No cabe duda de que la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), la honrosa FSTMB, marcó la historia del movimiento obrero en Bolivia. En los años 40, 50, 60 y quizá 70 del siglo pasado, tuvo un rol fundamental en la lucha por la democracia en Bolivia. En esos años se podía decir que el sistema político se definía entre la oposición de la FSTMB contra los militares. Desde los años 40, los mineros lucharon contra los abusos. Esta federación comenzó a instalar la idea de la independencia de clase frente a los gobiernos, fueran del color que fueran. Se caracterizaban por su espíritu de lucha, su transparencia y la generación de ideas.
Las dirigencias de esas organizaciones estaban conformadas por personas con alta formación política, que sabían leer el contexto, que se acercaban a la teoría y se esforzaban por hacer planteamientos programáticos. No en vano, la Tesis de Pulacayo alumbró las luchas sindicales por muchas décadas. Cada congreso de los mineros era un espacio de debate político y de formulación de ideas. La elaboración de la tesis política de la organización era un elemento central de esos congresos. Dirigentes como César Lora, Guillermo Lora, Irineo Pimentel, Juan Lechín Oquendo, Filemón Escobar, Simón Reyes, Óscar Salas, Víctor López, Edgar “Huracán” Ramírez y muchos otros marcaron una época de debate de ideas, transparencia e independencia de clase. A ellos les debemos haber vivido épocas democráticas gracias a sus luchas contra las dictaduras militares.
La Central Obrera Boliviana (COB), fundada en 1952 inmediatamente después de la Revolución Nacional, tuvo como núcleo a la FSTMB. Al igual que en esta, se producía el debate político; confrontaban la Tesis de Pulacayo con la de Ayopaya, la tesis del nacionalismo revolucionario y la alianza de clases formulada por Walter Guevara Arze, dirigente e intelectual del MNR. Tanto la COB como la FSTMB debatieron ideas, defendieron a ultranza la independencia de clase y evitaron la cooptación por parte del Estado. No en vano, después de 1956, la COB se separó del denominado cogobierno MNR-COB.
Esos tiempos gloriosos comenzaron a desaparecer después de 1985, con el hundimiento de los precios del estaño y la relocalización de los mineros, que en parte se trasladaron al Chapare y a El Alto. Si Bolivia tenía poca clase obrera, pocos proletarios –y era un sueño equívoco el socialismo de la Tesis de Pulacayo–, estos disminuyeron sustancialmente su número después de 1985, con el Decreto Supremo 21060 y la Nueva Política Económica formulada por el Gobierno de Víctor Paz Estenssoro. La clase obrera fue sustituida por los “movimientos sociales”: gremiales, juntas de vecinos, cooperativistas mineros, choferes, cocaleros, contrabandistas, grupos indígenas y campesinos, sindicatos de toda índole no conformados por proletarios.
El MAS, que llegó al poder con Evo Morales, poco a poco cooptó a todos esos movimientos sociales. Lo hizo con lógicas prebendales, los convirtió en una clientela al servicio del poder y del Gobierno. Prostituyó ex profeso a los campesinos mediante la utilización del Fondo Indígena, cooptó mediante pagos especiales a la COB, regalando autos, sedes, licencias de trabajo, declaratorias en comisión a dirigencias sindicales con sueldos estratosféricos, regalos de terrenos, leyes especiales para contrabandistas, cocaleros, gremiales, usuarios de autos “chutos”, etc. En conclusión, desapareció la independencia de clase y sindical.
En los tiempos de Morales los movimientos sociales se convirtieron en bandas cuasi paramilitares de apoyo al gobierno, como los cooperativistas mineros, los sindicatos campesinos, las “bartolinas” y otros movimientos que actuaban como grupos de choque contra la oposición. Estos cercaron el Parlamento cuando quisieron para forzar a los legisladores a hacer leyes que favorecieran al régimen. Por ello, ahora no es extraño que la COB, como fuerza paramilitar, quiera cercar la Asamblea con el mismo objetivo.
La COB paradójicamente dice que su acción es a favor de la democracia. Su dirigente, Juan Carlos Huarachi, y el resto de la dirigencia cooptada por el oficialismo hacen lo que el régimen les dicta. Un día el presidente dice que deberían aprobarse créditos internacionales y al otro la COB marcha contra los legisladores (con apoyo de la policía).
Se acabó la independencia sindical. No existe transparencia en los sindicatos, no hay dirigentes de talla. Hoy, los movimientos sociales son el centro de la corrupción. La denominada “reserva moral” de la sociedad es una banda cuasi paramilitar que se ha degradado moralmente. No les importa socavar la democracia ni destruir la institucionalidad.