A menudo la historia es una ruleta caprichosa que nos coloca en lugares inesperados. Salvador Romero Ballivián entrega un libro fascinante: “Elecciones peligrosas”, donde nos cuenta su gestión como presidente del Tribunal Supremo Electoral de Bolivia, con la pesada encomienda de organizar las elecciones más controvertidas de los últimos años.
Paso a paso, escrito en formato de un diario en primera persona, Salvador narra el laberinto por el que transitó en esos aciagos meses que, entre el virus del COVID y las tormentas políticas, había que conducir al país a las urnas. Empieza con su primer contacto con Jeanine Añez un lunes 18 de noviembre del 2019, y no para hasta abril del 2021, cuando ya “nada lo ataba” al TSE.
En cada episodio, el autor escribe con detalle los encuentros, los acuerdos, las intrigas, las tensiones de aquel tortuoso camino. Los lectores nos enteramos de pormenores que pocas veces salen a la luz: desde las presiones en el límite del sabotaje por parte de las autoridades, hasta las posiciones desconcertantes al interior del Tribunal.
Viví el proceso político del 2019 como una ruptura personal, como una profunda decepción que me movió la agonizante confianza que tenía en algunas personas y que enterró numerosas amistades. Por eso, ante el panorama tan desolador, cuando supe que Romero iba a ser el responsable de timonear la elección, sentí un alivio entre tanta pesadumbre. Sabía de su autoridad moral y de su competencia profesional, así que no tuve duda. Confié plenamente en él consciente de que era la última carta.
Habíamos llegado a tal extremo de confrontación, con muertes y furias desatadas, con demonios sueltos e incontrolables, con “el ardor que sofocaba la virtud” -como ya se dijo-, que parecía cándido concebir que las ánforas resolvieran el conflicto. Pero se logró. Recuerdo tanto la publicidad que, sin negar la tensión, presentaba la jornada electoral como el “abrazo del reencuentro”. Cierto: era la única ruta para no destruirnos. Ahora puedo decirlo, lagrimeaba cuando veía la invitación del TSE para ir a votar.
Así, el libro no es sólo la experiencia de Salvador en ese inquietante período; es, en el fondo, la historia que todos vivimos de una u otra forma en uno u otro lado del tablero.
No es común que quienes ocupan funciones en los órganos públicos cuenten sus vivencias -y menos que lo hagan con sinceridad y elegancia-. A menudo en los pasillos se queda lo más sabroso de la historia. El autor, además de incorporar sus discursos de posesión, de entrega de credenciales y de despedida -que son documentos valiosos en sí mismos-, nos regala una narración fluida y precisa que invita a acompañarlo en cada uno de sus pasos. En cierto sentido, se puede repetir lo que decía Roger Bartra de Jesús Silva-Herzog: “Convertir la reflexión política en poesía es una hazaña lograda con maestría en este ensayo”.
En suma, Elecciones peligrosas es una parada obligatoria para entender mejor lo que pasó en aquellos meses que vivimos al borde del abismo, y es un respiro que nos devuelve la esperanza en que la democracia, con todas sus deudas incobrables, sigue siendo nuestra mejor apuesta.
Hugo José Suárez, investigador de la UNAM, es miembro de la Academia Boliviana de la Lengua.