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03/09/2020
Articulista Invitado

La pandemia y la dependencia de Bolivia a los mercados internacionales

Joshua Bellott Sáenz
Joshua Bellott Sáenz

La economía boliviana fue considerada durante gran parte de nuestra historia como “pequeña y abierta”. El término de “abierta”, quiere decir que tiene una gran dependencia al comercio internacional, o sea a las importaciones y exportaciones. Es tan clara esta dependencia que resulta que las crisis económicas que vivimos estaban siempre muy relacionadas a lo que ocurría en mercados internacionales. En este contexto, sabemos que nuestro patrón de crecimiento estaba y está basado en la explotación y exportación de materias primas, las mismas que dependen de un nivel de precios que se fija en el exterior. Por lo tanto, cada que los precios fluctuaban, se caían o crecían, la economía boliviana se movía al vaivén de las fuerzas de mercado mundiales.

El término de “pequeña” es más fácil de entender porque está relacionado al tamaño de nuestra economía, medida usualmente por el valor de la producción que genera el país comparada con las demás economías del mundo. Si bien todos conocemos que durante los últimos 14 años vivimos una época de “auge” económico, lo cual implicó un crecimiento sostenido e incluso por varios años experimentamos el mayor crecimiento de Sud América, al comparar el PIB per cápita, resulta que el 2004 era de casi 4.000 dólares americanos, cuando el primero en el ranking de Latinoamérica (21 países) alcanzaba a un poco más de 31.000 dólares, una diferencia de 27.000 dólares. Para tener la idea clara, 14 años después, esa diferencia entre el primero y Bolivia alcanzó a casi 32.000 dólares americanos, pese a que nuestro PIB per cápita se acercó a los 8.000 dólares. Quiere decir que los demás países crecieron a un ritmo mayor.

Evidentemente, estos últimos datos no sólo demuestran que la economía boliviana es pequeña, sino que el crecimiento sólo es válido si lo comparamos con el crecimiento de otros países, para lo cual no importan sólo los porcentajes de crecimiento como tal sino también el poder adquisitivo de la moneda (que es la manera correcta de compararnos). Por lo tanto, en ese ranking latinoamericano no sólo nos quedamos en el mismo puesto, sino que nos hicimos más pobres respecto a los demás.

En términos de comercio internacional, también podríamos pensar que una economía pequeña implica que producimos muy poco para exportar, referido a cantidades, pero también al número de productos. Resulta que la economía boliviana depende de la exportación de sólo siete productos que representan casi el 80% del total de nuestras exportaciones. Por eso es que por años reclamamos la diversificación de la economía o, más propiamente, de las exportaciones.

Por el lado de las importaciones, nuestra economía es tan dependiente que para producir lo poco que producimos, el año 2005 requeríamos bienes intermedios e insumos y bienes de capital en un 79% sobre el total de nuestras importaciones, pero para 2019 ello se incrementó a un 81%. Por lo tanto, nuestra economía se hace cada vez más dependiente a las importaciones.

Una consecuencia de lo descrito es que en los últimos 14 años vivimos algunos superávits comerciales, pero ya en los últimos seis años, lo contrario. O sea que nuestras exportaciones (ingresos) fueron persistentemente menores a nuestras importaciones (gastos). Por supuesto, el resultado de este comportamiento es que cada vez crecemos menos.

Debe quedar claro que si nuestra economía es abierta, pequeña y dependiente a muy pocos productos de exportación y de las materias primas y maquinaria de las importaciones, nuestra economía no es sostenible y tampoco cuenta con una distribución de ingresos equitativa para la mayoría de los bolivianos. Sin duda, podemos afirmar que si son muy pocos los productos, son muy pocos los productores o son pequeños grupos los que se favorecen, los demás recibimos algo del rebalse de estos grandes negocios.

Para mal de males, la coyuntura actual paralizó el aparato productivo y la economía, lo cual sin duda reducirá de manera dramática el crecimiento y los niveles de ingreso de estos pocos sectores que apuntalan el crecimiento del país, y por lo tanto deprimirán más la economía de los demás sectores que viven de las gotas del rebalse y del movimiento económico generado por este grupo.

Analicemos el comportamiento de las exportaciones e importaciones de cada departamento, comparando los seis primeros meses de este año con sus pares en el 2019.

Resulta que en general los departamentos tuvieron mayores reducciones en las importaciones (35%) respecto a las exportaciones (24%). Los departamentos que redujeron más sus importaciones fueron Pando (74%), Tarija (43%), Oruro (41%) y Cochabamba (36%); y los departamentos que redujeron más sus exportaciones fueron Potosí (44%), Beni (42%), Oruro (41%) y Chuquisaca (29%). La conclusión general es que los más afectados por la pandemia fueron los departamentos más pequeños, más deprimidos o los que exportan minerales tradicionales. Entonces, queda claro que la pandemia hace que las diferencias entre estos dos grupos de grandes y chicos se agrande.

En estos primeros seis meses la brecha entre exportaciones e importaciones se achicó y de hecho en junio de 2020 las exportaciones superaron a las importaciones en 35 millones de dólares, pero lamentablemente Bolivia perdió 2,700 millones de dólares (importaciones más exportaciones) respecto al movimiento del 2019, lo que repercutirá de manera determinante en el crecimiento económico.

De aquí para adelante, y esperando que la pandemia nos dé lugar para reactivar la economía, debemos tomar algunas decisiones de importancia. El apoyo será nuevamente para los más grandes o debemos incentivar la reproducción de un mayor número de sectores, y por lo tanto, mayor diversidad productos para la exportación.

Creo que es hora de enfrentar los problemas que fueron eludidos durante décadas. Para crecer, requerimos apoyar a las grandes mayorías; lo que implica ensanchar la base productiva para que un mayor crecimiento, pero más robusto, no dependa de muy pocas manos sino de las grandes mayorías, disminuyendo nuestra dependencia a las economías del mundo en pro del desarrollo sostenible soñado.

Joshua Bellot es economista.



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