Esta semana tuvimos un feriado por el día del Estado Plurinacional, determinado así por dos decretos supremos; la realidad es que el 22 de enero tiene como relevante, sin adjetivar, el día en que Evo Morales fue posesionado en su primer mandato como presidente de Bolivia; este año, su supuesto rival Luis Arce, realizó un discurso como todos los años, por suerte no fue tan largo y demostró una vez más que nos habló quien constantemente polariza, divide y no quien debiera hablar a todos los bolivianos más allá de sus ideologías.
El presidente Arce hizo cinco puntualizaciones respecto a temas de Justicia, litio, medioambiente, democracia y economía; si bien ya no se espera demasiado, muchos bolivianos anhelamos algo, por la crisis, respecto a la economía; después de un año de varios discursos, múltiples reuniones con distintos sectores y una realidad sin dólares, con restricciones bancarias, y con la subida de precios de los productos básicos de la canasta familiar; la esperanza que nunca se pierde era escuchar algo que aunque sea paliativo, cambie o al menos no empeore la situación de los bolsillos de la gente, lamentablemente no fue así; no solamente no fue así, sino además se ocupó de justificar algunas leyes que, según el presidente: “... no buscan castigar al buen empresario, al buen industrial, al buen productor, al buen comerciante…”.
¿Qué significa realmente ser “bueno”? Podríamos adentrarnos en el relativismo moral, o en la escala de valores de cada quien, también en la evidencia concreta, sin embargo, cuando una autoridad que se supone debería gobernar para el bienestar de todos clasifica a las personas entre buenos y malos, evidencia nada más su ausente visión de país.
¿Qué es ser buen empresario para usted señor presidente?
En todo, podríamos desdeñar que hay buenos y malos; bajo una perspectiva simple hay buenos y malos presidentes, buenos y malos políticos, buenos y malos profesores, médicos, abogados, etc. Hoy, tras 19 años del ingreso del Movimiento al Socialismo como gobierno nacional de Bolivia, vemos que para quienes gobiernan ser bueno es no cuestionar, no enfilarse a sus ideas ni en sus cadenas de corrupción; ser bueno es ser sumiso, es hacer la vista gorda a lo que consideramos, según nuestros propios valores, como algo malo.
El tema del bueno o el malo puede que se observe en los resultados aunque muchos dirán que también es el proceso. Por ejemplo, ¿es buen médico quien obtenga excelentes resultados aunque el proceso esté mellado por falta de información del paciente al médico o del médico al paciente o si en proceso los elementos usados para resolver los problemas son obtenidos ilegalmente? ¿Es bueno el abogado que libra a su cliente de la cárcel así sea con hechos vinculados a sobornos y no precisamente con herramientas jurídicas, o como beneficio de contactos, favores o influencias y no por el hecho juzgado por sí mismo? En esto podríamos hablar de lo buena o mala que es la justicia con los presos políticos, aunque lo que interesa ahí es que sea justa sin calificaciones extras.
No obstante, para unos y otros algo es bueno o malo, lo concreto es que las múltiples crisis están afectando a cada persona, a cada familia, y lo que queremos es un presidente que resuelva los problemas para todos los bolivianos, que no se tengan obstáculos para desenvolverse en lo que cada uno ha escogido, dentro de lo coherente, y no solamente para quienes “son buenos” según la óptica del gobierno de turno.
Primum non nocere (Hipócrates): primero no hacer daño.
Cecilia Vargas, médica, es docente universitaria.