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Filia Dei | 12/12/2021

Modificación genética avanza pero no en Bolivia

Cecilia González Paredes
Cecilia González Paredes

Cada vez suman más países que luego de realizar consultas con sus científicos, deciden tomar el camino que visualizó Argentina respecto a la regulación de la edición genética. Durante esta última etapa del año, China, Canadá y Suiza presentan sus posiciones de apoyar este tipo de herramientas en favor de sus naciones.

En el mes de noviembre, China manifestó su inclinación para realizar cambios en sus regulaciones de semillas que facilitarán la aprobación de cultivos genéticamente modificados, a través de una enmienda a su normativa vigente. Estas modificaciones apuntan a desarrollar una industria semillera más sólida y diversificada, con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria.

En los últimos años, China ha dado un vuelco en el desarrollo de la biotecnología y ahora ha desarrollado la infraestructura y continúa formando el talento humano para desenvolverse en esta área que es tan amplia en sus aplicaciones. De hecho, el Beijing Genomics Institute (BGI) anunció el año pasado que puede secuenciar un genoma completo hasta por 100 dólares. Un precio muy accesible para una tarea que en Bolivia es aún impensable lograr por ese monto. Sin embargo, el precio final no son los 100 dólares, ya que el BGI se queda con la patente de cualquier combinación novedosa que puedan identificar en esta secuenciación.

Nada tontos en efecto, puesto que hoy secuenciar genes tiene mucho potencial para hallar nuevas proteínas y moléculas en general que puedan ayudar a mejorar distintos procesos o incluso generar nuevos productos. De hecho, con esta rama de la biotecnología, el verdadero valor de la diversidad genética, puede alcanzar a jugar un rol que apenas podemos vislumbrar en cuanto a su importancia.

De este lado del planeta, hacia el norte, Canadá en marzo del 2021, lanzó un comunicado de que no regularía los editados genéticamente como si fueran OGM. De igual manera Health Canada publicó una nueva guía propuesta para las Regulaciones sobre nuevos alimentos, buscando comentarios de la industria y el público en general. Tras una observación de que los fitomejoradores de este país no estaban adoptando tan rápido esta tecnología, se realizó un estudio para conocer el por qué.

El resultado reflejó que hay cuatro puntos principales que toman en cuenta los fitomejoradores: 1) Adecuación de la tecnología al cultivo y la tarea en cuestión; 2) Aceptación del mercado; 3) Obstáculos reglamentarios; y Problemas legales de las aplicaciones de edición genética. Nuevamente, uno de los puntos clave es el tema legal, que sin estar este claro, puede suponer una gran traba a cualquier país para desarrollar su propia tecnología e innovación.

Recientemente, el Consejo de Estados Suizo, ha decidido eliminar la moratoria de la ingeniería genética (transgénicos) a los métodos de mejoramiento modernos en plantas, que abarcan la edición genética. El Presidente de la Comisión, Hannes Germann, afirmó: “una tecnología que ha recibido el Premio Nobel, como son las herramientas CRISPR, no pueden estar prohibidas en el país”. Esto contrasta de manera muy alentadora respecto a la posición que actualmente mantiene la Unión Europea sobre la edición genética. Suiza es un país que se abre a generar sus propias innovaciones con estas herramientas.

Sí, ya sé que alguno que lea esta columna estará pensando que el uso de estas herramientas produce lo que algunos consideran algo no natural. Cabe insertar acá un amable recordatorio de que nada de lo que usted come es natural. Si gusta explorar más esta premisa, lo invito a leer el artículo de divulgación de dos profesores de genética de la Universidad Politécnica de Valencia titulado: El tomate no es natural, es un tesoro creado por el ingenio humano.

¡Vaya que en Bolivia podríamos beneficiarnos mucho de nuestra riqueza genética! Si tan solo dejamos las trabas mentales y empezamos a potenciar a nuestros jóvenes e invertir más en investigación e innovación. Ya sé, parece pedir peras al olmo, pero soñar no cuesta nada. Ya logramos medalla de oro en la competencia internacional iGEM y ese era un sueño de muchos años.

Cecilia González Paredes M.Sc.

Especialista en Agrobiotecnología



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