NUEVO LOOK
NUEVO LOOK
Brujula-Digital-BancoSol-PDF-Solfestivo-Diciembre-1000x155px-
Brujula-Digital-BancoSol-PDF-Solfestivo-Diciembre-1000x155px-
Atando cabos | 02/01/2025

La política de empleo está en nuestras manos

Rodolfo Eróstegui
Rodolfo Eróstegui

Comenzamos un nuevo año y con él renovamos nuestros deseos de que nos vaya bien. Decimos que esta vez sí se harán realidad nuestras aspiraciones y que la orientación de la política cambiará; pero la economía es tozuda, es la síntesis de lo que las personas, empresas y políticos realizan. Amanda Pérez señalaba que “la economía es un ámbito clave donde se ve la interacción entre el discurso y la realidad”.

La política económica no tiene sentido si es que no soluciona los problemas de las personas (familias). Varias encuestas señalan que uno de los principales problemas es el empleo.

Dado el desarrollo de la sociedad no se puede pensar en una “política de empleo” como se concebía en la década del 50 del siglo pasado; ahora en esta política se tiene que incluir programas que desalienten la discriminación por género, por discapacidad, por etnia, etc. Es más, una política de empleo “buena” debe contemplar esos temas en sus objetivos. En otras palabras, una política de empleo no sólo debe buscar el pleno empleo de la fuerza de trabajo.

Al abordar el tema del empleo se debe asumir que el mercado de trabajo no sólo es oferta de trabajo (trabajadores) y demanda (empleadores) y que el salario es el resultado de esas dos interacciones. Si solo se restringe a esas dos variables se comete un error. En el mercado de trabajo confluyen una serie de actores además de los empleadores particulares y los trabajadores. También intervienen los sindicatos, las organizaciones empresariales. Ambos como factores de poder político que negocian o imponen, de acuerdo a su capacidad y/o coyuntura, al Estado la modificación de la política de empleo.

De esa forma el salario no siempre responde a la intersección de la oferta y demanda de trabajo, sino también a las fuerzas políticas representadas por los sindicatos de trabajadores y organizaciones de empleadores.

Por otro lado, no todos los empleadores son iguales. Una primera diferenciación es por el tamaño de la empresa, no sólo por el número de trabajadores que emplea sino también por el capital.

Pero los empleadores se diferencian por el sector en el que operan. Una cosa es ser banquero y otra industrial de la confección.

Los trabajadores a su vez también tienen diferencias. Una primera división la encontramos por género además de la calificación, así como la edad. Pero tampoco eso es suficiente pues hay algunos que tienen más experiencia que otros/as.

Tanto empleadores y trabajadores se relacionan sobre un rayado de cancha que la proporciona la ley del trabajo y todas sus disposiciones complementarias. Pero la normativa laboral se parece mucho al camino viejo, conocido como el de la muerte, de ingreso/salida a los Yungas. Está lleno de vericuetos, parece redactada por los “autoprorrogados”.

Estas disposiciones a su vez son el resultado de las presiones de las fuerzas políticas empresariales y sindicales. De esta forma, en el país, tenemos una legislación que representa, desde 1939 a la fecha el momento de poder al cual pueden acceder ya sea los sindicatos o los empleadores. En la Revolución de 1952 y durante la Asamblea Popular en 1971, está claro que la balanza se inclinaba en favor de los trabajadores. Pero durante el gobierno de Banzer y en el gobierno de Paz Estenssoro en 1985 la balanza se inclina en favor de los empleadores y, a partir de 2006 se vuelve a inclinar en favor de los trabajadores.

Pero de todas maneras y a pesar que creemos que no está en nuestras manos solucionar las condiciones de empleabilidad y mucho menos determinar qué política de empleo se debe implementar, pensemos, por un momento, que este año se realizaran elecciones generales, entonces parte de la solución queda en nuestras manos.



300x300 lateral SAN FRANCISCO
300x300 lateral SAN FRANCISCO
AlicorpEffie2024-300x300
AlicorpEffie2024-300x300