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Cartuchos de Harina | 07/11/2021

Las fragatas de M-EO en Chile

Gonzalo Mendieta Romero
Gonzalo Mendieta Romero

Las elecciones de Chile este mes son entretenidas para quien procure no bostezar por las redundancias discursivas de nuestra política, al menos por ahora. Por ejemplo, los comicios en Chile sirven para ojear si algo se dice allí de Bolivia. Y fíjense que sí.

Sería desquiciado hacer de Marco Enríquez-Ominami (M-EO, pues así lo conocen en Chile) un jugador central hoy o conferirle la vocería de su país. M-EO va penúltimo en las encuestas, con 3 o 4 % y pocas chances de ser el candidato de la izquierda en la segunda vuelta. Para eso ya están Gabriel Boric, cercano al 20 % en las encuestas, que va segundo; y la exministra democristiana, aunque de izquierda, Yasna Provoste, con 11 % en las encuestas y que va tercera.

Detrás de M-EO solo está, hasta hoy, el radical Eduardo Artés, comunista, pero detractor del PC por formar parte de gobiernos post-pinochetistas. Artés defiende además a Corea del Norte, a la que viajó invitado hace unos años (uno pensaría que radicales de este corte en esta región hacen turismo político solo entre La Habana, Caracas, Buenos Aires y La Paz).

No obstante, el periodista y abogado chileno Tomás Mosciatti le preguntó a M-EO sobre Bolivia en el segmento Sin llorar del programa televisivo El Candidato, emitido hace un mes. Mosciatti indagó si M-EO daría mar a Bolivia, de ser presidente de Chile, pues M-EO en el pasado fue partidario de “dar mar soberano a Bolivia e incluso retirar la demanda sobre el río Silala” (este nombre boliviano ha primado sobre el santiaguino “Siloli”). Mosciatti citaba así al M-EO de campañas presidenciales previas, pues lleva cuatro con la actual.

La respuesta de MEO, sin embargo de su escaso poder adquisitivo electoral, fue informativa, pero en exceso. Al menos de las cuestiones que M-EO, amigo de Evo, ve en relación a Bolivia.

Primero, M-EO dijo que está a favor de un canje, puesto que “la soberanía no se negocia”. Agregó que “está prohibido por la Constitución” (ceder territorio soberano) y la nueva Constitución que se discute en Chile “también lo hará (prohibirá)”. M-EO adujo que lo que sí podría hacerse es plantearle a un presidente boliviano: “yo quiero gas, y si usted quiere aumentar su salida por Perú, venga por Chile porque lo necesito”.

Finalmente, promoviendo la jaqueca de cualquier diplomático incluso de mediano oficio, M-EO añadió que Chile prevé gastar mil quinientos millones de dólares en “fragatas y armas, ahora”, debido a que “han inventado un escenario de guerra con Bolivia y con el Perú, que no existe.” Acto seguido, M-EO reseñó su propuesta de “…una moratoria mundial y continental para que Chile deje de gastar en armas y fragatas y gaste más en fármacos, especialistas, salud pública…”.

M-EO introdujo así un tono de alarma con Bolivia y Perú, como no hizo ninguno de los candidatos con opciones. M-EO es un disidente, pero así y todo, miembro de la élite, como le refregaba recién otro periodista televisivo. Es que M-EO, como el Pablo Iglesias de los primeros años de Podemos en España, acusó de ser de “la casta” al candidato de derecha José Antonio Kast, primero en las encuestas. El periodista no aguantó y replicó a M-EO: “(pero) usted es un hijo de la aristocracia castellano-vasca”.

Las afirmaciones de M-EO quizá sirvieran para algún reporte diplomático a Lima o a La Paz. En el primer caso es seguro, pues Torre Tagle no duerme, así tenga un Castillo, un Nisei o un militar de presidente; en el segundo caso no es tan probable, pues hace un año que el cargo de cónsul de Bolivia en Santiago está vacante.

Recién leí que en Inglaterra sospechan que el lío que ha armado Macron a Inglaterra por los derechos pesqueros franceses deriva de algún interés electoral del parisino. Las relaciones con los vecinos nunca están exentas, se ve, de peso en la política interna, sea en Santiago, París, Londres o La Paz.

Claro que un candidato serio a la presidencia no elegiría hacer olas con las conocidas paranoias de la región. Pero tal vez M-EO hace olas con fragatas justamente porque intuye que no será presidente esta vez. Quién sabe M-EO apuesta a su futura quinta campaña.

Gonzalo Mendieta Romero es abogado, escritor y analista



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