No más circos ni marionetas

Tras anunciarse la alianza de oposición entre Luis Fernando Camacho, Samuel Doria Medina, Jorge Quiroga y Carlos Mesa se han escuchado diversas opiniones y berrinches; en democracia es válido todo eso y más en política. Sin embargo, ¿cómo terminará el asunto?

En abril del año que viene comienza el calendario electoral, esperemos que sin prórrogas ni ningún otro traspié, y para esa contienda han anunciado su candidatura varias personas; consideremos un hecho concreto desde el cual la alianza opositora o los que van por su cuenta (que esperemos no sigan aumentando) tienen que enfrentar: el MAS está en el Gobierno.

¿Por qué es importante el dato?, porque el MAS está ahí 19 años, atornillando cada cosa a su favor, haciendo y deshaciendo el Estado como si fuera su casa particular; alegando que representa al pueblo ha tenido un líder que se ha re-re-elegido como presidente, le ha valido un pepino un referéndum del 21F, ha cooptado los poderes del Estado que en teoría son independientes, ha fraccionado elecciones judiciales y hasta ha perdido la medalla presidencial en un burdel. Con esto quiero decir que hay que tener conciencia que pese a sus divisiones e ineficiencia, los dirigentes del MAS siguen con mucho poder. Creer que alguien, por más capaz que sea y por más determinación que tenga, va a tener fácil la contienda electoral, pues está muy equivocado.

Es interesante ver a dirigentes decir que serán presidentes de Bolivia y que usan frases y formas de mandatarios de otros países; lo hacen porque es la moda, porque buscan apoyo en redes o porque algunos “expertos de imagen” les dijeron que esa era la fórmula mágica; lo que no se ha llegado a resolver, y es un pendiente, es el asunto identitario, mismo que ha llevado a la presidencia a Evo Morales en 2006; éste lo ha usado de mala manera y llenado de símbolos y discursos todo lo fuera útil para acrecentar su poder. Morales se mostraba como “originario”, promoviendo cargos y oficinas nuevas con las palabras “pueblo, indígena, Pachamama” sin que cambiara la realidad de forma sustancial y con graves casos de corrupción (como el caso del Fondo Indígena, que terminó con la muerte de Marco Aramayo).

¿Por qué menciono el asunto identitario? Porque Bolivia necesita un presidente que comprenda su realidad, que gobierne para todos, que cuente con un equipo capaz, que entienda a collas y cambas, que llegue al cerebro y corazón de cada compatriota, que se identifique con el carnaval de Oruro, con el salar de Uyuni, con la Chiquitanía, con el Madidi, con el valle boliviano, con el carnaval de Santa Cruz, que coma marraqueta y también sonso. Ese presidente debe encontrar la fórmula boliviana.

El circo que vamos a tener, si es que no reflexionamos todos, principalmente los que se creen presidenciables y quieren competir sin aliarse a otros, es el que estará conformado por múltiples candidatos; Los dirigentes del MAS serán los que se rían a carcajadas una vez más como lo hicieron en 2020 cuando su partido volvió al poder. Quienes estarán en los palcos serán cubanos, rusos y chinos, que con pipocas y refrescos aplaudirán a quienes son sus marionetas desde 2006.

Vean una moneda boliviana, ahí dice: “La unión hace la fuerza”, no olvidemos eso.

Cecilia Vargas es médica y docente universitaria