En uno de los libros favoritos de mi adolescencia, recuerdo un pasaje que capturó mi atención. Fue el conflicto por unas limas encurtidas, que se convirtieron en la deuda que una de las Mujercitas debía pagar y puso en apuros a su familia. El relato siempre me causó extrañeza sobre todo porque, ¿quién come limas encurtidas?
Al hablar sobre este texto, recuerdo que mi madre comentó que la fruta conflictiva en su tiempo eran los membrillos. Estos se traficaban por debajo de los pupitres y que podían ser causa de sanciones si te encontraban comiéndolos en plena clase. Años más tarde, mientras caminaba por las calles perfumadas de aroma a naranja en Tempe (Arizona), aprendí que no había problema por tomar esos frutos antes que cayeran al suelo de lo maduros que estaban. De noviembre a abril, el estado del Gran Cañón tiene disponibilidad de naranjas, las mismas que también son recolectadas y entregadas a bancos de alimentos incluso fuera del estado en caso de haber sobreproducción.
En un país tan capitalista, jamás escuché que hubiera conflicto por tomar estos frutos en árboles que estaban en la vía pública. A mi retorno, tuve una oportunidad de realizar un trabajo voluntario en las cercanías de Coroico. En estos poblados, hay árboles de mango, papaya y otras frutas en zonas públicas y los mismos lugareños te invitan a que te sirvas de los mismos. Es más, te invitan a ir y cosechar los mangos y llevar tus canastas para recogerlos.
El reciente hecho de las tunas públicas en la zona de Achumani en La Paz trajo a la memoria estos diferentes episodios relacionados a conflictos con frutas. Al parecer no se arman conflictos por una coliflor o unas cebollas. Y tiene sentido, una fruta es mucho más agradable de comer y la mayor de las veces no requiere una preparación adicional.
El conflicto por una cosecha pública de tunas se volvió viral. De hecho, yo que solo me entero de noticias por la red social X y evito ver televisión o seguir informativos, supe de este tema por los “estados” de varios de mis contactos en distintas redes. Encontré desde memes hasta acaloradas discusiones.
No se debería armar tremendo escándalo y menos acusar a una persona de robo por tomar algunas frutas de una planta en un lugar público. ¿No se da cuenta la gente que la situación que estamos atravesando es terrible y que muchas familias apenas pueden alimentarse una vez al día? Este hecho fue el deleite para montar una distracción más y tratar de negar el aumento de precios en la mayor parte de alimentos y servicios. “Todo está subiendo de precio”. Pero hay autoridades que insisten en que todo sigue normal.
Así, este hecho fue el ideal para victimizar a la señora que ni siquiera buscaba eso y se aplicó una sanción desmedida contra la persona que pensó que las tunas en un lugar público eran propiedad privada. Sí, la ironía en este país es que tenemos acusados de verdaderos crímenes que siguen libres y encima se escudan en supuestas enfermedades repentinas. ¡Vaya justicia que tenemos!
El panorama no es promisorio y estos hechos, además de la excesiva violencia que existe en distintos casos, solo son un reflejo de la tensión y falta de caridad que crece entre los bolivianos. San Agustín indicaba: “Decís vosotros que los tiempos son malos, sed vosotros mejores y los tiempos serán mejores, vosotros sois el tiempo”.
Si queremos un país donde las tunas no sean motivo de discordia, el cambio comienza en cada uno de nosotros; el verdadero progreso no está en los discursos ni en las leyes, sino en nuestras acciones diarias de caridad y honestidad.