La inclusión de las personas sordas en Bolivia sigue siendo un desafío significativo, a pesar de los esfuerzos recientes por mejorar su situación. En el contexto del Día Internacional de las Lenguas de Señas que se recordó el pasado 23 de septiembre, es crucial reflexionar sobre las demandas y necesidades de esta comunidad, que busca ser reconocida y valorada en todos los aspectos de la vida social y laboral.
Las personas sordas en Bolivia enfrentan barreras considerables en términos de educación, empleo e información. Según un reciente informe, más de 4.000 personas sordas en Cochabamba se ven afectadas por la falta de acceso a una educación inclusiva y adaptada a sus necesidades. Este déficit no solo limita sus oportunidades educativas, sino que también repercute en su capacidad para integrarse plenamente en la sociedad y el mercado laboral. Las demandas son claras: reconocimiento de la Lengua de Señas Boliviana como la 37° lengua reconocida en Bolivia, inclusión efectiva en el sistema educativo, acceso a oportunidades laborales y disponibilidad de información accesible.
La labor de inclusión de las personas sordas en Bolivia sigue siendo un desafío significativo, a pesar de los esfuerzos recientes por mejorar su situación. Es crucial reflexionar sobre las demandas y necesidades de esta comunidad, que busca ser reconocida y valorada en todos los aspectos de la vida social y laboral. Pero los que fallamos profundamente en esta labor somos los que no hemos hecho lo mínimo por llegar a entender su mundo.
Una iniciativa destacada es la labor de Effeta, que ha comenzado a incorporar intérpretes en las aulas para facilitar la educación regular de los estudiantes sordos. Este enfoque no solo promueve la inclusión educativa, sino que también representa un paso hacia la normalización de la presencia de personas sordas en entornos donde tradicionalmente han sido excluidas. Sin embargo, este esfuerzo debe ser ampliado y sostenido para garantizar que todas las instituciones educativas adopten prácticas inclusivas.
A raíz de querer ejecutar un proyecto en el tema STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática) con alguna de las comunidades de personas que son etiquetadas “con discapacidad”, terminamos las Chicas Waskiris conociendo a Effeta. Con mi compañera, tomamos el primer curso de lenguaje de señas y esto ha sido el inicio para acercarnos un poco más a un mundo que realmente desconocíamos.
El promedio de personas que tenemos los 5 sentidos disponibles, rara vez nos detenemos a considerar, que el problema lo tenemos nosotros, porque teniendo manejo de todos nuestros sentidos, no hacemos el mínimo esfuerzo para aprender el lenguaje que está comunidad utiliza y por lo mismo, poco o nada nos interesan los obstáculos que enfrentan y sus luchas. Lo mismo sucede para cualquier otra comunidad desplazada en la sociedad.
La mayor parte de personas sordas no puede aspirar a una carrera profesional con la holgura que lo hacemos el resto. No solo las universidades carecen de intérpretes, pero además está el tema del vocabulario técnico de cada carrera, que no está aun debidamente explicado de manera que ellos puedan comprender esos conceptos abstractos o complejos. Es posible que muchos tengan habilidades para la programación u otro tipo de tecnologías, pero en nuestro medio, están limitados a pocas opciones de formación a nivel técnico y muchas veces ni eso.
Es fundamental que el gobierno boliviano y la sociedad civil trabajen juntos para crear un entorno más inclusivo. Esto implica no solo políticas públicas que favorezcan la inclusión, sino también una sensibilización general sobre las capacidades y derechos de las personas sordas. La educación inclusiva es un derecho humano y debe ser garantizada para todos. La lucha por la inclusión no es solo una cuestión de justicia social; es una necesidad imperiosa para construir una sociedad más equitativa y respetuosa con la diversidad.