Ha causado gran satisfacción en la oposición
la degradación de la deuda externa boliviana anunciada por Moody’s sin darse
cuenta de que perjudica a Bolivia, independientemente que sea razonable o no el
informe de esa agencia. Los principales perjudicados son los operadores de
comercio exterior (importadores y exportadores) que pueden encontrar en la
banca internacional una cierta renuencia para financiar sus operaciones. El
Gobierno no será muy afectado pues los créditos que recibe provienen de
organismos multilaterales como el Banco Mundial, BID y CAF y puede acceder
también a los créditos del FMI bajo ciertas condiciones. China es también un
acreedor a quien la importa poco lo que diga Moody’s.
Pero sería un error cerrar los ojos ante las calificaciones negativas de Moody’s, Fitch o S&P así como menospreciar los informes del BM y del FMI por su impacto que tienen en la imagen externa de Bolivia. Es también un error darles mucha importancia en lo interno pues muchos de estos informes no tienen la seriedad que se les atribuye.
El informe de Moody’s dice que parte de los problemas económicos de Bolivia se originan en la pelea política, la que (nosotros sabemos) apunta a la discordia entre las dos alas del partido oficialista. Sin duda, tiene razón. Muchos bolivianos pensamos que esa pelea debería terminar y que la Asamblea Nacional y el Gobierno deberían consensuar la política económica para disminuir el riesgo de desestabilización económica, temido por Moody’s, lo que requiere también el apoyo de Comunidad Ciudadana y de Creemos. Pero en Bolivia hay gente de todo nivel educativo que piensan que, si Bolivia se destroza, ellos saldrán ganando, por ello no ocultan su gozo cuando ven que el país atraviesa por alguna dificultad.
Otro problema que los políticos deberían resolver rápidamente es el de las elecciones judiciales. Han creado alrededor de ellas un gran barullo que los ciudadanos a pie no entienden y que, de todas maneras, gane quien gane, no solucionaran los problemas de corrupción y de ineptitud de la administración de justicia, pero dan una pésima imagen de gobernabilidad dentro y fuera de Bolivia.
La mujer del César no solo debe ser (correcta) si no también parecerlo.
Sin embargo, nada de esto debe hacernos perder de vista que hay problemas muy serios. Uno de ellos es la disponibilidad de divisas pues, por una parte, pone en dificultades al sector público y, por otra, a la banca que no sabe cómo cumplir con sus clientes. Ambos problemas son una bomba de tiempo que debe ser desarticulada por el gobierno y la banca. El Gobierno debe apresurarse en tomar medidas orientadas a disminuir la importación de hidrocarburos para disminuir el gasto en divisas y el subsidio consecuente para disminuir el déficit fiscal. La banca debe recurrir a créditos externos para recuperar su equilibrio en divisas. El Banco Central debe reponer el “Bolsín” para transparentar la oferta y demanda de moneda extranjera y bajar las expectativas de devaluación que inhiben a los exportadores traer sus divisas y fomenta la demanda de precaución de los particulares.
A juzgar por el comportamiento reciente del mercado libre donde el precio del dólar fluctúa entre 8 y 8,50 bolivianos, se puede suponer que ese sea su nivel de equilibrio en el Bolsín, lo que sería muy saludable para la economía porque sin generar grandes movimientos de precios domésticos desincentivaría las importaciones de Bolivia que claramente son excesivas.
@brjula.digital.bo