuestas se equivocaron de cabo a rabo, pero todos debíamos haber intentado introducir en nuestros análisis conocimientos previos, como el de la importancia de los trabajadores informales y de los trabajadores del agro del altiplano y de los valles que dieron el triunfo a Paz–Lara, y de otros conocimientos para evaluar lo que ocurriría en las elecciones, independientemente de lo que decían las encuestas.
Las encuestas tenían muy poco alcance rural, por lo que se esperaba algunas sorpresas, pero no se sabían cuáles. Pasadas las elecciones, algunos analistas, en lugar de decir que se equivocaron, dicen que la “gente” quería la “renovación”, pero lo dijeron después de las elecciones.
Los trabajadores informales, básicamente los gremialistas, significan más del 70% de la población laboral. Fueron ignorados en los discursos del main stream de la política y también de los analistas. Todos fuimos incapaces de incluir a esta importante masa de votantes al análisis político. Algunos mostraron criterios despectivos con estos trabajadores, incluso calificándolos de cáncer de la economía y delincuentes. Son pocos los analistas que leen, la mayor parte ignora que hay estudios que muestran que son un importante pilar de la economía, y que el sector informal no es un refugio del desempleo ni de lo vagos. El dúo Paz–Lara logró tener un nicho favorable en ellos.
Basados en la falsa dicotomía de que Bolivia es un país urbano, políticos y analistas subestimaron el voto campesino sin darse cuenta de que la separación de urbano rural en Bolivia no tiene mucho valor por dos razones. Primero porque se considera urbano a pequeños poblados con 2.000 habitantes o más, lo que significa apenas unas 400 viviendas dispersas o aglomeradas. Segundo, porque no tiene en cuenta que la gente se mueve todo el tiempo entre el campo y la ciudad para hacer negocios, para informarse y hacer política.
Esta mala percepción de la realidad nacional llevó a los políticos y a los analistas a subestimar la importancia del voto campesino inserto en el comercio urbano. Muchos cayeron en la falacia de que la agricultura cruceña es la principal proveedora de alimentos, lo que los llevó a mostrar poco interés en la agropecuaria de los valles y del altiplano. Este fue otro de los nichos electorales de la dupla Paz–Lara.
Otro error que se cometió fue suponer que la crisis económica, que es básicamente fiscal, llevaría a la gente que se “estaba muriendo de hambre” hacia soluciones radicales de derecha. Por exagerar, llegaron a creer sus propias mentiras.
La oposición y mucha otra gente dio por concluido un ciclo político con la presunta desaparición del MAS. Ese es otra falta consecuente al escaso conocimiento de la realidad nacional. Los resultados electorales mostraron que el MAS, aunque como partido tuvo un mal desempeño, está muy vigente en la mentalidad de los bolivianos, pues el voto nulo fue importante (33% en Cochabamba) y el voto para Andrónico y Castillo fue de 10% y algo más. La gente que dijo que el MAS estaba terminado entró en la contradicción de decir que Rodrigo Paz ganó gracias al apoyo del MAS, ¿Entonces, el MAS está terminado?
Tampoco nos dimos cuenta de que el MIR seguía vigente, pues Samuel y la mayor parte de sus seguidores provienen del MIR, y Rodrigo Paz es hijo de su mayor exponente.
Como una muestra más de nuestro desconocimiento de la realidad nacional, cabe destacar que una parte importante de las cifras que mencionan los candidatos a presidentes son incorrectas y que la mayor parte de la población no se da cuenta de ello.
Muchos políticos afirman alegremente que la “gente” quiere el cambio de modelo, cuando ni ellos mismos saben de qué modelo están hablando. Lo que los resultados de las elecciones muestran es que muy pocos apoyan propuestas extremas que sean de derecha o de izquierda.
No es por la habilidad que mostraron Paz–Lara para ganar las elecciones superando las falencias de sus rivales que se puede esperar que hagan un buen gobierno, pero tienen un gran margen de acción convocando a un pacto nacional para hacerse de un equipo técnico y reformular su plan de gobierno. Esta oportunidad no la tiene Jorge Quiroga por los planteamientos extremos que sostiene.
En suma, todos nos aplazamos, pero pocos son los que lo reconocemos.
Rolando Morales es economista.