Haití vive una crisis total, es un Estado
fallido, y cada cierto tiempo la región y el mundo regresan la mirada hacia los
acontecimientos que allí generan noticia y atención. “Podemos arreglarlo”, dijo
Nayib Bukele refiriéndose a la explosión de violencia y descontrol desatadas
durante las últimas semanas en ese país. Según el presidente de El Salvador
solamente necesita el visto bueno de las autoridades locales y de la ONU, pues
su propuesta es “aniquilar” a las bandas criminales, tal como hizo con las
“maras” en El Salvador.
Pero no solo Bukele se siente con la autoridad y legitimidad para dar consejos sobre seguridad a otros países de la región. Ya lo hizo Nicolás Maduro cuando en enero de 2024, en un discurso pronunciado en la Asamblea Nacional de Venezuela, dijo estar dispuesto a asesorar en seguridad y sobre todo en temas de control de cárceles al presidente del Ecuador Daniel Noboa. Según Maduro, Venezuela, gracias a sus políticas de seguridad, se ha convertido en uno de los países más seguros de América Latina.
El ofrecimiento de Maduro surgió como una crítica a los acercamientos de Noboa a Estados Unidos y específicamente la visita del comando sur en el contexto de la declaratoria de conflicto armado interno desde enero de 2024 en Ecuador. Según Maduro, el presidente Noboa está incurriendo en un error histórico y está entregando la soberanía territorial al gigante del norte. “El comando sur lo que va a hacer es intervencionismo, colonialismo”, dijo.
Volvamos a Bukele, quien se jacta de haber echado por el piso todas las teorías y estudios según los cuales era muy difícil derrotar a las “maras” o pandillas que tuvieron al Salvador sitiado durante décadas. Según él, los expertos se equivocaron al decir que estas eran “parte intrínseca” de la sociedad salvadoreña y la prueba está en que las aniquiló. Con ese razonamiento, ofrece hacer lo mismo en Haití porque “es hora de pasar a la acción”. Se refiere a los acuerdos y conversaciones que se habrían dado con el primer ministro de ese país, Ariel Henry, en 2023, pues el interés de Bukele en intervenir en Haití no es nuevo.
La aniquilación de las pandillas en El Salvador vino acompañada de la eliminación de los derechos y libertades fundamentales y, por tanto, de la frágil institucionalidad que ese país logró construir a partir del fin de la guerra civil en el año 1992. La criminalidad, la corrupción en el manejo del Estado y la precariedad económica de ese país construyeron el escenario ideal para justificar el régimen de excepción sostenido indefinidamente durante el Gobierno de Bukele, que arroja como resultado una cifra aproximada de 80.000 detenciones, sobre las cuales no existe información confiable.
Nicolás Maduro, por su parte, ha eliminado los derechos y libertades, pero no ha terminado con la criminalidad. La mayor política de Maduro para los ojos del mundo ha sido la expulsión de millones de venezolanos que deambulan por decenas de países para sobrevivir y, en el mejor de los casos, encontrar un empleo y establecerse con su familia en otro país. Empobrecer a la población, someterla a una inflación descontrolada, quitarle toda posibilidad de subsistir dignamente, eliminar los derechos humanos y repartir el Estado entre mafias vinculadas con el crimen organizado es el legado de Venezuela para la región.
A Bukele no le interesa realmente lo que pasa en Haití, y probablemente no entiende los pormenores de su crisis ni las causas y factores estructurales que la anteceden. A Maduro no le interesa la crisis de inseguridad que vive Ecuador, a partir de la penetración del crimen organizado en todos los niveles y poderes del Estado. Son sus coidearios del socialismo del siglo XXI los que abrieron las posibilidades para que esto suceda y funcionan hoy como operadores políticos de las mafias.
¿En qué se parecen Nicolás Maduro y Nayib Bukele? Los dos lideran la destrucción de las democracias en sus países, cada cual a su modo y bajo esquemas que se justifican por el uso de la fuerza y la eliminación de los derechos y libertades.