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Democracia y derechos humanos | 10/04/2025

No están a la altura del desafío histórico

Waldo Albarracín
Waldo Albarracín

La llegada del MAS al poder, en primera instancia generó esperanza en el pueblo boliviano, en sentido de que, en adelante se podrían resolver los grandes problemas en el ámbito económico, institucional, democrático, de ausencia de justicia, de falta de independencia de poderes, de corrupción en la administración pública, de exclusión social, entre otros males.

Sin embargo, esa esperanza se fue diluyendo con el tiempo porque los gobernantes no tardaron en envilecerse en el poder, empezando por el propio ex presidente Evo Morales, pasando por sus ministros, congresistas y demás servidores públicos que demostraron con sus actos que la tradicional forma de hacer política, estuvo y estará colisionada con la ética, los valores, principios y los referentes altruistas. Impusieron la regla pétrea e inmodificable de que la política es el arte del pragmatismo, escenario en el cual el resguardo de los derechos humanos, la tolerancia, la crítica y autocrítica, el decir la verdad, el cumplimiento de compromisos asumidos y la honestidad, no tienen espacio. Para ellos, incluso el respetar o cumplir los mandatos constitucionales es jugar a perdedor, por tanto optaron por implementar un régimen de gobierno autoritario, intolerante, inspirados en procedimientos fascistas, aniquilando enemigos políticos. Estos métodos antidemocráticos se mantuvieron vigentes durante el gobierno de Luis Arce, subsistiendo el temor de que se prolonguen a través del fraude por muchos años más.

Queda claro entonces que lo que en un momento generó una expectativa positiva en el ámbito nacional, incluso internacional, hoy se convirtió en una sensación de frustración generalizada, porque si antes de la llegada del MAS al poder era ostensible el descontento ciudadano contra la sociedad política, hoy existe una incredulidad absoluta porque los que llegaron como supuestos salvadores de la patria, demostraron una vocación delictiva notoria: las pruebas y los casos son contundentes.

Pero los autores de estas fechorías tuvieron el cuidado de proteger sus espaldas, ejerciendo un control absoluto sobre la policía, fiscalía, tribunales de justicia, Contraloría General, cuyos integrantes se encargan hasta hoy de garantizar su impunidad. En el otro extremo, esos mismos operadores tienen la misión de encarcelar opositores y demás personas críticas a los gobiernos de Evo y Luis Arce, aunque no hayan cometido delito alguno.

Podemos afirmar que, los que llegaron el 2006 al poder y aún se mantienen en él, que malgastaron más de 60.000 millones de dólares que ingresaron al país por causas ajenas a la gestión gubernamental, son malos para lo bueno y bueno para lo malo. 

Frente a esa cruda realidad, la ciudadanía vio una luz al final del túnel, cuando observó que públicamente se anunciaba la creación de un frente unitario, integrado por varios lideres opositores, los que se comprometían a derrotar al MAS a través de las urnas para desplazarlos del poder e iniciar un serio proceso de reconstrucción del país, recuperación de los espacios democráticos y sobre todo, resolver la crisis económica, planteando una formula simple pero válida y legítima: Apoyar como candidato presidencial al ciudadano que obtenga mayor respaldo de la población. Muchos celebramos esta patriótica iniciativa, la respaldamos, esperanzados en que pueda marcar un hito en la historia política del país.

Sin embargo, a los pocos días del importante anuncio, esa luz se extinguió, porque los protagonistas de este acuerdo, en lugar de fortalecer el proyecto unitario, se involucraron en una guerra sucia interna, de agresión verbal mutua, confrontación que no se diluyó, sino que se profundizó, con serias señales de rompimiento definitivo.

Este desenlace pone en evidencia que, los que ofrecían derrotar al MAS en las urnas mediante un instrumento unitario, como políticos, como personas y como lideres, no están a la altura del desafío histórico, su mediocridad humana y egolatría, los ubica en el mismo nivel de los masitas, cada vez que se los escucha se parecen más a ellos.

Bolivia queda nuevamente desamparada, si los dos gobiernos del MAS fueron los peores de la historia del país, responsables exclusivos de la tremenda crisis económica que estamos padeciendo, quienes se ofrecían a desplazarlos, hoy con su boicot interno les están ofreciendo en bandeja su continuidad en el poder, para que terminen de hundirnos a todos y consoliden su estatus de narcoestado. Dios, el pueblo y la historia los juzgará en su momento.

Waldo Albarracín Sánchez fue presidente de la APDHB, Defensor del Pueblo y rector de la UMSA.



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