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Mirada multidimensional | 25/11/2025

Orfandad del sector agropecuario

Rolando Morales
Rolando Morales
Una mala noticia es el cierre del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural bajo la figura de su fusión con el Ministerio de Planificación, donde no se ha previsto ni siquiera un viceministro para ocuparse de la agricultura. 

En este artículo quiero destacar la importancia de este sector y la de tener políticas que lo apoyen.

Es imposible desarrollar Bolivia si no se superan los problemas por los que atraviesa la agropecuaria. 

Más del 30% de la fuerza laboral trabaja en este sector, la pobreza de los campesinos en el altiplano y el valle afecta al 70%, la demanda urbana de productos agropecuarios está saturada, falta sistemas de riego y micro riego; hay poca transformación industrial de los productos agrícolas, bajos rendimientos, erosión, problemas de acceso a la tierras y a la energía,  problemas de acceso a mercados externos y falta de empleos alternativos.

Para hacer frente a estos problemas se requiere políticas de Estado conducidas en el más alto nivel de gobierno.
Entre las tareas que deberían realizarse están:
-Forestar el altiplano norte (13.600 km2).
-Construir sistemas de riego y micro riego.
-Construir represas locales y sistemas de energía solar con fines productivos.
-Diversificar la producción agropecuaria.
-Fomentar la producción de trigo.
-Habilitar, preservar y mejorar las tierras para la actividad agropecuaria.
-Promover nuevos mecanismos de cooperación entre productores.
-Promover la capacitación y transferencia de tecnología.
-Fomentar la agroindustria.
-Ampliar el seguro agropecuario.
-Facilitar el acceso al crédito.
-Desarrollar el mercado de tierras
.-Crear fuentes de trabajo rural no agrícola. 
-Incentivar la exportación de productos agropecuarios. 
-Erradicar el contrabando.
-Construir infraestructura de almacenamiento.

Algunas de las tareas anteriores están en marcha con el apoyo de la cooperación internacional. Con el cierre del Ministerio de Agricultura no se sabe si continuarán. 

Pero no solo se trata de asegurar la continuación de las tareas estrictamente sectoriales, pues el desarrollo de este sector está condicionado al desarrollo de la industria, a la política macroeconómica y a la política de comercio exterior.

Una parte importante de la industria debe estar orientada al procesamiento de productos agropecuarios, desde hilos de camélidos, lanas, carne, aceites (no solo de soya), granos, medicamentos, lácteos, harinas, quinua, amaranto, chía, etcétera.

El desarrollo industrial requiere, al igual que la agropecuaria, políticas de Estado que se diseñen y apliquen al más alto nivel, básicamente al de un ministerio.

Sorprendentemente, desde que se cerró el Ministerio de Industria, el siglo pasado, nadie se acordó de reponerlo.

La política macroeconómica incide en la agropecuaria a través del tipo de cambio,  las tasas de interés, los aranceles y la política de redistribución de ingresos. Un dólar barato perjudica la producción nacional, facilitando las importaciones legales e ilegales.

Paralelamente, la moneda nacional se deprecia a medida que crece la brecha entre la productividad de Bolivia y del exterior, lo cual, de mantenerse asi, obligaría a devaluar constantemente, lo que no es deseable.

Intereses y aranceles pueden llevar a que la agricultura sea menos rentable que en otros países, perjudicando su competitividad. La distribución de ingresos incide en la demanda de alimentos. 

Por otra parte, inversiones en electrificación rural no tienen sentido al margen de un plan de desarrollo de la agroindustria. En consecuencia, la política agropecuaria debe ir de la mano de la política macroeconómica y de los programas de energía.

El cierre del Ministerio de Agricultura, el intento de hacer lo mismo con el Ministerio de Minería y la inexistencia de un Ministerio de Industria hacen temer que los sectores productivos sean descuidados por no estar en el horizonte de los planes del nuevo gobierno.

Algunas de las reflexiones precedentes están en mi libro Bolivia mirando al futuro. Aportes para un plan de Gobierno (2024, Editorial Plural).

Rolando Morales es doctor en Economía.


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